El "regreso" de los polémicos "árboles de la vida" en Managua, ordenado por Rosario Murillo, refuerza la identidad visual del sandinismo "chayista" y genera críticas por su elevado costo y consumo energético, reflejando una vez más la evidente y profunda desconexión entre las prioridades gubernamentales y las necesidades de la ciudadanía nicaragüense.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
El pasado fin de semana, la segunda al mando del poder sandinista, Rosario Murillo, ordenó la instalación de 16 "arbolatas" en la Carretera Norte de Managua. Esta iniciativa, promovida como un símbolo de identidad para la ciudad, ha generado polémica y críticas por el elevado costo y el consumo energético que implican estas estructuras metálicas. Según reportes del medio oficialista El 19 Digital, las estructuras en representación del "árbol de la vida" se han instalado en el tramo que va desde el Aeropuerto Internacional Augusto César Sandino hasta la Planta Mechnikov. "Es una ocasión muy especial para todo el pueblo, para nosotros como institución de Gobierno, de nuestro buen Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), del comandante Daniel y de la compañera Rosario, de hacer entrega a nuestro pueblo, a todo nuestro pueblo de la capital de Nicaragua, de un total de 16 árboles de la vida completamente rehabilitados", declaró Emerson Salgado, responsable del departamento de protecciones eléctricas de la Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (ENATREL).
Por otro lado, Orlando Cruz, jefe del departamento de subestaciones eléctricas de ENATREL, argumentó que las arbolatas representan un emblema para Managua, afirmando que "todas las grandes capitales tienen símbolos, tienen emblemas, tienen estructuras emblemáticas que les identifica, que les diferencia; y en Managua tenemos los árboles de la vida".
El impacto económico y energético de las arbolatas es considerable. Aunque no se ha divulgado el costo exacto de la reciente instalación, se estima que cada estructura tiene un costo aproximado de 25,000 dólares según datos de 2017. Además, cada una de estas estructuras consume una cantidad significativa de energía eléctrica. Basándose en cálculos del diario La Prensa, las 16 estructuras podrían consumir la misma cantidad de energía que 960 viviendas regulares al mes. Cada arbolata, equipada con 15,000 luces LED, consumiría alrededor de 9,000 kilovatios hora de energía eléctrica por mes, lo que equivaldría al consumo de 60 hogares.
En términos económicos, este consumo se traduce en un gasto mensual de más de un millón de córdobas, según cálculos de este medio. La factura de energía de las 16 arbolatas ascendería a aproximadamente 1,312,070.4 córdobas, costo que recae sobre la Alcaldía de Managua y, en última instancia, sobre las y los ciudadanos a través de sus impuestos.
Esta "inversión" en arbolatas ha sido fuertemente criticada por sectores de la población que consideran que se trata de un derroche de recursos en un país con múltiples necesidades. Las arbolatas fueron inicialmente instaladas como parte de un proyecto de embellecimiento urbano impulsado por Murillo, quien les atribuye un significado simbólico y estético. Sin embargo, durante las protestas que comenzaron en abril del año 2018, muchas de estas estructuras fueron derribadas por manifestantes, cómo un acto de rechazo a la administración sandinista.
Murillo ha defendido la reinstalación de las arbolatas, argumentando que son un homenaje a los "héroes y mártires" del sandinismo. En un discurso reciente, afirmó que las arbolatas son una forma de "saludar al fundador del Frente Sandinista, Carlos Fonseca, y a todos los padres nicaragüenses", destacando que la reinstalación coincide con el aniversario del nacimiento de Fonseca y el Día del Padre en Nicaragua. No obstante, esta narrativa oficial omite mencionar las víctimas de la represión durante las protestas de 2018, en las que murieron más de 300 personas. Por el contrario, para Murillo la instalación de estos nuevos "árboles de la vida" es símbolo del "renacimiento" de "los tiempos de paz".
El costo total de reinstalación de las 16 arbolatas, según estimaciones basadas en precios de 2017, podría superar los 320,000 dólares, sin incluir gastos de electricidad, mantenimiento y seguridad. Este elevado gasto contrasta con las necesidades urgentes de la población, especialmente en un contexto de crisis económica, social y estructural, con cientos de familias viviendo en la precariedad.
A pesar de las críticas, el régimen Ortega-Murillo parece decidido a continuar con la instalación de más arbolatas en otras zonas de Managua, como la Carretera a Masaya, en los sectores de Tiscapa-Metrocentro y la rotonda Jean Paul Genie, según el oficialismo. Este proyecto se enmarca en la visión de Murillo de "embellecer la capital" y crear/fortalecer un símbolo distintivo del sandinismo, pero también refleja una desconexión con las prioridades y necesidades de la ciudadanía, con ella como estratega.
La reinstalación de las arbolatas en Managua es un claro ejemplo de cómo la dictadura sandinista utiliza símbolos visuales para reforzar su identidad y presencia en el espacio público. Sin embargo, este esfuerzo por dar otra imagen a la capital nicaragüense -con costosas estructuras metálicas- plantea serias dudas sobre la gestión de los recursos públicos y la prioridad de las políticas gubernamentales en un país que enfrenta numerosos desafíos institucionales y humanitarios. La controversia en torno a las arbolatas no solo subraya las divisiones políticas en Nicaragua, sino que también resalta la tensión entre la estética oficial y las necesidades reales de la población.
El símbolo "chayista" del FSLN
La reinstalación de los "árboles de la vida" ha sido objeto de un análisis por parte de expertos en psicología social y antropología, quienes han evaluado el impacto de estos símbolos en la identidad visual del sandinismo "chayista". La doctora "Elena", psicóloga social consultada por la Redacción de COYUNTURA, sostiene que las llamadas arbolatas funcionan como herramientas de control simbólico y emocional sobre la población. "Estos símbolos se imponen en el espacio público para crear una presencia constante del régimen en la vida cotidiana de los ciudadanos. La reiteración de estos elementos visuales sirve para reforzar la lealtad al oficialismo y a su aparato, al tiempo que minimiza las expresiones de disenso al establecer un entorno omnipresente del poder sandinista", explica.
Por otro lado, el antropólogo cultural "Ricardo" aporta una visión complementaria, señalando que la instalación de las arbolatas es un intento deliberado de "reconfigurar la memoria colectiva y la identidad urbana de Managua". "El sandinismo 'chayista' busca apropiarse del espacio urbano mediante símbolos que representan su ideología y poder. Las arbolatas, con su tamaño imponente y ubicuidad, actúan como monumentos que no solo 'adornan' la ciudad, sino que también marcan territorialmente su influencia. Esto es particularmente relevante en un contexto post-conflictivo, donde el Estado o lo que queda de él necesita reafirmar su dominio y legitimar su narrativa histórica frente a la resistencia y las críticas", argumentó la fuente, quien colabora en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua).
Ambos expertos coinciden en que la visión oficial sobre Managua está profundamente influenciada por una estrategia de monumentalización que pretende anclar la identidad del sandinismo en el paisaje urbano. Según Elena, "la insistencia en estos proyectos de embellecimiento urbano, a menudo costosos y polémicos, es una manifestación de cómo el régimen prioriza la construcción de una imagen de poder sobre las necesidades concretas de la ciudadanía". Ricardo añade que "este enfoque no solo ignora las carencias y urgencias de la población, sino que también refleja una desconexión con las realidades sociales, y las noticias o problemas ciudadanos, donde los símbolos oficiales pueden ser percibidos como una imposición en lugar de una representación genuina de la identidad colectiva".
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