Juan Sebastián Chamorro, economista, exprecandidato presidencial y exviceministro de Hacienda, advirtió sobre los riesgos que estos contratos implican para la soberanía del país centroamericano. "Los términos de contratación de estos nuevos proyectos con China no solo son financieramente desfavorables, sino que también comprometen la autonomía de Nicaragua", señaló Chamorro, refiriéndose a los contratos firmados con empresas chinas ligadas al Partido Comunista por ya más de 951 millones de dólares.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
El régimen sandinista de Nicaragua, liderado por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, ha intensificado sin parar sus relaciones con China desde el año pasado, buscando consolidar vínculos que, aunque estratégicos para la dictadura, generan cuestionamientos por su impacto en la soberanía y la economía del país centroamericano. En este contexto, el miércoles 16 de octubre de 2024, llegó a Nicaragua una delegación china encabezada por Huang Xiaowei, miembro del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCH) y primera secretaria del Secretariado de la Federación Nacional de Mujeres de China (FNMCH). Esta visita refleja un nuevo episodio en el esfuerzo de Ortega y Murillo por afianzar sus lazos con la potencia asiática, a pesar de las críticas que este acercamiento ha suscitado tanto a nivel interno como externo.
Uno de los detalles que más ha llamado la atención en esta serie de negociaciones ha sido la participación de al menos tres de los hijos de Ortega y Murillo, quienes, al igual que otros operadores del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), han asumido un papel clave en la relación con China y en la coordinación de dinámicas y tratados cuyos detalles no son públicos. Laureano Ortega Murillo, asesor presidencial para la Promoción de Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional, encabezó el recibimiento de la delegación china con gran pompa, reflejando la importancia que el régimen otorga a esta alianza.
Este evento no fue aislado, sino que estuvo acompañado por un encuentro entre Huang Xiaowei y la junta directiva de la Asamblea Nacional, presidida por el fiel aliado de Ortega, Gustavo Porras. Durante este intercambio, la diplomática china elogió lo que denominó "los éxitos de la democracia popular en Nicaragua", a pesar de las múltiples denuncias internacionales que acusan al régimen de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y a la represión de voces disidentes desde el estallido social de abril de 2018. El contraste entre la realidad que vive el país y la retórica oficialista se hace evidente en este tipo de reuniones, donde las relaciones diplomáticas se tiñen de una narrativa que busca fortalecer la "comunidad de futuro compartido" entre ambos países, con bandejas rojas y rojinegras de fondo.
Aunque las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y China se han intensificado en los últimos años, las cifras revelan una desconexión entre la narrativa oficial y la realidad económica. Según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN), las exportaciones nicaragüenses a China en los últimos tres años apenas rondan los 12 millones de dólares anuales, un número significativamente bajo en comparación con los más de 4 mil millones de dólares que se exportan a Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), país con el cual las relaciones se han deteriorado debido a las sanciones y la retórica antiimperialista del régimen sandinista.
Miércoles 16 de octubre de 2024 en Managua, Nicaragua | Fotografías de El 19 Digital por César Pérez:
A pesar de esta disparidad, en 2023 Nicaragua firmó un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, que entró en vigor el 01 de enero de 2024. Este acuerdo ha permitido la proliferación de pequeños negocios chinos en diferentes departamentos del país, lo que ha generado una fuerte competencia para los comercios locales, muchos de los cuales han tenido que cerrar ante la masividad del gigante asiático. Muchos negocios nicaragüenses también han reducido sus operaciones a nivel local o municipal debido a la imposibilidad de competir con los precios bajos de las tiendas chinas y sus amplios catálogos, que gozan de exenciones fiscales que abaratan significativamente sus costos.
Este fenómeno ha sido particularmente notorio en ciudades como Rivas, Managua, Matagalpa y Jinotega, donde la apertura de nuevos comercios chinos en menos de tres meses provocó el cierre de unos 10 negocios similares, incapaces de mantener la competencia. La propietaria de Frayni Store, por ejemplo, expresó su frustración en un video divulgado en las redes sociales digitales, donde denunció lo que considera una "invasión" de inversionistas chinos que, respaldados por el TLC, están desplazando a los emprendedores nicaragüenses.
Otro aspecto preocupante del creciente vínculo con China es la deuda externa que Nicaragua ha acumulado con el gigante asiático. En menos de un año, el país ya debe casi mil millones de dólares a China, incluyendo el último préstamo adquirido en octubre de 2024 por 70,55 millones de dólares para la compra de una planta fotovoltaica. Esta deuda se suma a otros acuerdos financieros que Nicaragua ha firmado con empresas chinas en condiciones que algunos expertos califican de "draconianas".
Juan Sebastián Chamorro, economista, exprecandidato por la Presidencia y exviceministro de Hacienda, advirtió sobre los riesgos que estos contratos implican para la soberanía del país. "Los términos de contratación de estos nuevos proyectos con China no solo son financieramente desfavorables, sino que también comprometen la autonomía de Nicaragua", señaló Chamorro, refiriéndose a los contratos firmados con empresas chinas por ya más de 951 millones de dólares. El 05 octubre era de 919 millones, según datos verificados por la Redacción de COYUNTURA.
Pero la influencia de China en Nicaragua no se limita al ámbito económico. En las recientes celebraciones por el 45 aniversario del recién revivido Ministerio del Interior (MINT) y la Policía Nacional, organismos tristemente célebres por la represión de opositores, disidentes, religiosos y civiles, participaron altos funcionarios de China y Rusia. Este evento fue un recordatorio del apoyo que Ortega recibe de ambas potencias en su afán por fortalecer su control sobre el aparato de seguridad del Estado, aunque el sandinista utilizó el encuentro para atacar a Israel y olvidar más a su fallecido hermano, Humberto Ortega, exjefe del Ejército.
Durante el evento, Francisco Díaz, consuegro de Ortega y jefe de la Policía, junto con la ministra del MINT, Amelia Coronel, se deshicieron en elogios hacia Liu Guozhou, vicegobernador y director de Seguridad Pública de la Provincia de Guangdong, y para Alexander Tsilik, director del polémico Centro de Capacitación de Rusia en Managua. Este centro es señalado por EE.UU. como una amenaza "clara", debido a su capacidad de interceptar comunicaciones.
Este tipo de alianzas refuerzan la narrativa de Ortega, quien busca presentarse como un aliado de potencias emergentes frente a Occidente, enviando un mensaje tanto a Estados Unidos de Norteamérica como a la disidencia interna, y los aliados regionales: con la ayuda de estos países (Rusia, China, Irán, Afganistán y Venezuela), el régimen sandinista puede seguir vigilando, ganando y reprimiendo. Sin embargo, para algunos expertos, esta estrategia puede ser contraproducente, especialmente en un contexto donde Rusia enfrenta dificultades por su invasión a Ucrania, lo que podría limitar su apoyo a Nicaragua, cuando la administración Ortega-Murillo ya rompió vínculos con Brasil e Israel.
El acercamiento entre Nicaragua y China es un reflejo de la estrategia de Daniel Ortega y Rosario Murillo para consolidar su poder, con varios de sus hijos en la mesa, con Laureano, la Camila y Juan Carlos destacando tanto a nivel interno como en el ámbito internacional. Sin embargo, las implicaciones de esta relación son complejas, desde la creciente deuda externa hasta la amenaza que representa para los negocios locales y la soberanía del país por temas de seguridad cada vez más evidentes. Mientras el régimen continúa estrechando sus lazos con China, las y los nicaragüenses enfrentan los desafíos de una economía cada vez más dependiente de actores externos que juegan entre sí, y la represión institucional que se alimenta de las tecnologías, directrices y otros recursos proporcionados por sus nuevos -no tan nuevos- aliados.
Nota del Editor: Al cierre de este texto, Laureano Ortega Murillo participa del encuentro de los llamados BRICS+ y otros en Kazán, Rusia, junto al canciller nicaragüense Valdrack Jaentschke Whitaker. Camila, coordinadora de la Comisión Nacional de Economía Creativa y Naranja de Nicaragua y directora general de Nicaragua Diseña, después de participar a principios de este mes en el BRICS+ Fashion Summit en Moscú, ahora termina la promoción y los detalles de su encuentro anual de emprendimientos, costura y alimentos, a desarrollarse en Managua del 25 al 27 de octubre de 2024. Por otro lado, Juan Carlos, además de ver televisión, debe estar en algún encuentro de la cadena rusa RT, muy frecuentes en su agenda en las últimas semanas.
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