Las elecciones primarias de Honduras, que se celebran este domingo 09 de marzo de 2025, marcan un hito en la historia política e institucional. Por primera vez, los tres principales partidos presentan simultáneamente a una mujer como precandidata presidencial, garantizando representación femenina en cada boleta. Pero este hecho trasciende el simbolismo: más allá de competir por la candidatura, estas tres mujeres buscan hacer historia al convertirse en la sucesora de Xiomara Castro. De lograrlo, Honduras sería el primer país de Centroamérica donde una mujer entrega el poder a otra, en un contexto marcado por la violencia de género y profundas desigualdades, en los cargos de elección pública y en la calle.
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
Política, género y ciudadanía
Tegucigalpa, Honduras

En Honduras, la política ha sido tradicionalmente un club de "toros". Durante más de un siglo, las campañas presidenciales estuvieron dominadas por caudillos, "machos" con apellidos de linaje político y estructuras patriarcales donde las mujeres, cuando figuraban, lo hacían en roles secundarios. Sin embargo, este domingo 09 de marzo de 2025, las elecciones primarias marcarán un giro inédito para el país centroamericano: por primera vez, los tres principales partidos en contienda presentan una mujer como precandidata presidencial.
Este hecho, más que una casualidad, responde a un reacomodo en la política hondureña tras la llegada de Xiomara Castro al Poder Ejecutivo en 2022. Ahora, estas tres aspirantes compiten no solo por la candidatura, sino también por la posibilidad de convertirse en su sucesora, abriendo el camino a un escenario inédito en Centroamérica: una mujer entregando la presidencia a otra.
La contienda se desarrolla en un país donde, pese a avances en la representación política de las mujeres, el poder sigue estando mayoritariamente en manos de estructuras dominadas por hombres. A diferencia de 2021, cuando solo una mujer compitió entre nueve precandidatos, esta vez hay tres de un total de diez aspirantes, cada una liderando la fórmula de los tres partidos habilitados para el proceso: el Partido Liberal de Honduras (PLH), el Partido Nacional de Honduras (PNH) y el oficialista Libertad y Refundación (LIBRE).
Hace 28 años, Alba Nora Gúnera, quien falleció el 01 de octubre de 2021, se convirtió en la primera mujer en ganar unas elecciones primarias en Honduras. Lo logró en 1996, cuando el país apenas debatía el papel de las mujeres en la política. Pero su victoria no fue suficiente, perdió en las generales y su nombre quedó relegado en la historia, eclipsado por un sistema que por décadas mantuvo el poder en manos de los mismos de siempre.
Las tres precandidatas de 2025 no son figuras improvisadas. Una fue primera dama, otra es diputada y la tercera es la actual ministra de Defensa. Sus trayectorias políticas y la forma en que llegaron a esta contienda reflejan tanto los cambios como las resistencias dentro de un sistema que, hasta hace poco, parecía reservado solo para hombres.
Ana Rosalinda García Carías
Ana Rosalinda García Carías, originaria de Tegucigalpa, de 54 años de edad, y esposa del expresidente Juan Orlando Hernández, irrumpió con fuerza en el escenario político hondureño al anunciar su precandidatura presidencial, un paso que ha puesto a prueba la cohesión interna del Partido Nacional. Con su movimiento "Avanza, por la justicia y la unidad", García Carías busca consolidar su liderazgo en las estructuras que, en dos ocasiones, respaldaron a su esposo para llegar al poder.

Abogada de profesión, García Carías se graduó de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y cursó estudios de posgrado en el extranjero. Su carrera profesional comenzó en el sector privado, en la firma "Asesores Legales Consultores y Notarios", que cofundó junto a su esposo antes de que este asumiera la presidencia.
Su visibilidad pública creció en 2014, cuando asumió el cargo de primera dama, tras la llegada de Juan Orlando Hernández al poder. Durante los dos mandatos de su esposo (2014-2022), Ana García representó al gobierno en diversas iniciativas sociales y foros internacionales, aunque su gestión estuvo marcada por las crecientes denuncias de corrupción y violaciones a los derechos humanos que rodearon a la administración.
Sin embargo, su trayectoria dio un giro significativo en 2022, cuando su esposo, pocos días después de dejar la Presidencia hondureña, fue extraditado, para posteriormente ser condenado en Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) por tráfico y uso de armas y drogas. Desde entonces, García Carías ha liderado una campaña de defensa de su esposo, recorriendo barrios, ciudades, medios de comunicación, colonias y foros con un chaleco azul que proclama el regreso del exmandatario bajo el lema "#Volverá".
En marzo de 2024, Ana Rosalinda García Carías oficializó su aspiración presidencial para los comicios primarios de este domingo, apelando a la lealtad de las bases del PNH y al legado de su esposo, sentenciado a 45 años de cárcel. Es una de las cuatro aspirantes dentro de este partido y se enfrentará a Nasry Asfura, el exalcalde de Tegucigalpa, quien mantiene un respaldo significativo tras su participación en las elecciones anteriores.
Su candidatura busca continuar el proyecto político de Hernández, lo que genera tanto rechazo entre sectores que claman por una renovación dentro del partido, como apoyo de quienes consideran que ella es la mejor opción para recuperar el poder. No es ni la más popular ni la más adecuada de los cuatro precandidatos en la planilla presidencial nacionalista.
Maribel Espinoza Turcios
Maribel Espinoza Turcios, nacida el 24 de marzo de 1959 en Francisco Morazán, Honduras, es una abogada y política destacada en el país. Hija del teniente coronel Andrés Espinoza, cercano al expresidente Ramón Villeda Morales, y de la enfermera Alma Turcios, Espinoza ha tenido una trayectoria marcada por su compromiso con la justicia y la política nacional.

Espinoza es licenciada en Derecho y posee una maestría en Derecho Constitucional por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). A lo largo de su carrera, ha ejercido como procuradora en los tribunales del país y ha dirigido su propia firma legal, el Estudio Jurídico Espinoza y Asociados. Además, ha sido apoderada legal de importantes empresas, incluyendo el Grupo Financiero Ficohsa y Aguas de San Pedro.
En 2016, Espinoza lanzó su precandidatura presidencial por el Partido Liberal de Honduras (PLH) bajo el movimiento "Maribel Ya". Aunque desistió a media campaña, continuó su labor política y, entre 2017 y 2020, se desempeñó como vicepresidenta del PLH. Durante las elecciones generales de 2021, fue electa diputada del Congreso Nacional por el Partido Salvador de Honduras (PSH), representando al departamento de Yoro.
En 2024, Espinoza retornó al PLH con el objetivo de liderar el movimiento "Juntos por Honduras", centrado en renovar y transformar la estructura interna del partido. Su candidatura presidencial para las elecciones primarias del 9 de marzo de 2025 busca revitalizar al PLH, enfocándose en modernizar sus estructuras y promover la participación femenina. De ganar estas primarias, Espinoza se convertiría en la primera mujer en representar al PLH en las elecciones generales.
La campaña de Espinoza se ha centrado en la transparencia y la rendición de cuentas. Ha sido la única precandidata en presentar públicamente las fuentes de sus ingresos, un gesto que ha sido bien recibido por la opinión pública en un país que busca erradicar la corrupción.
La candidatura de Maribel Espinoza representa una oportunidad para que el PLH se renueve y recupere protagonismo en la política nacional, con un enfoque en la inclusión y la transparencia.
Espinoza cerró su intervención el jueves 06 de febrero de 2025 en el foro de la Universidad de San Pedro Sula (USAP) con un llamado urgente a la acción para cambiar Honduras. En un país marcado por la violencia, la corrupción y el crimen organizado, destacó su postura valiente al instar a dejar el odio y avanzar hacia un futuro mejor: "Es por los seres humanos de mi país por lo que estoy en política", dijo, enfocándose en los jóvenes como la esperanza para reconstruir el país. En su diagnóstico, fue clara: "No hay presente ni futuro para nuestros jóvenes".
La precandidata fue firme al señalar que las promesas vacías no tienen cabida en su discurso. "Los ciudadanos ya perdieron la confianza en los políticos, y precisamente porque ya la perdieron debemos de pasar de las palabras a los hechos", expresó. Enfatizó su transparencia al ser la única precandidata en mostrar públicamente sus declaraciones de impuestos y permitir investigaciones sobre sus bienes. Además, subrayó su "hoja de vida incuestionable" sin vínculos con corrupción o crimen organizado.
Espinoza también abogó por un cambio de narrativa en la sociedad hondureña: "Hemos perdido valores y principios". Llamó a la unidad y a dejar atrás la división, asegurando que el futuro debe estar enfocado en avanzar y no en los errores del pasado. Finalmente, concluyó con un mensaje claro: los jóvenes deben ser los encargados de liderar la reconstrucción de la nación: "Los jóvenes son la esperanza, pero a la vez tienen que tomar el rol protagónico para reconstruir esta nación".
Rixi Ramona Moncada Godoy
Rixi Ramona Moncada Godoy, nacida en 1965 en Talanga, Francisco Morazán, es una abogada y financista hondureña con una amplia trayectoria en el ámbito público y político. Durante el gobierno de Manuel Zelaya (2006-2009), se desempeñó como ministra de Trabajo y Seguridad Social, y presidió las juntas directivas de instituciones clave como el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP), el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y el Instituto Nacional de Jubilaciones y Pensiones de los Empleados y Funcionarios del Poder Ejecutivo (INJUPEMP).

Tras el golpe de Estado de 2009, Moncada fue una figura destacada en la Resistencia Popular y cofundadora del Partido Libertad y Refundación. Ocupó roles significativos dentro del partido, incluyendo su representación ante el extinto Tribunal Supremo Electoral y la secretaría de actas. En 2019, fue electa por el Congreso Nacional como consejera del Consejo Nacional Electoral (CNE), y posteriormente se desempeñó como su presidenta.
En el gobierno de Xiomara Castro, Moncada asumió el cargo de ministra de Finanzas en enero del año 2022, posición que dejó en enero de 2024 para enfocarse en su precandidatura presidencial. En septiembre de ese mismo año, fue nombrada ministra de Defensa tras la renuncia de José Manuel Zelaya Rosales, quien dejó el puesto en medio del escándalo desatado por la publicación de un "narco-video". En dicho material, se vinculaba a su padre, el entonces secretario del Congreso Legislativo y cuñado de la presidenta, Carlos Zelaya Rosales, con presuntos sobornos destinados a financiar actividades electorales de LIBRE.
Este episodio marcó un punto de quiebre en la administración de Castro, intensificando la crisis interna del oficialismo y debilitando la imagen del gobierno ante sectores críticos y aliados internacionales. Moncada, una de las figuras más leales a la cúpula del partido, asumió la cartera de Defensa en un momento clave, consolidando su influencia y reforzando su perfil como la candidata del ala más radical de LIBRE. Su llegada a esta posición no solo evidenció la confianza absoluta que deposita en ella el expresidente y actual asesor presidencial Manuel Zelaya, sino que también fortaleció su discurso de confrontación contra la oposición, el sector privado y los medios de comunicación independientes.
Lo que realmente la distingue de otros líderes dentro de la política hondureña es su rencoroso discurso contra ciertos sectores, especialmente aquellos que consideran un obstáculo para la continuidad del proyecto de su partido. No es raro escucharla abogar por una "venganza política" contra aquellos que, según ella, han dañado el bienestar del país, dejando claro que sus opositores deben pagar por sus errores. Este enfoque confrontacional, sumado a su defensa vehemente del regreso de "Mel", el expresidente depuesto en 2009, la posiciona como la principal defensora de un retorno al pasado político y narrativo de Honduras.
De hecho, Moncada ha dejado claro que su objetivo más importante no es solo consolidar su propio liderazgo, sino garantizar el regreso de Zelaya al poder, y parece estar dispuesta a llegar tan lejos como sea necesario para que esto ocurra, más incluso que la esposa de Zelaya, Xiomara Castro. Esto le ha generado fama entre los seguidores más leales a Zelaya, pero también ha creado una imagen de intransigencia que resulta incómoda para muchos dentro de su propio partido.
Si bien su mensaje resuena entre aquellos que buscan una política radical y directa, su estilo polarizante ha generado dudas en ciertos sectores de la sociedad hondureña que anhelan un cambio menos confrontativo y más inclusivo. Para algunos, Moncada representa una continuidad de la división política y social que ha marcado la historia reciente del país, y su tendencia a priorizar la revancha política por encima del diálogo y la reconciliación le ha ganado la fama de ser una de las figuras más divisivas y peligrosas del oficialismo.
¿La sucesora?
En estas elecciones primarias, por primera vez, los tres principales partidos políticos de Honduras presentan mujeres como precandidatas presidenciales. Este hecho abre la posibilidad de un acontecimiento sin precedentes en la historia del país: que una mujer entregue el poder a otra mujer. Sin embargo, este avance en representación femenina ocurre en un contexto sombrío, donde la violencia de género sigue siendo una crisis humanitaria. Honduras mantiene una de las tasas más altas de feminicidios en América Latina, con una mujer asesinada cada 25 horas.
El año electoral inició con un telón de fondo alarmante: en los 30 días de enero de 2024, 24 hondureñas fueron asesinadas. Según el Centro de Derechos de la Mujer (CDM), en lo que va del año ya se han registrado 41 feminicidios. A pesar de esta realidad devastadora, la violencia contra las mujeres ha sido prácticamente invisible en los discursos de campaña de las principales candidatas presidenciales, reflejando la falta de compromiso de los sectores políticos con esta crisis.
Este proceso electoral también marca otro hecho inédito: por primera vez, las tres principales fuerzas políticas del país han elegido candidatas mujeres para disputar la presidencia. Si bien esto representa un avance en términos de visibilidad femenina en la política, no implica necesariamente un progreso en la lucha por la equidad de género. Ninguna de las aspirantes se identifica explícitamente con el feminismo ni ha presentado propuestas concretas para enfrentar la violencia y la discriminación que sufren las mujeres hondureñas. Esto deja un vacío en la agenda de derechos de las mujeres y refuerza la idea de que la presencia de mujeres en la política no siempre se traduce en mejoras tangibles para sus vidas.
El 09 de marzo de 2025, la población hondureña acudirá a las urnas para elegir a las y los candidatos que representarán a sus partidos en las elecciones generales de noviembre. Honduras es el único país en Centroamérica, y uno de los pocos en América Latina, donde las elecciones primarias son organizadas por el órgano electoral oficial. Aunque esto otorga un peso institucional significativo al proceso, no garantiza que los temas más urgentes para las mujeres sean abordados con la seriedad que merecen.
Así, la contienda electoral entre estas tres mujeres no solo representa una disputa por el poder, sino también una lucha simbólica en un país donde ser mujer sigue siendo un riesgo. En una nación donde la violencia de género es sistemática y las respuestas estatales son insuficientes, la pregunta clave sigue en el aire: ¿de qué sirve la representación política si no se traduce en políticas efectivas para proteger y garantizar los derechos de las mujeres hondureñas?
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