En esta entrevista, el excarcelado y activista nicaragüense Víctor Obando abordó críticas puntuales sobre la fragmentación de las fuerzas opositoras, subrayando la importancia de un diálogo sincero entre todos los sectores y actores. Obando enfatizó la urgente necesidad de unidad y educación para enfrentar a la dictadura de Daniel Ortega y preparar a las futuras generaciones para liderar el cambio que Nicaragua necesita. Así mismo, Víctor prevé el futuro político del Frente Sandinista en una Nicaragua democrática, afirmando que: "El FSLN tiene que desaparecer si se demuestra que es una organización terrorista y criminal".
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
Texas, Estados Unidos de Norteamérica
Víctor Obando Valverde, originario de Bluefields, Región Autónoma de la Costa Caribe Sur de Nicaragua, a sus 33 años de edad ha vivido un camino marcado por la resistencia y la lucha cívica en su país natal. Actualmente, reside en la ciudad de Houston, Texas habiendo dejado su tierra en junio de 2021, dos años después de ser excarcelado como consecuencia de la ley de Amnistía aplicada en junio de 2019. Durante su tiempo en cautiverio, y ahora en el exilio, ha sido testigo y protagonista de los esfuerzos por la democratización de Nicaragua. Su perspectiva crítica y su experiencia en la creación y participación de plataformas opositoras lo han convertido en un canal con ideas para el futuro político de su país.
En esta entrevista concedida a la Redacción de COYUNTURA, Víctor Obando destacó la importancia de priorizar a Nicaragua y sus ciudadanos sobre las ideologías políticas. Criticó la fragmentación de las fuerzas opositoras y enfatizó que "la unidad y la educación son esenciales para superar la dictadura actual". Además, cree que todos los nicaragüenses, sin importar su orientación política, deben unirse para trabajar por un país más justo y equitativo, poniendo en primer lugar a los más necesitados y aquellos que a estas alturas no han recibido justicia.
Obando subrayó que, para construir una sociedad diferente es crucial hacer rendir cuentas a quienes han cometido crímenes bajo el régimen sandinista desde los años 80. Su mensaje principal es que, con unidad y compromiso, se puede crear una cultura de paz y preparar a las futuras generaciones para liderar el cambio que Nicaragua necesita. "Sin unidad y sin procesos de sanidad interna, la oposición continuará fragmentada y sin la fuerza necesaria para provocar un cambio real en Nicaragua", reflexiona.
Pregunta: Entre tu tiempo en cautiverio y tu tiempo en el exilio, ¿qué te ha marcado en ambas etapas, en medio de este proceso de resistencia?
Respuesta: El tiempo en cautiverio me mantuvo con mucha fortaleza porque contaba con el compañerismo de mis hermanos de celda. Depsués de eso estuvimos unidos en la creación de plataformas opositoras; nos acompañábamos, nos resguardábamos, teníamos todo el acompañamiento y hacíamos trabajo en equipo para mantenernos mínimamente seguros en Nicaragua. Con la imposición de leyes represivas todo se vino fragmentando. En el 2021 se comenzó a dar el exilio masivo y así fuimos perdiendo contacto y entramos en un proceso de soledad, de aflicción, desprotección y desvinculo.
El exilio es todavía más doloroso porque no tienes el abrazo, o la cercanía que esa persona que sufrió junto con vos. No tenés con quien desahogarte cara a cara, ya no es lo mismo compartir de forma presencial con quienes hemos venido luchando desde antes del 2018. Este proceso de soledad golpea mucho. Recuerdo que mi papá me dijo que me iba a desgarrar, que el proceso me iba a doler y definitivamente siento como que me han arrancado un pedazo desde adentro, sin una gota de anestesia. Ha tocado reinventarse, resignarse, poner en práctica el principio de la sobreviviencia y adaptarse al sistema.
P. Cuando dices que te arrancaron un pedazo sin anestesia, ¿qué fue lo que te arrancaron y qué te dejaron?
R. No lograron arrancarme el amor por mi país, el amor por mis raíces, mi idiosincrasia, el amor por el lugar donde nací; todo lo que soy y represento, lo que llevo en las venas. A mí me recorre el pinolillo en vez de sangre. Cuando me enojo soy como el Volcán Masaya. Lo que pasa por mi mente está relacionado a Nicaragua, siempre. Es un amor fuerte que llevaré hasta mi último suspiro, el amor por ver a Nicaragua libre.
P. ¿En qué se traduce o se manifiesta ese "amor" por Nicaragua?
R. Sabiendo todo lo que está pasando mi país, en prepararme para volver y aportar todo lo que ese país me ha dado. Ese país me dio amor y yo quiero regresar ese amor. Me dio educación y quiero devolverle educación. Ese país me enseñó a querer, a amar y de esa misma forma quiero devolverlo, con algo diferente y positivo. Me estoy preparando, me estoy educando para lo complejo que puede llegar a ser la reconstrucción de un país donde todos podamos caber, con pequeños ejemplos que lleguen a marcar la diferencia.
P. ¿En qué etapa de la crisis crees que se encuentra Nicaragua y cómo te imaginas el camino de su reconstrucción?
R. Depende de la adaptación al nuevo sistema. Depende de lo que cada quien quiere. Yo siento que estoy a la mitad del camino en un sistema de preparación para el retorno, porque sueño con volver. Es lo que soñamos la mayoría de los nicaragüenses que estamos en el exilio. Yo no quiero volver siendo el mismo; tengo que llegar más fortalecido, resistente y resiliente para poder dar todo de mi, a la Nicaragua que venimos soñando.
Estamos en una etapa compleja. Desde el 2018 hemos luchado entre nosotros mismos, en medición de fuerza. Estamos en un "estira y encoge"; que si la derecha, que si la izquierda, sin poder tener un diálogo sincero entre los espacios de oposición. No hemos puesto a Nicaragua como prioridad, sino a las ideologías políticas, la orientación sexual, el feminismo, o lo que sea. Primero está el país, la Nación, los ciudadanos, los pobres y aquellos que no han recibido justicia.
P. ¿Qué se necesita para superar esta etapa?
R. Ni siquiera hemos hecho el proceso de reflexión. Tampoco hemos pasado procesos de sanidad interna. Por eso son los rencores, las rivalidades y las riñas que tenemos entre los nicaragüenses y los grupos opositores que están liderando en este momento.
Necesitamos educación para promover una cultura de paz. Venimos hablando de una Nicaragua en paz, desarmada y con educación, pero no nos estamos atendiendo nosotros para saber cómo agarrar esas riendas y ejecutar esas acciones para construir un nuevo y mejor país.
P. ¿Tiene derecho a existir el Frente Sandinista en ese nuevo y mejor país?
R. Crecí con buenos conceptos del Frente Sandinista porque supieron hacer buena publicidad para engañas a la generación que los apoyaron en su lucha, pero todo ha cambiado. Se han cagado en los nicaragüenses y se han cagado en el país entero. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tiene que desaparecer si se demuestra que es una organización terrorista y criminal. Asesinatos, desapariciones, lisiados, exiliados, ha sido una brutalidad y tienen que pagar con justicia todos esos crímenes.
P. Y, a la militancia no participó en crímenes y quiere seguir manteniendo su bandera rojinegra y sus puestos en el Estado, ¿qué les propones?
R. Tiene que existir una comisión qu investigue los crímenes que se han cometido desde los años 80, hasta la actualidad. Las personas que participaron de manera intelectual tiene que pasar por la justicia. En la nueva Nicaragua queremos democracia y las personas con manos limpias pueden volver a organizarse en el partido que quieran. Pero difícilmente el FSLN volverá a tener fuerza por todo lo que ha pasado. Ya no quedan líderes o perfiles políticos que vayan a tener auge a nivel social.
La democracia les ofrece el derecho de existencia y de organización siempre y cuando no tengan las manos manchadas de sangre.
P. En un país donde no hay vestigios de democracia, ¿qué sentido tiene impulsar y anteponer tendencias ideológicas? ¿Cómo esa discusión tomó fuerza en medio de una crisis?
R. Eso corresponde a un resentimiento histórico que guardamos desde tiempos lejanos y si no nos desprendemos de esos resentimientos, melancolías y frustraciones, de que la derecha o la izquierda es la mejor, si no nos desprendemos y no nos sometemos a un diálogo sincero para generar propuestas, hasta que esto no exista no vamos a avanzar. Compartir un mismo espacio no necesariamente es estar unidos, no sirve de nada ver a los mismos en el mismo espacio diciendo lo mismo. Estar unidos es tener el mismo plan y cada quien representando a su propia organización e intereses.
P. ¿Estos esfuerzos de unidad son fracasos anticipados?
R. Sí. Si no se ejecuta un plan de diálogo sincero entre las mismas oposiciones, que las juventudes también tengan un diálogo sincero entre ellos mismos, y todas las diversidades entremos en un diálogo para construir una línea de acción por el país.
La población ya perdió la esperanza. Hasta "reserva moral" ha quedado mal aquí. Hemos rendido malas cuentas. Nos hemos peleado entre nosotros, hasta en las entrevistas damos vergüenza porque a veces decimos cosas incoherentes e ilógicas. Decimos lo que la gente quiere escuchar y caemos en ese juego, pero más allá del discurso no hay acciones, puro populismo y sensacionalismo.
P. ¿Qué se puede rescatar de casi siete años de resistencia?
R. Todas las acciones que se han llevado a cabo en el ámbito internacional, en la denuncia. Pero, en el ámbito organizacional solo hemos logrado evidenciar la desfragmentación y no es que yo quiero ser negativo, sino realista. Cada año surgen nuevos grupos para luego desaparecer.
P. ¿Actualmente con quién has decidido organizarte?
R. He decidido retomar las riendas del trabajo por Nicaragua en la Gran Confederación Opositora Nicaragüense (GCON) porque es lo que tengo al alcance en el exilio y porque he visto que el proceso de consulta, de ingreso, de sometimiento de las propuestas ha sido verdaderamente democrático. Me está gustando mucho el espacio.
P. Y, ¿cuál es el rol o el aporte que has asumido en tu trabajo por la democratización de Nicaragua?
R. Mi rol ha sido el de denuncia, siempre en la línea de los derechos humanos. Cuando me encuentro con otro nicaragüense que me expresa su frustración que no saben cómo canalizar sus emociones, les digo que nosotros podemos hacer mucho escribiendo, dando un consejo, ejecutando las ideas. Expresando la opinión podemos servir como fuente de inspiración para regresarle las ganas a la gente de volver a involucrarse en este proceso.
P. ¿Cómo generar esperanza real?
R. Podemos lograr esperanza a través de la empatía porque sin ella no vamos a llegar a ninguna parte. Yo sé lo que es estar preso y sé del dolor y el sufrimiento que están pasando las personas que están en las mazmorras del régimen y también lo que sufren las familias. Hay que apoyar cualquier iniciativa que tenga que ver con ellos y sus familias, pensando en su comida, promover su liberación, compartir las campañas de los diferentes grupos. Además, ayudar a un exiliado cuando lo necesite, involucrarse de forma voluntaria y desinteresada, aportando lo mejor para animar a la gente a querer ser parte de esto.
P. ¿Cómo puede la ciudadanía recuperar la confianza en los espacios cívicos?
R. Hay que predicar con el ejemplo, ser un ejemplo de cambio. Integrándose, involucrándose, formar parte, eso genera esperanza y con la esperanza llega el cambio. Estos grupos y organizaciones en vez aportar esperanza te roban hasta las ganas de vivir. Si no nos involucramos es más fácil frustrarse. Hay que escarbar lo que llevamos dentro. Colaborando con las iniciativa que apoyan ciertas causas y así sucesivamente. Hay que aportar las neuronas, el conocimiento.
Dar la cara, ser un agente de cambio es difícil porque nos vemos como competencia, a pesar de que eso hace perder credibilidad.
P. ¿La unidad debe incluir a personas que pertenecen o pertenecieron al sandinismo?
R. Claro que sí. La unidad tiene que ser integral, transversal, desde todos los ejes y ópticas. No hay que descartar esas posibilidades de que hay personas que están dentro que saben cómo maniobra la dictadura. Hay que practicar la empatía con quienes también son víctimas y no hay que descartarles porque en la nueva Nicaragua ellos también pueden ser agentes de cambio. Son agentes de contribución de ideas.
P. ¿Está Nicaragua lista para salir de la dictadura?
R. No estamos listos para salir de la dictadura sino tenemos procesos de unidad verdaderamente palpables, creíbles y que te permitan apostar a espacios que brinden la oportunidad de participar, escuchar y tomar en cuenta las ideas; que se logren consensos para un plan de gobierno, para ejecutar proyectos en conjunto, con transparencia, con participación igualitaria y equitativa.
Ni la juventud, ni otros opositores estamos preparados para desplazar a la dictadura porque no hay unidad concreta y palpable.
Hasta que no se de esa verdadera unidad, vamos a ver la masividad nicaragüense contagiándose unos con otros de positivismo y todos con ganas de participar. La unidad hará que eso fluya en el ambiente como lo hemos visto en el 2018. Todos vamos a ser parte de este cambio y si no pensamos así no estamos preparados para salir de la dictadura.
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