Opositores y analistas valoran para la Voz de América sobre el impacto que tendrá la expulsión de un alto diplomático del Vaticano en Nicaragua.
Por Donaldo Hernández | @VozDeAmerica
Política
Nicaragua
La decisión del gobierno de Daniel Ortega de expulsar al embajador del Vaticano en Managua ha sido objeto de críticas y ha creado desesperanza ante la mediación o el papel que pueda jugar la Iglesia en la crisis de Nicaragua.
Al diplomático se le atribuye haber sido clave para la excarcelación de más de 600 presos políticos en el año 2018, y en la actualidad promovía la libertad de los precandidatos presidenciales y un nuevo diálogo entre la oposición y el oficialismo.
El expreso y activista Gabriel Putoy destaca a la Voz de América que su libertad y la de otros reos en el año 2019 fue gracias a la gestión del embajador del Vaticano en Managua, monseñor Stanislaw Somertang, quien facilitó el segundo diálogo entre el gobierno y la oposición.
“El Nuncio ha tenido sus pros y sus contras y agradecemos su gestión, gracias a ello fuimos liberados más de 600 presos políticos”, ha dicho el opositor, quien se encuentra exiliado en Costa Rica.
Otros excarcelados también han destacado el papel del diplomático como la periodista Lucía Pineda Ubau, quien fue arrestada en 2018 tras la crisis política.
Ubau dijo que el nuncio “salvó vidas por medio de sus gestiones diplomáticas humanamente posibles” y agradeció su papel en Managua, que duró cuatro años después de que sus credenciales fueran anuladas de forma súbita.
Del mismo modo la organización estudiantil AUN destacó en un comunicado en Twitter las gestiones de Somertang “en favor de la liberación de los presos políticos”.
Según medios nicaragüenses, como el semanario Confidencial, las relaciones entre el diplomático del Vaticano y el oficialismo se encontraban en un mal momento por diferentes razones, una de ellas fue su ausencia en la toma de posesión de un nuevo período presidencial de Daniel Ortega en enero de este año.
La Santa Sede informó que su embajador fue expulsado por el gobierno de Nicaragua y lo calificó como una “injustificada decisión unilateral”.
Organizaciones internacionales han criticado la postura de Managua y han advertido que lo realizado por Ortega “no tiene precedente en América Latina desde hace tres décadas. “Es algo extremo, una barbaridad que nunca habíamos visto”, indicó a VOA Michael Shifter, presidente del think tank Diálogo Interamericano.
Y aunque el gobierno sigue sin pronunciarse sobre la expulsión del Nuncio, diputados oficialistas acusan a la iglesia católica de promover la confrontación e incluso los han tildado de “satánicos” por cuestionar las medidas autoritarias del gobierno de Daniel Ortega, que lleva más de 15 años en el poder.
Más allá de las tensiones, algunos sectores de la sociedad ven lejana la posibilidad de que la Iglesia Católica pueda mediar nuevamente en la crisis política del país centroamericano.
“Están aislando de manera internacional a nuestro país y no están dejando salida para que nos podamos entender en un diálogo”, asegura el expreso Putoy, quien considera que será una instancia internacional la que medie en un nuevo intento de entendimiento en Managua.
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