En este primer capítulo de "La Centroamérica de ahora para reimaginar nuestro futuro", hablamos de tetas, maternidad, lactancia, emociones y políticas públicas y empresariales. Lo casual.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Centroamérica
En pleno siglo XXI, la sociedad centroamericana sigue lidiando con profundas raíces de machismo y exigencias absurdas que afectan la vivencia de la maternidad. Aunque se ha logrado cierto progreso en la deconstrucción de los roles tradicionales, aún queda mucho por hacer. En esta época navideña del año 2022, donde los medios de comunicación siguen sexualizando a sus presentadoras, es lamentable que incluso la lactancia materna en público sea un tema polémico y tabú. A pesar de que la evidencia científica respalda sus beneficios, dar el pecho sigue siendo un acto social y políticamente cuestionado.
La sociedad aún no ha abordado completamente esta asignatura pendiente, a pesar de la existencia de iniciativas y compromisos en diversos sectores.
En 1981, la Asamblea Mundial de la Salud estableció el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, con el objetivo de fomentar la lactancia natural y mejorar las condiciones para su práctica. Desde entonces, países como Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua han dado pasos significativos al incluir en sus legislaciones y políticas a diferentes sectores, como sistemas y agentes de salud, fabricantes, sistemas educativos y el sector privado.
Sin embargo, estos avances no siempre han tenido en cuenta plenamente el bienestar de las mujeres y los bebés.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la tasa de natalidad por cada 1,000 habitantes ha disminuido en todos los países de Centroamérica desde el año 2010. En Costa Rica, por ejemplo, ha pasado de 16,04 en 2010 a 11,69 en 2022. En el caso de Guatemala, que muestra la mayor disminución, la tasa pasó de 27,53 en 2010 a 20,86 en 2022. Estas cifras reflejan que cada vez menos mujeres deciden o pueden convertirse en madres y ponen de manifiesto la falta de apoyo social e institucional a la crianza y a la lactancia.
A nivel global, hasta 2022, solo el 41 % de las madres con hijos de cero a seis meses han amamantado exclusivamente. En la región centroamericana, según datos recopilados por la Redacción de COYUNTURA hasta el año 2015, Guatemala presentaba la mayor prevalencia de lactancia materna exclusiva en menores de seis meses, con un 53.2 %, mientras que Honduras registraba la incidencia más baja en 2011, con un 31 %, seguida de cerca por Nicaragua con un 31.7 % en el mismo año.
La meta establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el año 2025 es alcanzar el 70 % de lactancia materna exclusiva a nivel global, una meta que parece un sueño lejano para Centroamérica, donde solo un país ha superado el 50 % de madres con hijos de cero a seis meses amamantados exclusivamente, mientras que todos los países de la región muestran una disminución en la tasa global de fecundidad.
No obstante, El Salvador ha experimentado un significativo incremento en la lactancia materna exclusiva en los últimos años, a pesar de tener la segunda tasa global de fecundidad más baja de la región, con 1,79 nacidos vivos por mujer.
El país ha pasado de tener una prevalencia del 24 % en 2004 al 47 % en 2014. En materia de maternidad y lactancia segura, el 14 de octubre de 2022 se publicó en el Diario Oficial la Ley Amor Convertido en Alimento para el Fomento, Protección y Apoyo a la Lactancia Materna. Además, la primera dama de la República, Gabriela de Bukele, ha liderado la inauguración de más de 100 salas de lactancia materna en todo el país, como parte de las iniciativas de las leyes Crecer Juntos para la Protección Integral de la Primera Infancia, Niñez y Adolescencia, y Nacer con Cariño para un Parto Respetado y un Cuidado Cariñoso y Sensible para el Recién Nacido.
A pesar de estos avances, la tasa bruta de natalidad en El Salvador ha disminuido de 19,43 en 2014 a 15,80 en 2022, siendo la más baja de la región centroamericana. Sin embargo, ninguna otra administración ha mostrado un compromiso tan notable con la lactancia materna ni ha creado tantos espacios para amamantar libremente como el gobierno salvadoreño.
En países como Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, aunque sus legislaciones exigen que los empleadores con entre 30 y 50 mujeres en su plantilla establezcan salas de lactancia o guarderías, los gobiernos no han invertido directamente en la creación de salas de lactancia, excepto en el sector de salud pública, como los hospitales. No obstante, se ha fomentado la creación de estos espacios en el sector privado.
Según un monitoreo realizado por el equipo de COYUNTURA, al menos 30 instituciones guatemaltecas, en su mayoría empresas, cuentan con salas de lactancia exclusivas que cumplen los estándares presentados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). En mayo de 2019, la Fiscal General del Ministerio Público, María Consuelo Porras Argueta, inauguró una de estas salas en el edificio Gerona de la capital. En el caso de Nicaragua, se han contabilizado al menos 10 salas de lactancia, la más reciente de las cuales se encuentra en la Sala de Neonatología del Hospital Alemán Nicaragüense. En Honduras, existen al menos 15 salas de lactancia.
La cultura de la lactancia materna se enfrenta a la invisibilización, el machismo y otros factores que dificultan su práctica. No todas las mujeres deciden amamantar, y muchas de las que lo desean se encuentran con obstáculos para hacerlo en condiciones óptimas y durante el tiempo que desean. Estos obstáculos van desde la inmersión de las mujeres en el ámbito laboral, lo que disminuye la prevalencia de la lactancia materna, hasta la falta de espacios públicos adecuados y la formación inadecuada de los profesionales de la salud.
Además, persisten estereotipos y prejuicios de género en los hogares, donde tanto hombres como mujeres a menudo desaprueban o cuestionan la lactancia materna. "No puedo sacarme los pechos en público o en el auto, porque genera conflicto, tanto a las personas a mi alrededor como a mi esposo", señala M.J. Dubón, una madre de 26 años de edad en San Pedro Sula, al norte de Honduras. A esto se suman las dificultades físicas y emocionales que enfrenta ella y muchas otras progenitoras en toda la región centroamericana, especialmente las primerizas, o las que viven en zonas rurales, así como la falta de legislaciones sólidas y políticas enfocadas en el bienestar de las mujeres y los bebés.
"Me limita muchísimo y me hace sentir mal conmigo misma. Es inaudito que sea una prioridad el tener que ocultarme y no el tener que alimentar a mi hijo", reflexiona Dubón.
En el caso de Nicaragua, desde la creación de la Ley 295 en 1999, no se ha llevado a cabo una actualización del sistema nacional de salud desde una perspectiva materno-infantil. En los últimos cinco años, los esfuerzos gubernamentales se han centrado en mejorar las condiciones estructurales en los hospitales y en la creación de casas maternas para reducir la mortalidad materna y perinatal en las zonas rurales. Aunque Nicaragua registra la tercera tasa bruta de natalidad más baja de Centroamérica en 2022 -con un 20,02-, la tasa global de fecundidad ha disminuido a 2,28 nacidos vivos por mujer durante el mismo año. "Ya no se puede ser madre (por el costo económico que conlleva), y si lo sos, no podés darte el lujo de amantarlo o educarlo cómo crees saludable", dice Cruz Mendieta, de La Libertad, Chontales, Nicaragua. A sus manos llegaron manuales de lactancia materna "para atención primaria" creados por el Ministerio de Salud (MINSA). "Que en mi lugar de trabajo debo 'crear un espacio seguro para extracción o el cuidado y amamantamiento', pero mi empleador eso no siempre lo entiende... ...en una ocasión tuve que extraerme la leche en el baño de un centro comercial porque la gran empresa en la que trabajaba no quiso habilitar un pequeño espacio para mi y otras colegas", comenta Mendieta.
Para mejorar las condiciones de la lactancia materna en Centroamérica, es necesario trabajar en una estrategia integral que vaya más allá de la normalización de los senos y que visibilice la importancia de la lactancia materna. Acá algunas recomendaciones de expertas consultadas, que podrían contribuir a mejorar las condiciones para las madres y los bebés:
Destinar recursos financieros y humanos de forma transparente al sector público de la salud, para implementar acciones multifactoriales y multisectoriales que promuevan los beneficios de la lactancia materna.
Establecer mecanismos de monitoreo, evaluación y mejora de leyes, programas, estrategias y normativas que supervisen, entre otras cosas, la comercialización y publicidad de alimentos sustitutos de la leche materna, así como el cumplimiento de licencias de maternidad para mujeres trabajadoras.
Promover, proteger y apoyar la lactancia materna, empoderando a madres y padres para alimentar a sus hijos de forma natural, segura y adecuada.
Desarrollar campañas sociales y de comunicación destinadas a mejorar las actitudes frente a la lactancia materna y fortalecer la libertad de las mujeres para amamantar.
Proporcionar condiciones que permitan a las mujeres amamantar en público sin críticas, sexualización o violencia, independientemente de su estatus socioeconómico y en cualquier lugar, ya sea urbano o rural.
Involucrar a más sectores y comisiones, incluyendo a las colectivas feministas, en los procesos relacionados con la salud y la reproducción femenina, centrándose en el bienestar de las mujeres y los bebés.
Es importante comenzar a hablar sobre este tema y exigir cambios. La demanda por amamantar libremente ha sido silenciada durante mucho tiempo, pero ahora es el momento de hacerla escuchar y de impulsar un cambio positivo en la sociedad centroamericana. La lactancia materna es un derecho fundamental que merece ser apoyado y protegido para el bienestar de las madres, los bebés y la sociedad en su conjunto.
Hacia una transformación política, cultural y social: rompiendo barreras para la lactancia materna en Centroamérica
En la búsqueda de construir sociedades más inclusivas y equitativas, Centroamérica ha emprendido un camino hacia la transformación política, cultural y social en lo que respecta a la lactancia materna. En una región donde prevalecen barreras arraigadas, se ha comenzado a desafiar los estigmas y obstáculos que rodean a este acto natural y esencial para el bienestar de las madres y los bebés. A medida que la región se enfrenta a desafíos persistentes, surge la necesidad de superarlos y promover una lactancia materna más apoyada y aceptada en todos los niveles.
Desafiando normas culturales: La cultura desempeña un papel fundamental en la forma en que se percibe y se practica la lactancia materna en Centroamérica. Aunque existen iniciativas para promoverla, muchas mujeres se enfrentan a barreras culturales arraigadas que cuestionan su derecho a amamantar en público y generan una visión distorsionada y sexualizada de los senos. Sin embargo, la conciencia está creciendo y cada vez más personas están desafiando estas normas culturales restrictivas. Grupos de apoyo y organizaciones sin fines de lucro trabajan incansablemente para educar a la sociedad sobre los beneficios de la lactancia materna y normalizarla como un acto natural y hermoso.
Transformación política: El camino hacia la transformación política en relación a la lactancia materna ha comenzado en varios países centroamericanos. El Salvador ha liderado el camino al promulgar la Ley Amor Convertido en Alimento para el Fomento, Protección y Apoyo a la Lactancia Materna, una legislación que busca garantizar un entorno favorable para las madres lactantes. Esta ley ha sido respaldada por la implementación de salas de lactancia en diferentes espacios públicos y privados, brindando a las madres lugares seguros y cómodos para amamantar a sus bebés.
En otros países de la región, como Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, si bien existen legislaciones que exigen la creación de salas de lactancia en los lugares de trabajo, aún queda mucho por hacer para garantizar su pleno cumplimiento. La inversión directa en espacios de lactancia y la implementación de políticas laborales más flexibles son necesarias para respaldar a las madres trabajadoras y permitirles amamantar a sus hijos sin obstáculos.
Superando obstáculos sociales: La lactancia materna enfrenta numerosos obstáculos sociales en Centroamérica. Desde la falta de apoyo familiar y comunitario hasta el estigma y la desinformación, muchas madres se sienten desalentadas y desamparadas en su deseo de amamantar a sus bebés. Sin embargo, a medida que aumenta la conciencia sobre los beneficios de la lactancia materna, también lo hace el apoyo y la solidaridad entre las madres. Grupos de apoyo y comunidades virtuales se han convertido en espacios seguros donde las mujeres pueden compartir experiencias, obtener información y recibir aliento mutuo.
Educación y concientización: La educación y la concientización desempeñan un papel crucial en la transformación política, cultural y social de la lactancia materna en Centroamérica. Es necesario fomentar una educación integral sobre los beneficios y las prácticas adecuadas de la lactancia materna en las escuelas, los centros de salud y la sociedad en general. Los profesionales de la salud desempeñan un papel fundamental al brindar información y apoyo a las madres lactantes, asegurándose de que tengan acceso a la orientación y los recursos necesarios.
Centroamérica se encuentra en un punto crucial de transformación política, cultural y social en relación a la lactancia materna, e incluso sobre las formas de ser madre. A medida que se rompen barreras y se desafían las normas restrictivas, se crea un entorno más favorable y solidario para las madres y los bebés. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Es fundamental continuar promoviendo una mayor conciencia, educación y apoyo a la lactancia materna, y trabajar en colaboración con las administraciones, las comunidades y las organizaciones para lograr una verdadera transformación en la región. Solo a través de estos esfuerzos conjuntos se puede garantizar que todas las madres centroamericanas tengan la oportunidad de realizar, y -porque no- disfrutar de, una lactancia materna exitosa y empoderadora para ellas y sus hijos.
"Quiero amamantar libremente", señaló alguna mujer centroamericana.
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