Lev Tahor, fundada en Jerusalén en la década de 1980 por el rabino Shlomo Helbrans, es conocida por sus estrictas prácticas religiosas y su vestimenta oscura ultraconservadora. La comunidad llegó a Guatemala tras haber sido expulsada de un pueblo maya en el año 2014 y tras breves estadías en la capital guatemalteca.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Santa Rosa, Guatemala
Un operativo sin precedentes puso fin a años de señalamientos y controversias alrededor de la comunidad Lev Tahor, asentada desde 2016 en la aldea El Amatillo, Oratorio. El viernes 20 de diciembre de 2024, las autoridades rescataron a 160 menores de edad y localizaron osamentas en el terreno que ocupaba este grupo, señalado por denuncias de abuso infantil, matrimonios forzados y trata de personas.
El caso tomó un giro drástico tras el testimonio de cuatro menores que escaparon de la comunidad el 11 de noviembre pasado, exponiendo las condiciones de abuso y control extremo dentro del grupo. Estas declaraciones desencadenaron una investigación exhaustiva de la Fiscalía contra la Trata de Personas del Ministerio Público (MP), que documentó un patrón de violencia sistemática y posibles adopciones irregulares en la comunidad judía ultraortodoxa.
Lev Tahor, fundada en los años 1980 por el rabino Shlomo Helbrans en Jerusalén, se trasladó a Guatemala en 2013 tras conflictos legales y sociales en otros países. Conocida por su estricta interpretación del jasidismo, esta comunidad ha enfrentado acusaciones graves en su historia, desde secuestros en Nueva York en 2018 hasta señalamientos de abuso infantil en México en 2022.
Compuesta por unas 50 familias provenientes de Guatemala, Estados Unidos y Canadá, la secta se estableció en Oratorio tras ser expulsada de un pueblo maya en 2014. Los integrantes, caracterizados por sus túnicas negras y una dieta regida por estrictas normas del kashrut, han denunciado las investigaciones como una "persecución religiosa". Sin embargo, los hallazgos recientes apuntan a prácticas que trascienden lo religioso, abarcando delitos graves y abuso sistemático.
Durante los allanamientos, las autoridades no solo rescataron a menores, sino también localizaron osamentas humanas en cajas, lo que agrava las sospechas de crímenes aún más atroces. Nancy Paiz, de la Fiscalía contra la Trata de Personas, confirmó que exámenes forenses y análisis preliminares indican posibles matrimonios forzados, embarazos impuestos y violaciones entre los delitos cometidos.
El operativo, liderado por la Unidad Contra la Venta de Personas y Adopciones Irregulares del MP, también incluyó la captura del subcomisario de la Policía Nacional Civil, Manuel Salvador Aldana Monzón. Las investigaciones apuntan a que Aldana Monzón habría alertado al líder de Lev Tahor sobre las acciones legales en curso, permitiéndole evadir la justicia. El oficial enfrenta cargos por revelación de secretos.
Los 160 niños y adolescentes rescatados han sido puestos bajo el resguardo de la Procuraduría General de la Nación, mientras la Secretaría de Bienestar Social coordina su atención en la zona 3 de la Ciudad de Guatemala. Según las autoridades, la prioridad es evaluar el estado físico y psicológico de los menores y determinar si han sido víctimas de maltrato o explotación.
El ministro de Gobernación, Francisco Jiménez, destacó la magnitud del operativo y reiteró que estas acciones no están dirigidas contra una religión o comunidad en particular, sino contra delitos graves documentados por las autoridades.
El principal líder de Lev Tahor, señalado como responsable de múltiples abusos, logró evadir la captura. Mientras tanto, las autoridades analizan dispositivos electrónicos incautados en el lugar, en busca de pruebas adicionales que permitan avanzar en el caso.
A pesar de su discurso de victimización, la historia de Lev Tahor está marcada por conflictos con la ley y denuncias recurrentes de abuso en diversos países. Este caso, además de evidenciar las complejidades culturales y legales de abordar temas de libertad religiosa y derechos humanos, pone de relieve la necesidad de mecanismos más efectivos para proteger a las poblaciones vulnerables frente a estructuras coercitivas y dañinas.
La comunidad Lev Tahor, cuyo nombre en hebreo significa "corazón puro", ha dejado una estela de sufrimiento y violaciones en su paso por Guatemala. Las autoridades enfrentan ahora el desafío de garantizar justicia para las víctimas y evitar que este tipo de tragedias se repitan.
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