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Una velada boxística con exdeportistas, comerciantes y tiktokers para entretener a Managua

Algunos ciudadanos afirman que la dictadura no engaña. "Puede entretener, pero nadie olvida los problemas del país", aseguró una fuente. Otros aprovecharon la actividad para "ganar unos pesitos".


Por Redacción Central | @CoyunturaNic

Managua, Nicaragua
Rosendo Álvarez (de espalda) y Juan Calderas en la noche de boxeo sandinista de 2024 | Fotografía de Telenica Canal 8
Rosendo Álvarez (de espalda) y Juan Calderas en la noche de boxeo sandinista de 2024 | Fotografía de Telenica Canal 8

El régimen sandinista de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en Nicaragua recurre muy a menudo a todo lo que tiene a su disposición para distraer a las y los ciudadanos de los profundos problemas del país centroamericano. Un sistema dictatorial; no hay libertades individuales, políticas o básicas; la represión es constante y contra muchos sectores; no hay nuevas inversiones, el desempleo y la informalidad laboral crecen, y la vida cuesta cada día más.


"Lo increíble es que en el país hay circo, aunque no haya pan", comentó a esta Redacción un opositor capitalino, quien pidió anonimato para evitar "una cárcel segura". Se refiere en particular a una reciente actividad, realizada con fondos públicos de la municipalidad de Managua, donde varios "personajes" locales participaron en una velada boxística, organizada con el apoyo mediático y financiero de medios de comunicación de la familia Ortega-Murillo.


"Intentan mostrar un país feliz y ocultar lo que no pueden: un país sin libertades, bajo una dictadura que asesinó a 355 disidentes y encarceló y desterró a miles por oponerse a su permanencia en el poder", acusa el opositor.


Excampeones de boxeo como Rosendo Álvarez, José Álfaro y Ricardo Mayorga se enfrentaron a tiktokers y comerciantes, como Juan Caldera, la noche del sábado 12 de octubre de 2024 en el Polideportivo Alexis Argüello. Los medios afines al régimen Ortega-Murillo se encargaron de promocionar el evento como si mereciera la atención de todo el país.


Los participantes hicieron su aparición en los programas de televisión controlados por los hijos de Ortega y Murillo. La Alcaldía facilitó las instalaciones y brindó apoyo logístico, mientras la policía garantizaba la seguridad del evento. Álvarez, Mayorga, Alfaro y Caldera han expresado públicamente su lealtad al régimen, considerado una de las dictaduras más represivas de América Latina.


Para doña Rosenda Gómez, una comerciante de 77 años del barrio Milagro de Dios, la velada fue una oportunidad para generar ingresos. "La gente puso el pan y ellos el circo", dice con picardía.


"Hijo, más sabe el diablo por viejo que por diablo... Saqué mi televisor a la calle y, con la ayuda de los vecinos, conseguí como 40 sillas. Ofrecí ver la pelea del loco Caldera –porque a los otros no los conozco– y vendí cervezas y chiverías. Me gané cinco mil pesitos, nada mal", contó. "La necesidad nos empuja a ser creativos", agregó con una sonrisa.


Don Porfirio Medina, un residente del barrio Domitila Lugo desde hace 32 años, dice que no se deja engañar. "Sí, me divertí viendo esas locuras, pero está claro que todo eso es puro show. Entretiene por un rato, pero la realidad que vivimos no se olvida", comenta con seriedad.


El sexagenario se refiere a que el pueblo "tiene sus cuatro clavos". "No hay trabajo, los problemas económicos y políticos son graves, y aunque esto te hace reír un rato, mañana hay que enfrentar la realidad, y la cosa no pinta bien desde hace tiempo", afirmó.


Por otro lado, María Alarcón, una joven estudiante de quinto año de educación secundaria en un colegio público de Managua, recuerda con tristeza a Álvaro Conrado, el adolescente asesinado por la Policía del régimen durante una protesta en 2018, a quien dice que conoció en vida. "Ver esto es desagradable. Hay una mezcla de malestar y tristeza al ver cómo algunos ignoran lo que hemos vivido en Nicaragua", lamentó.


Fotografía de Telenica Canal 8
Fotografía de Telenica Canal 8

Por otro lado, José Quijano, un joven comerciante de uno de los mercados capitalinos, admite haber disfrutado del espectáculo. "Sí, lo disfruté, fue una alegría momentánea", comenta. "Pero luego vuelves a la realidad, a los problemas. Los amigos primero se ríen y después se quejan de que no debimos gastar en ese relajo... Te queda una sensación amarga", dice entre risas.


"Si la gente tiene claro de qué va todo esto, solo significa que el circo del régimen no está logrando el efecto deseado", concluyó el ciudadano. "Todos saben que estamos chimados", añade con resignación.


Aumento evidente de la seguridad en la capital


Managua enfrenta una creciente ola de inseguridad, a pesar de los esfuerzos de la administración del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por proyectar al país como el más seguro de Centroamérica. En las últimas semanas, se han reportado asaltos en diversas sucursales de la cadena de tiendas Súper Express, todos perpetrados con un patrón similar: hombres encapuchados, armados y movilizándose en motocicletas.


Esos hechos han despertado la alarma de los ciudadanos, quienes señalan que la criminalidad va en aumento, contrastando con el discurso oficial que afirma lo contrario.


El incremento de la delincuencia en Managua ha sido vinculado a la política de excarcelación masiva de reos comunes por parte del gobierno, con más de 38,000 liberaciones entre 2014 y 2022. Esta medida, lejos de promover la reinserción social, ha derivado en un aumento de los delitos violentos. En uno de los incidentes más recientes, un joven de 23 años perdió la vida tras ser brutalmente golpeado durante un asalto. Mientras los ciudadanos exigen mayor protección, el oficialismo aún no ha implementado un plan efectivo para abordar la creciente criminalidad en la capital.


Una socióloga consultada bajo anonimato explica que estas actividades masivas promovidas por el sandinismo -con más de 1,000 encuentros en diversos municipios de forma simultanea cada fin de semana- son una táctica deliberada y sistemática para mantener a la población distraída, reducir las tensiones sociales y hasta "generar simpatía entre los suyos". "Estas acciones responden a una estrategia clásica en Nicaragua, donde, en ausencia de soluciones reales y profundas a los problemas y las situaciones del día que enfrenta la gente, se busca ofrecer entretenimiento barato para desviar su atención", comenta la especialista.


Según su análisis, el gobierno utiliza estos eventos como una herramienta de control social, que, aunque puede generar un alivio temporal, no aborda las verdaderas preocupaciones de la ciudadanía, como la creciente inseguridad.


"Lo más preocupante", agrega la socióloga, "es que mientras la gente se divierte o se distrae por un momento, los problemas fundamentales, como la criminalidad, el gasto público irracional y la represión, siguen escalando sin que haya respuestas claras del Estado". Esta dinámica, según ella, crea una desconexión entre la realidad cotidiana de los nicaragüenses y la imagen que el régimen intenta proyectar en los medios. "Al final, el entretenimiento no puede ocultar la inseguridad y el miedo que viven las personas en las calles", concluye.


Entonces, ¿es este el entretenimiento que merece Nicaragua? En definitiva, no.


 

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