El régimen sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo enfrenta una crisis en sus pilares represivos, la Policía Nacional y el Ejército de Nicaragua, según declaraciones recientes. Esto ha generado preocupación entre analistas y expertos, quienes ven estas declaraciones como un reconocimiento implícito de la vulnerabilidad del régimen. La supuesta salida de un general en retiro y las tensiones en las fuerzas armadas aumentan la incertidumbre sobre el futuro político del país centroamericano.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
El régimen del sandinista Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo ha admitido públicamente -y de forma sorprendente- enfrentar una crisis en sus dos pilares represivos: la Policía Nacional y el Ejército de Nicaragua. Expertos en seguridad y politólogos consultados por esta redacción han analizado estas declaraciones y destacan la gravedad de la situación que enfrenta la administración nicaragüense. El general Julio César Avilés, jefe del cuerpo militar, recientemente afirmó que el Ejército no sería ni será parte de supuestos golpes de Estado. Esta declaración, en lugar de disipar las dudas sobre la estabilidad interna del régimen, ha generado más interrogantes.
Analistas y expertos en temas de seguridad y política han expresado su sorpresa ante estas declaraciones, considerándolas como un reconocimiento implícito de que el régimen se encuentra en una posición de vulnerabilidad. Uno de los expertos, quien ha dirigido investigaciones sobre seguridad en Nicaragua durante años, señaló: "¿Hacía falta que el general Julio César Avilés aclarara que no serían parte de un verdadero golpe de Estado? Pienso que no. Han sido consecuentes con el estado represivo y criminal de este régimen desde el comienzo de la crisis de 2018".
La preocupación se agudiza al recordar la supuesta salida abrupta del general en retiro y exvicepresidente Omar Halleslevens, quien ocupa hasta el momento -ya que no ha sido revocado a través de un decreto presidencial o legislativo- un cargo clave en el Consejo Nicaragüense de Ciencia y Tecnología (CONICYT). Este incidente, que sirvió para clausurar el mes de mayo de este año, generó tensiones dentro de las fuerzas armadas nicaragüenses, ya que Halleslevens es considerado por algunos como un posible "sucesor", capaz de revertir la deriva del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) como la organización político-familiar que ahora es.
El exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Arturo McFields, advirtió que el descontento en el Ejército podría marcar el fin del régimen de Ortega, que se mantiene en el poder gracias al control de las fuerzas armadas. "El descontento social, civil, ya es generalizado", dice McFields.
El general Julio César Avilés también se dirigió duramente a las y los periodistas independientes durante la conmemoración número 44 de la fundación del Ejército, calificándolos como "mercenarios y vividores de la información". Sin embargo, algunos analistas cuestionan esta acusación, ya que el régimen ha restringido considerablemente la libertad de prensa y de expresión en Nicaragua, cerrando periódicos, confiscando redacción disidentes, restringiendo canales de televisión abierta y ejerciendo un férreo control sobre los medios de comunicación estatales y sobre el ingreso y salida de periodistas y documentalistas locales, centroamericanos e internacionales.
La sorpresa de esta situación se intensificó cuando el presidente de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional, el sandinista Gustavo Porras, admitió que la Policía Nacional se enfrenta a "difamaciones, calumnias, presiones y hasta traiciones". Esto, según expertos, sugiere la existencia de rebeliones internas y fisuras en el cuerpo policial -como pasa desde hace varios años en el FSLN-, una institución señalada por su papel en la represión de protestas y la violación de los derechos humanos.
Fotografías de El 19 Digital:
Un politólogo consultado bajo anonimato afirmó que "en política, la única acción que se eleva a traición es la que ocurre a lo interno y con personas de una misma línea". Esta declaración del diputado Porras se interpreta como un reconocimiento implícito de la crisis interna en la Policía Nacional, el cuerpo que se encarga de proteger los intereses del orteguismo, ahora por mandato constitucional tras una reforma ilegal a la Carta Magna y a la ley orgánica de este ente.
En medio de esta coyuntura, persiste la negativa del mandatario Ortega y su esposa Rosario Murillo de dejar el poder y considerar sucesiones fuera de su dinastía. Esta postura ha generado fisuras dentro del Frente Sandinista en varios departamentos del país y a nivel nacional. La presión internacional y el descontento popular parecen si estar socavando la estabilidad de un régimen que se mantiene a flote gracias a sus fuerzas armadas y fuerzas de seguridad. Las recientes declaraciones de líderes clave en el régimen de Ortega manifiestan cada vez más una profunda crisis interna que amenaza la estabilidad del trance perpetuo del sandinismo. A medida que las tensiones aumentan y la presión interna y externa crece, el futuro político de Nicaragua parece cada vez más incierto.
Con información de Voces En Libertad
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