Una equivocación de lectura la comete cualquiera, pero cuando ya se vuelve recurrente solo demuestra una cosa: que esa persona no practica la lectura. En ese sentido, cuando Daniel Ortega agarra un libro en su lenguaje materno, es para dejar un meme. Lo hizo nuevamente en su última aparición, el pasado miércoles 08 de noviembre, en memoria y a la memoria del comandante Carlos Fonseca Amador (1936-1976). En dicho evento no hubo presupuesto para la música en vivo y el "Club de los Empañuelados" reveló su destreza para menearle el pañuelo al matrimonio copresidencial. El equipo de COYUNTURA explora el enigma del monitor y las extrañas gesticulaciones de Rosario cuando se observa a sí misma en la pantalla. Y, por supuesto, la escena de "al inglés no le entro", con aplausos de la juventud sandinista para el desprecio a la sabiduría.
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
Managua, Nicaragua
El matrimonio dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo emergió de su guarida, y la noche del miércoles 08 de noviembre de 2023 el Olof Palme de Managua fue la carpa de espectáculos escogida, dejando otro meme copresidencial, para conmemorar el aniversario número 47 de la muerte del "tayacán vencedor de la muerte", Carlos Fonseca Amador, uno de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), autor de la legendaria frase "Y enséñales también a leer". Era por mucho el evento político más importante del mes de noviembre en el calendario familiar, luego de un octubre apasivo, y un septiembre de estrellato.
Justo para honrar aquella frase, y exhibir sus dotes de lector frente a la camarilla de empañuelados de la Juventud Sandinista (JS), el comandante Ortega sacó sus libros "funda-mentales" para fortalecer su sermón la noche del miércoles, luego de que sus polluelos le bailaron y le hicieron otro juramento de lealtad en televisión abierta. En esta ocasión, no vislumbraron los comisionados, ni los comandantes, ni las y los ministros, y mucho menos las y los legisladores de la Asamblea Nacional -bajo el control absoluto del FSLN-. El característico olor a militares, policías y funcionarios sumisos se ausentó por completo. No estaban los rostros que comúnmente se ven. Hasta el comandante en jefe del Ejército andaba de viaje; estaba en Cuba.
El "Club de los Empañuelados"
Dado que la muerte de Carlos Fonseca coincide con el Congreso Anual de las y los empañuelados -JS-, la jornada se transformó en bacanal. La pareja de veteranos se reunió con la móvil de bullaranga en la capital, aprovechando la ocasión para un necesario baño de colágeno, pero no de masas. Además de lealtad y devoción, las y los jóvenes del "club" ofrecieron danzas y mímicas al compás de la música, a lo largo de todo el repertorio.
La tarea principal del que llamaremos a partir de ahora "Club de los Empañuelados" consiste en ejecutar coreografías sincronizadas con pañuelos de tres picos, que se entrelazan en sus cuellos, como parte esencial de su indumentaria militante. Complementan el atuendo con camisetas blancas, sin dibujos o manchas, pero con una evidente calidad inferior a la Tricotextil. Pantalones de jeans, azules o negros. Zapatos deportivos. Todos vestidos de manera uniforme.
A su llegada a los locales, como ha logrado verificar el equipo de COYUNTURA, se les entrega dos pañuelos, uno rojinegro y otro azul y blanco. Lo menean cuando se les ordena, con ritmos diferentes en cada canción. Con todo el poder de una nueva militancia, pero atendiendo a lo que varios sujetos en diversas esquinas gesticulan.
El repertorio
En el mundo de "El Carmen" -zona de Managua donde habitan los Ortega-Murillo-, al igual que en las tendencias de TikTok, cada canción tiene sus movimientos característicos. En la primera canción del repertorio de esa noche la coreografía consistía en bailar entrelazando los brazos con la persona de al lado, moviéndose suavemente al ritmo de la letra de "Carlos Fonseca Amador", un tema interpretado por Luis Enrique Mejía Godoy. Esta vez no hubo presupuesto para la música en vivo. Pero los parlantes retumbaron igual.
"...poseída por el dios furia divina y el demonio de la amargura". Fue cuando Rosario Murillo desplegó sus brazos cubiertos de tela negra, para sumarse al baile. Entrelazó sus brazos con los de su comandante y esposo, sin tocar a nadie más, entonando la canción y moviendo sus vertebras de un lado a otro. Mientras tanto, el comandante Ortega, ataviado con su chumpa americana Members Only, enterró su pezuña izquierda en el brazo derecho al descubierto de una de tantas "lideresas" del Consejo Nacional de la JS y de la Red de Jóvenes Comunicadores.
Simultáneamente, con los dedos de su brazo derecho, el comandante atrapó el brazo izquierdo de su esposa, forrado de amuletos. Ella se guindaba como tarántula, sujetando con sus dedos la chumpa roja favorita de su esposo.
La segunda canción de la noche fue el legendario reggae "One Love" de Bob Marley, pero con una letra adaptada para el matrimonio de El Carmen.
Durante la tercera canción del repertorio de esa noche fue el momento para que los empañuelados sacaran "el pañuelo del amor". Al comenzar "Antes que nazca el día", un canto de meditación también de Mejía Godoy, un par de comandantes de la JS, situados en ambos extremos del lugar, dieron la señal para quitarse el pañuelo del cuello, abrirlo, levantarlo y moverlo suavemente de un lado a otro. Cuando la canción cambia de ritmo, el pañuelo se empuña en una mano y se sacude. Detalles bien coordinados por el presentador de Telenica Canal 8, Oscar Alberto Pérez Obando, también viceministro de Juventud del Estado nicaragüense.
El monitor y las gesticulaciones
Aunque la coreografía está diseñada para proyectar imágenes de armonía, entusiasmo y alegría, hay una carencia evidente en el "lipsync" (sincronización de labios) con la letra. Es algo que la compañera debería notarlo en el monitor, por sí misma, ya que siempre se coloca frente al aparato. Ese monitor está ahí para satisfacer el insaciable deseo de Rosario de revisarse constantemente. No puede apartar la mirada de su propia imagen; ni de lo que la rodea; ni de quienes están mirándola. Nada puede pasar desapercibido, ni ella misma, ni sus gestos, calculados o no, pero muchas veces extraños.
Por ejemplo, en el cuarto episodio del repertorio musical, la ceremonia exigía entonar el Himno Nacional, ya que le tocaba hablar al Poder Ejecutivo. Todos los empañuelados realizaron una reverencia a la Bandera de Nicaragua. En ese momento solemne, el comandante llevó su mano a la visera de su gorra, mientras Rosario se entonaba el himno a sí misma, repasando su atuendo y tocándose. Sí, tal como se lee. Cantó el himno observándose a sí misma, en su propio monitor. Conjurando sus propias vibras, rodeada de la poca juventud que le queda a su movimiento dictatorial.
Se monitorea con deleite, como si no tuviera espejos suficientes en su casa, pero sin advertirse de que necesita con urgencia la atención de un dentista. Considerando la cantidad de propiedades confiscadas en los últimos meses, podrían poner en funcionamiento las oficinas de "Operación Sonrisa Sandinista". Nada les cuesta.
Otro ejemplo de las extrañas y peculiares gesticulaciones, imprevistas o no, de Murillo, se puede notar en el minuto 23:22 de la transmisión oficial de Canal 6. De repente aparece ella en primer plano. Rosario revisa el monitor, sonríe para ella misma. En ese mismo instante gira la cabeza hacia la derecha, pasando su lengua por todos sus dientes, como si estuviera buscando algún cabello enredado, o verificando que la dentadura que le queda está completa, o simplemente intentando sacarle la lengua a alguien, en cadena nacional.
Mientras ella gesticula para sí misma o para el fantasma del poder, el resto del club debería poner su pañuelo en remojo. Bailar, todos pueden. Pero cantar, solo el que se sabe la canción. Y es inaudito que, después de escuchar las mismas notas en todo el año, en todos los lugares de Managua, y en toda institución, a toda hora, las y los miembros del club no se sepan las letras completas del cancionero. Ni porque está entre sus deberes reproducir el mensaje en los canales de televisión y radios oficialistas. Saberse las canciones sandinistas es tan crucial que a veces parece ser el único requisito para asumir un puesto gubernamental en este particular escenario político. Oscarcito lo sabe. Todos lo saben. Asciende el que mejor baila, o el que mejor cante, o todo aquel y aquella que no le entre al inglés.
"Al inglés no le entro". El nuevo meme
A la hora del sermón, y como todo un pastor contra los "yankee", el comandante sacó sus libros sandinistas, para predicar su evangelio a las y los empañuelados, quienes poco deben de saber sobre Carlos Fonseca Amador, intentando mantener al rebaño despierto durante los 73 minutos de prédica. En aquel salón de actos oficiales, adornado con retratos coloridos con el rostro de Fonseca, en el minuto 59, el comandante cogió un libro que tenía en su púlpito. "Tengo aquí... un... un convendio... un conve, un compe, un compendio, que hizo nuestro hermano Aldo Díaz, de las obras fundamentales del comandante Carlos", dijo Ortega.
Sin decir el número exacto de la página, se adentró a leer un fragmento.
"Se proclama Walker (William) jefe de Estado de Nicaragua. El decreto que establece la esclavitud, al propio tiempo que demuestra cómo los americanos se proponen regenerar la sociedad en Nicaragua, y coloca a esta a la vanguardia de los Estados del sur de la Unión en el llamado... en el llamado..".
Justo en ese instante, todo se puso en pausa. Ortega se giró en búsqueda de ayuda. Ahí estaban su mujer, Rosario, con su hija menor, Luciana -como una sombra detrás de su papá, vestida de negro-. Las tres mujeres del comandante andaban de negro, de forma particular. Camila, Luciana y Rosario. "A ver... esto está en inglés, y yo al inglés no le entro. Nunca le quise entrar al inglés", exclamó Ortega entre una especie de risa. "Nunca le quise entrar al inglés", repitió. La sala estalló en aplausos, alabando así la ignorancia y el desprecio a la sabiduría, y el propio Ortega se unió a la diversión en torno a lo que él mismo había dicho.
"Ta' en español"
El comandante le pasó el libro a Rosario, señalándole la línea que estaba leyendo, donde necesitaba ayuda. Luciana, detrás de ellos, solo observaba en silencio. Prefirió no intervenir, y en lugar de colaborar trató de disimular las risas que salían de sus camanances, como si estuviese acostumbrada a ver esto, incluso disfrutándolo. Apresuradamente Rosario se enganchó sus lentes e intentó leer, pero el comandante no entendía. Ella tampoco.
"¿No lo ves?", le preguntó Daniel a Rosario.
"No lo veo", respondió la poetisa y vicepresidenta, meneando el quintal de anillos en sus dedos.
"Ano. Ta' en español. Ta' en español. Sí. Lo que pasa es que la letra está mucho más pequeña", manifestó el septuagenario dictador.
Resulta que el libro del hermano Aldo no estaba en inglés, pero el comandante se jactó de no entrarle al idioma de su más importante socio comercial, al mismo tiempo su peor enemigo.
A los colágenos se les quitó el sueño por un momento. Estaban aburridos de escuchar las mismas palabras. "Paz". "Injerencia". "Patria". "Soberanía". Según el equipo de COYUNTURA, esa noche Ortega no habló en inglés, ni tampoco en ucraniano, pero mencionó "Estados Unidos" 17 veces y "Ucrania" la misma cantidad. "Paz" y "Venezuela" fueron usadas unas 15 veces. "Federación rusa" y "soberanía" fueron dichas por el sandinistas 10 veces. Pero solo hubo un chiste, sobre su ignorancia.
De repente, otra vez, soltó su trillada frase favorita: "son unos 'jijos' de puta, pero son nuestros 'jijos' de puta".
Luego de un monólogo tedioso, mientras metía la mano izquierda en la bolsa del pantalón, escondiendo su reloj, Ortega instó al club de empañuelados a dar su vida "por la soberanía". "Estoy seguro de que ustedes, esa disposición, ese valor, ese coraje, lo llevan adentro, lo llevan en el alma, y están dispuestos, si fuese necesario, a dar la vida misma por la Patria, por la libertad, por la soberanía, por Nicaragua".
Pero, antes de dar la vida por la soberanía carmentiana, el primer reto de las y los empañuelados es aprenderse las letras del repertorio. La próxima vez no puede fallar el coro, muchachos.
¿Hay moraleja en esta historia?
El mítico comandante contra el imperialismo dejó claro que no le entra al inglés, a pesar de que este es un lenguje mucho menos complejo que el de sus aliados indispensables: el persa de los iraníes, el mandarín o el ruso. ¿Será qué a esas lenguas sí le entra Ortega? ¿Se atreverá a pronunciar alguna palabra en ruso, que no sea el "vodka" o "con vodka"?
En este juego de incompetencia lingüística, la familia dictatorial se sumerge en una danza de desprecio, gesticulaciones y carencias, demostrando que su capacidad para liderar se desmorona, si es que todavía la tienen. Incluso, cuando intentan sostener sus propios discursos, la lectura se convierte en un desafío insuperable. Y esa falta de lectura revela más detalles que cualquier discurso ensayado. Esta vez fueron más allá de una discusión o una mala fiesta revolucionaria. "Y enséñales también a leer", será una frase que resonará en el eco de la historia de una familia y de una dictadura incapaz de comprender no solo las letras, sino el mundo que les rodea.
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