El papel de Nicaragua como aliado estratégico de Rusia en Centroamérica ha sido resaltado por funcionarios del régimen sandinista y altos mandos del Kremlin durante los últimos meses y años, quienes han expresado su intención de convertir al país en una plataforma regional para la presencia rusa. Cada vez es más evidente y profunda esa relación. Y ya no solo basta con entablar proyectos con -y tener influencia en- el Ejército, el Ministerio de Salud (MINSA), el Consejo Nacional de Universidades (CNU) y el Ministerio de Educación (MINED).
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
La decisión del régimen de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo de autorizar la instalación de un "centro de instrucción policial" en Nicaragua financiado y construido por la dictadura soviética de Vladímir Putin ha suscitado preocupaciones entre expertos en seguridad nacional y centroamericano, quienes sostienen que este centro podría estar encubriendo una agencia de espionaje rusa en territorio nicaragüense. El acuerdo de cooperación entre Rusia y Nicaragua, firmado durante la visita del secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, general Nikolái Pátrushev en febrero de este año, y aprobado rápidamente por la Asamblea Nacional -controlada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) el jueves 21 de marzo de 2024, ha despertado sospechas debido a las concesiones otorgadas a Rusia y a la falta de control de la administración nicaragüense sobre el centro. Un capítulo más en el romántico y estrecho lazo entre el sandinismo de los Ortega-Murillo y Putin y sus aliados, con intercambios en temas nucleares, militares, de salud y seguridad nacional.
Según el acuerdo, revisado por el equipo de COYUNTURA, la construcción y renovación de edificios e instalaciones para el centro serán responsabilidad exclusiva de Rusia, y estos bienes inmuebles serán propiedad de la Federación de Rusia. En caso de terminación del acuerdo, los bienes y equipos del centro quedarán en manos de Rusia, con el derecho de utilizarlos para fines no relacionados con el convenio. Expertos señalan en este punto que el centro estará bajo la dirección general del jefe de la representación diplomática de Rusia en Nicaragua, Alexander N. Khokhólikov, embajador extraordinario y plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República de Nicaragua y concurrente en la República de El Salvador y la República de Honduras, lo que sugiere un control directo por parte de Rusia sobre las operaciones del centro y sus operaciones, aún no esclarecidas por el oficialismo.
Además, el personal ruso del centro gozará de inmunidad casi diplomática, eximiéndolos de responsabilidades criminales, civiles y administrativas ante las leyes nicaragüenses, salvo en casos de accidentes de tráfico o daños a la salud y vida de las personas.
La Policía Nacional de Nicaragua, por su parte, se verá subordinada a los rusos en el funcionamiento del centro, con la mayoría de las decisiones operativas y de formación en manos de Rusia. Este control ruso se extiende incluso a la selección de candidatos de otros cuerpos armados de la región para alianzas o reforzamientos técnicos y estratégicos, lo que implica una influencia directa en la seguridad de Centroamérica. Pero este no es el primer centro de este tipo que Rusia instala en Nicaragua, ya que en octubre del año 2017 inauguró el Centro de Capacitación en Antinarcóticos Rusia-Nicaragua, un órgano del cual se desconoce su naturaleza. Expertos advierten que la creciente presencia rusa en Nicaragua, junto con el ambiente de espionaje que promueven los cubanos, podría resultar en una mayor militarización de las fuerzas policiales y en la continuación de la represión contra el pueblo nicaragüense.
En septiembre de 2023, Ortega subrayó la labor de las fuerzas armadas de Rusia en la Nicaragua que persigue y castiga. Por otro lado, los viajes de Julio César Áviles aumentaron el discurso del oficialismo nicaragüense contra la administración de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), mientras se sigue fortaleciendo la cooperación militar en medio de tensiones globales.
La capacitación proporcionada por asesores rusos a fuerzas policiales en países autocráticos como Nicaragua también plantea riesgos y desafíos, como más represión, crímenes contra la sociedad y el Estado de Derecho, y la violación sistemática de derechos humanos, ya que no está sujeta a supervisión con controles civiles democráticos. Experiencias en otras regiones del mundo muestran que esta capacitación puede exacerbar conflictos internos en países que ya enfrentan tensiones étnicas, políticas o sociales.
Por lo tanto, la decisión de Ortega de permitir la instalación de este centro de instrucción policial financiado por Rusia profundiza una vez más las preocupaciones razonables sobre la posibilidad de que sirva como una fachada para actividades de espionaje ruso en Nicaragua, lo que podría tener implicaciones graves para la seguridad y los derechos humanos en la región.
La profundización de la relación policial entre Nicaragua y Rusia es más que evidente. En la zona de Las Colinas, en Managua, un edificio ya está siendo construido, como un nuevo espacio ruso para afianzar proyectos de seguridad. "Va a dar más capacidades a nuestra Policía", dijo el diputado del FSLN, Filiberto Rodríguez, sobre el acuerdo más reciente. "Eso va a fortalecer la doctrina policial", señaló en cambio Evan Ellis, doctor en ciencias políticas.
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