El sandinista no solo se limitó a la retórica, sino que también lanzó este lunes una velada amenaza de guerra, en caso de que se intentara una intervención armada contra Venezuela desde Colombia. Daniel Ortega advirtió sobre la posibilidad de que se organice "un ejército de mercenarios" en Colombia para desestabilizar a Venezuela y aseguró que, en tal escenario, Venezuela contaría con el apoyo de combatientes sandinistas. "Tengo la seguridad de que así como se sumaron miles de combatientes en la batalla contra Somoza, se van a sumar miles de combatientes latinoamericanos caribeños para la defensa de la revolución" en Venezuela, aseguró el nicaragüense.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
En un discurso cargado de ataques y descalificaciones, el mandatario nicaragüense Daniel Ortega -en el Poder Ejecutivo desde el año 2007- arremetió contra Luiz Inácio Lula da Silva, su antiguo aliado y actual presidente de Brasil, durante la XI Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estado de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). Ortega, que participó de forma virtual desde su residencia en Managua, no escatimó en calificativos peyorativos hacia Lula, acusándolo de ser un "arrastrado" al servicio de los intereses de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) en América Latina. Ortega expresó su descontento con Lula debido a su postura crítica frente al fraude electoral en Venezuela, donde Nicolás Maduro, respaldado por Ortega, se niega a reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente electo luego de los comicios del domingo 28 de julio de 2024. Según Ortega, la actitud de Lula y su negativa a apoyar abiertamente a Maduro es "vergonzosa", ya que, a su juicio, está alineada con las posiciones de los "yanquis" y los gobiernos "arrastrados" de América Latina. "Te estás arrastrando también, Lula", sentenció Ortega en su intervención.
La tensión entre Nicaragua y Brasil no es nueva, pero las recientes declaraciones de Ortega han llevado las relaciones diplomáticas a un punto de ruptura crítico. El pasado jueves 08 de agosto, Nicaragua expulsó al embajador brasileño en Managua, lo que provocó una respuesta recíproca por parte del Gobierno de Lula, que expulsó a la embajadora nicaragüense en Brasilia. Desde entonces, las relaciones entre los dos países han estado prácticamente rotas, y las palabras de Ortega durante la cumbre parecen confirmar y aumentar la tensión.
Ortega criticó duramente a Lula por haberlo calificado de dictador en una entrevista en julio pasado, además de compararlo con Anastasio Somoza, el dictador nicaragüense derrocado por la Revolución Ciudadana de 1979. "¿Qué te podría decir, Lula? Parece que te gusta ser presidente y desde esa Presidencia de ese gran país que es Brasil, quieres convertirte en el representante de los yanquis en América. Por eso rompimos relaciones con Brasil", afirmó Ortega este lunes 26 de agosto, justificando así la ruptura diplomática.
Mensaje de Francisco y negativa a Lula
Ortega también reveló detalles de un episodio diplomático que involucró al Papa Francisco, Lula y la situación del obispo nicaragüense Rolando Álvarez, encarcelado, desnacionalizado por el régimen y desterrado en enero de 2024. Según Ortega, Lula intentó contactarlo tras una reunión con el Papa para transmitirle un mensaje del pontífice, pero Ortega decidió no responder a la llamada. "Si el Papa, que es un Estado que está claramente a favor del imperio, quiere comunicarse con nosotros, lo puede hacer directamente. No necesitamos intermediarios", declaró Ortega, señalando que Lula se habría molestado por la falta de respuesta.
Esta revelación no solo muestra el deterioro de las relaciones entre Nicaragua y Brasil, sino que también evidencia la creciente desconfianza de Ortega hacia figuras que alguna vez fueron aliadas, y ahora, según él, actúan en connivencia con las potencias occidentales.
Pero Ortega no se limitó a Lula en sus ataques; también tuvo palabras duras para Gustavo Petro, presidente de Colombia, a quien acusó de estar compitiendo con Lula por el liderazgo de la supuesta representación de los intereses de EE.UU. en América Latina. "A Petro, ¿qué le puedo decir? Pobre Petro, lo veo compitiendo con Lula para ver quién va a ser el líder que va a representar a los yanquis en América Latina", expresó el sandinista.
Las críticas hacia Petro se enmarcan en el rechazo del líder nicaragüense hacia los gobiernos que, aunque de izquierda, han denunciado las violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen sandinista desde el año 2018. Tanto Lula como Petro han sido críticos del manejo de Ortega en Nicaragua, especialmente en lo relacionado con la represión de la oposición y la persecución de la iglesia católica.
Amenaza de guerra y el fantasma de la Contra
En su intervención, Ortega también esbozó un panorama de confrontación armada en la región, mencionando la posibilidad de que Colombia, con la supuesta complicidad de EE.UU., organice un "ejército de mercenarios" para atacar a Venezuela. Ortega advirtió a Nicolás Maduro que esté preparado para enfrentar una posible guerra en la frontera con Colombia, y aseguró que los "combatientes sandinistas" estarían dispuestos a unirse a la defensa de la revolución bolivariana. "Hay que prepararse, Nicolás, con esa gran frontera que tienen con Colombia para derrotarlos. Si llega esa batalla, van a contar con combatientes sandinistas", prometió Ortega, evocando los tiempos de la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza y las intervenciones estadounidenses en la región.
Un régimen aislado en la izquierda internacional
Las declaraciones de Ortega reflejan no solo un endurecimiento de su discurso, sino también su creciente aislamiento dentro de la izquierda latinoamericana. Con la llegada al poder de líderes que, aunque de izquierda, rechazan el autoritarismo de Ortega, como Gabriel Boric en Chile, Petro y Lula en Suramérica, y hasta Bernardo Arévalo en Guatemala, el régimen sandinista se enfrenta a una creciente condena internacional, incluso desde sus antiguos aliados ideológicos, o a través de organizaciones enlazadas históricamente a los movimientos progresistas.
La postura beligerante de Ortega, su negativa a reconocer los llamados de la comunidad internacional por un retorno a la democracia en Nicaragua o un cese de los ataques a diversos sectores, y sus ofensivas contra figuras clave de la izquierda latinoamericana, mientras la compañera Rosario solo sonríe y aplaude, lo único que hacen es "profundizar el aislamiento del régimen nicaragüense, y debilitar la narrativa del oficialismo, según una politóloga consultada por este medio tras las declaraciones de Ortega este lunes, en un contexto geopolítico y de seguridad que cada vez le es más adverso. Mientras Ortega continúa aferrado al poder y a sus ataques desmedidos, las grietas en su alianza con otros líderes de izquierda se ensanchan, dejando a Nicaragua cada vez más sola en un escenario regional complejo y volátil. Sola, con Rusia, Venezuela, Cuba, Irán, Afganistán y Honduras.
Encima, los ataques de Daniel Ortega durante este lunes no se limitaron a Brasil o Colombia. También el sandinista señaló al Vaticano de ser "complice de los nazis". "La tendencia humana fue imponerse por la fuerza, desde los orígenes de la humanidad. Ahí ya estaba incubándose el fascismo. En Grecia, en los imperios, en la Roma", agregó Daniel. "El Vaticano fue complice de los nazis, en Alemania, en Italia, en España. En España incluso se dio un confrontamiento armado de católicos, cristianos, manipulados, en la defensa de la democracia. Ahí hubo una guerra, como la que se produjo tiempo después en México. Los curas, en guerra, contra los que eran procesos de avanzada en México. Volando bala los sacerdotes. No podemos cerrar los ojos a esa realidad. El Vaticano es un instrumento más en todas estas batallas que estamos librando. Parte de un conglomerado del fascismo que, en nuevas modalidades, quiere dominar el mundo", sentenció el sandinista desde Managua, un día después de que el Papa Francisco invitara desde Roma a la "renovación de la fe" en Nicaragua.
Este creciente aislamiento, combinado con la represión interna, sugiere en cada ocasión que Ortega está dispuesto a mantener su posición a cualquier costo y con cualquier excusa, aunque ello implique cortar lazos con antiguos aliados -ahora enemigos- y enfrentarse al rechazo de la comunidad internacional, todos los días del año. Mientras tanto, Daniel "el historiador" Ortega continuará sin duda con sus ataques verbales, aferrado a un poder que, con el tiempo, se vuelve más frágil, porque los hilos ya poco resisten.
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