Las acusaciones israelíes no han pasado desapercibidas en el ámbito internacional. Nicaragua, por su parte, ha intentado desviar la atención hacia lo que considera "el verdadero problema": el conflicto en los territorios palestinos. En una nota oficial dirigida a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el régimen sandinista acusó, una vez más, a Israel de utilizar el terrorismo de Estado para cometer crímenes de guerra y genocidio en la Franja de Gaza.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
Hoy, lunes 21 de octubre de 2024, la Misión Permanente de Nicaragua ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) emitió un documento oficial en el que rechazaba de manera contundente las declaraciones recientes de representantes diplomáticos israelíes en Costa Rica. En dichas declaraciones, tanto la embajadora de Israel en Costa Rica, Michal Gur-Aryeh, como el cónsul Amir Rockman, manifestaron preocupaciones sobre la supuesta existencia de una base de terrorismo en Nicaragua, la cual estaría siendo utilizada como plataforma para actividades terroristas en la región, en particular por grupos vinculados a Irán.
La respuesta de Nicaragua fue directa: en su nota, acusaron a Israel de intentar desviar la atención de lo que califican como un genocidio en los territorios palestinos ocupados, acompañado de violaciones al derecho internacional humanitario y crímenes de lesa humanidad. La administración nicaragüense, liderada por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, reafirmó su postura en apoyo a Palestina, recordando que el país rompió relaciones diplomáticas con Israel a inicios de octubre de 2024, en lo que considera un acto de solidaridad con el pueblo palestino.
La ruptura oficial de relaciones entre ambos países, si bien no fue una sorpresa para Israel, sí ha causado revuelo en la esfera internacional. Desde hace varios años, las relaciones entre Nicaragua e Israel se habían deteriorado. Según declaraciones de Amir Rockman, el conflicto escaló en agosto de 2023, cuando Nicaragua decidió retirar el puesto de cónsul honorario israelí y bloqueó cualquier comunicación diplomática directa con el Estado judío. Esto dejó las relaciones bilaterales en un limbo hasta que el pasado 11 de octubre se oficializó la ruptura.
Uno de los puntos más críticos de la controversia gira en torno a las acusaciones de Israel sobre la presencia de fuerzas iraníes y grupos terroristas en Nicaragua. Rockman afirmó en entrevistas recientes que el régimen de Ortega ha dado "libre tránsito" a actores radicales como Hezbolá, lo que podría representar una amenaza no solo para la seguridad regional, sino también para la estabilidad global, con Israel como uno de los países más afectados. Estas declaraciones encendieron las alarmas en la región y reforzaron la idea de que Nicaragua se está alineando cada vez más con actores como Irán y otros regímenes antidemocráticos, como Siria y Venezuela.
Nicaragua, por su parte, negó rotundamente estas acusaciones. En su nota a la ONU, la administración sandinista calificó las declaraciones de los funcionarios israelíes como un intento de desacreditar las acciones legales que Nicaragua ha llevado a cabo en defensa del derecho internacional, incluyendo su reciente intervención en el caso presentado por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por genocidio en Gaza.
La relación entre Nicaragua e Irán ha sido un tema de creciente preocupación para Israel y otros países en la región. Desde 2023, los lazos entre Managua y Teherán se han estrechado considerablemente, con la firma de acuerdos de cooperación en diversas áreas y visitas de alto nivel, como la del presidente iraní, Ebrahim Raisi, a Nicaragua. Esta relación no solo implica una alianza económica y política, sino que, según Israel, también incluye apoyo logístico a grupos como Hezbolá, que podrían estar operando en suelo nicaragüense.
Aunque Nicaragua sostiene que su ruptura con Israel responde a un acto de solidaridad con el pueblo palestino, muchos observadores internacionales señalan que esta decisión está profundamente entrelazada con las alianzas que el régimen de Ortega ha cultivado en los últimos años. La creciente influencia de Irán, así como de Rusia y China, ha alejado a Nicaragua de actores occidentales y ha generado una red de apoyos que, según el cónsul Rockman, representa una amenaza directa para la seguridad de Israel.
En términos prácticos, la ruptura de relaciones diplomáticas no ha tenido un impacto directo inmediato en Israel, según declaró la embajadora Michal Gur-Aryeh en una entrevista con La Prensa. Sin embargo, sí ha afectado a Nicaragua, especialmente en el acceso a tecnología e innovación israelí, áreas en las que ambos países habían colaborado previamente. Por ejemplo, en 2022, Israel donó sistemas avanzados de riego a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y ofreció capacitaciones en gestión del agua a expertos nicaragüenses. Estas iniciativas, según Gur-Aryeh, ya no serán posibles tras la ruptura.
Desde el punto de vista israelí, la salida de Nicaragua de su esfera de influencia se enmarca dentro de un panorama más amplio de alianzas geopolíticas peligrosas. Rockman enfatizó que la creciente presencia de Irán en América Latina, y especialmente en Nicaragua, es motivo de gran preocupación para su país, ya que refuerza el "eje iraní" en la región, un grupo de países que incluye a regímenes autoritarios como los de Siria, Venezuela y Afganistán. Para Israel, esta alianza no solo desafía su posición en el ámbito internacional, sino que también amenaza la estabilidad en América Latina, un área históricamente influenciada por potencias occidentales.
La situación no ha pasado desapercibida en el ámbito regional. Costa Rica, que ha sido un aliado cercano de Israel en Centroamérica, comparte algunas de las preocupaciones expresadas por Rockman. La presencia de grupos terroristas en la región, facilitada por el régimen de Ortega, podría tener implicaciones graves para la seguridad de los países vecinos. Si bien hasta el momento no ha habido una respuesta oficial por parte de otros gobiernos centroamericanos, el tema ha generado preocupación entre los analistas de seguridad y las agencias internacionales.
A nivel internacional, la ruptura de relaciones entre Israel y Nicaragua ha sido vista como parte de una estrategia más amplia del régimen sandinista para alinear su país con actores antidemocráticos en todo el mundo. Con el apoyo de Irán, Rusia y China, Nicaragua parece estar consolidando su posición como un bastión de resistencia contra las potencias occidentales, un movimiento que muchos consideran arriesgado dada la fragilidad económica y política del país.
El fin de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua e Israel representa un nuevo capítulo en la creciente polarización geopolítica que afecta a América Latina y otras regiones del mundo. Si bien el impacto inmediato para Israel puede ser limitado, las acusaciones de apoyo a grupos terroristas y la creciente influencia de Irán en Nicaragua plantean serias preocupaciones sobre el futuro de la estabilidad regional. Para Nicaragua, esta ruptura podría significar una mayor dependencia de sus aliados autoritarios, mientras que para Israel, la situación refuerza la necesidad de monitorear de cerca la evolución de las alianzas en América Latina.
Israel intensifica bombardeos
El ejército israelí ha reanudado este lunes los bombardeos en los suburbios al sur de Beirut, resultando en la muerte de al menos cuatro personas y 24 heridos cerca del hospital Rafik Hariri, según el Ministerio de Salud libanés. Los ataques se han concentrado en la zona sur de la capital y alrededor del Aeropuerto Internacional de Beirut, donde un vuelo de Middle East Airlines se vio obligado a aterrizar en una pista alterna debido a la agresión.
En el contexto diplomático, el enviado de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), Amos Hochstein, se ha reunido con autoridades libanesas para discutir un posible alto al fuego entre Israel y la milicia chií Hezbolá. Hochstein enfatizó la urgencia de poner fin al conflicto, que ha dejado cerca de 2.000 muertos y más de un millón de desplazados en un mes. En Gaza, los ataques israelíes han cobrado al menos 32 vidas, incluidas varias en un ataque a una escuela de la ONU, solo el fin de semana pasado.
El ejército israelí ha advertido a los ciudadanos de Beirut sobre bombardeos inminentes en siete edificios e infraestructuras supuestamente vinculadas a Hezbolá. En una estrategia adicional, Israel bombardeó decenas de sucursales bancarias de Hezbolá y declaró como organización terrorista a la entidad financiera Al Qard al Hassan, utilizada también por ciudadanos libaneses.
La visita de Hochstein marca la primera desde el inicio de la ofensiva israelí y coincide con el debate sobre la resolución 1701 de la ONU, que busca poner fin a la guerra entre Israel y Hezbolá. Los líderes libaneses han mostrado disposición para implementar la resolución a cambio de un alto al fuego, lo que incluye el despliegue de tropas en el sur del país y garantizar la ausencia de Hezbolá en esa área.
Sin embargo, la administración de Benjamín Netanyahu -acusado por Ortega de ser "hijo del demonio"- busca ir más allá del cumplimiento de la resolución, demandando que el Ejército israelí participe activamente en su implementación y mantenga libertad de acción en el espacio aéreo libanés. La situación se agrava en un contexto regional marcado por tensiones entre Israel e Irán, el principal respaldo de Hezbolá.
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