"Súbale, súbale a la Rixineta". Porque las centrales obreras, los sindicatos de maestros y del sector salud, y muchos trabajadores del Estado fueron llamados a protestar. Varias fueron las exigencias, pero el grito es para su propio empleador, quien es el gran protestante en Honduras, desde la llegada de la presidenta Xiomara Castro.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Tegucigalpa, Honduras
En Honduras, el 01 de mayo, el Día Internacional del Trabajador, solía ser una jornada de protestas y demandas laborales, lideradas principalmente por sindicatos y trabajadores. Sin embargo, en los últimos años, esta celebración ha adquirido un matiz político notable, especialmente por parte de líderes y simpatizantes del partido gobernante, Libertad y Refundación (LIBRE), que, en su momento, fue oposición. Ahora, como oficialismo, lidera -o controla- el movimiento sindical y social que lleva la voz andante en las demandas de un sector amplio de la población del país centroamericano. Mejores empleos, atención médica y seguridad social de calidad, salarios más dignos y vinculantes al costo de vida, y mayores condiciones en temas de seguridad, infraestructura, educación e inversión. Eso demandan.
El cambio en la dinámica de estas manifestaciones es evidente. Antes, las y los trabajadores eran los protagonistas indiscutibles, alzando sus voces por mejores condiciones laborales y derechos. Hoy, políticos, funcionarios y activistas de LIBRE han tomado la delantera, convirtiendo las marchas en escenarios de proclamación política.
Desde tempranas horas del miércoles 01 de mayo de 2024, la capital hondureña, Tegucigalpa, y otras esquinas del país centroamericano, se vieron teñidas por una marea roja y negra, los colores emblemáticos de LIBRE y del Frente de Resistencia Popular (FRP). Los líderes del partido, como el coordinador Manuel Zelaya (expresidente de la República de Honduras y actual asesor de su esposa, la presidenta Xiomara Castro), hicieron acto de presencia, marcando una presencia política evidente.
La movilización no estuvo exenta de tensiones. Mientras algunos defendían la politización como un respaldo a la gestión de Castro y una reivindicación de los derechos laborales, otros, como el alcalde de San Pedro Sula, Roberto Contreras, se distanciaban de las marchas, argumentando que el Día Internacional del Trabajador debe ser exclusivamente para las y los trabajadores, no para políticos, aunque el Estado de Honduras, según registros analizados por este medio, es uno de los grandes empleadores, mientras el partido oficialista es el que más protesta desde hace al menos cuatro años.
La presencia masiva de políticos en la marcha, así como la lectura del Manifiesto del Primero de Mayo, donde se destacaron los logros obtenidos en la histórica huelga de 1954, dejaron en claro el carácter político de la celebración. Las consignas y pancartas enfatizaban tanto los logros del Gobierno como las demandas laborales, reflejando una amalgama de intereses y agendas.
Pero, ¿qué hay detrás de esta politización del Día del Trabajador en Honduras? ¿Es simplemente una estrategia de los partidos políticos -en este caso LIBRE- para ganar apoyo popular, o hay una conexión más profunda con la realidad laboral del país?
Las cifras hablan por sí solas. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Honduras se encuentra entre los países con los peores índices de empleo, tanto en calidad como en cantidad. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reporta que más de dos millones de hondureños tienen problemas de empleo, con una tasa de desempleo del 6.4 %. Esta situación se agrava con la presencia de la economía informal, que representa el 39 % de la fuerza laboral, con niveles iguales a los de Nicaragua, y por encima de los de Guatemala.
La crisis económica, política y social que ha enfrentado Honduras en los últimos años ha dejado a muchos hondureños sin trabajo o en condiciones laborales precarias. La migración y la falta de inversión extranjera han contribuido a un panorama desolador en términos de empleo. Mientras que, en lo que respecta a gastos, los salarios "rara vez" logran suponer más de la mitad de la canasta básica completa y otros gastos no esenciales, según la ciudadanía. Aunque la expansión de negocios, marcas y hasta estilos de vida en todo el territorio es evidente, particularmente en ciudades como San Pedro Sula, Tegucigalpa y Puerto Cortés.
En este contexto, la politización del Día del Trabajador podría interpretarse como un reflejo de la desesperación y frustración de la población frente a una realidad laboral desafiante. Los trabajadores buscan en los líderes políticos una voz que represente sus intereses y luche por sus derechos, aunque esta representación política también pueda ser objeto de crítica y controversia.
Las pancartas y grafitis que amanecieron en puentes y calles de Tegucigalpa el 01 de mayo son un recordatorio contundente de las preocupaciones y demandas de la población en materia de empleo. Los mensajes que denuncian la pérdida de empleos y la falta de oportunidades laborales son una manifestación clara del malestar y la incertidumbre que enfrentan muchos hondureños en su búsqueda de trabajo y sustento. "Solo la familia Castro Zelaya tiene un buen trabajo", citaba uno de los rótulos anónimos.
En última instancia, la politización del Día del Trabajador en Honduras refleja una realidad laboral compleja y desafiante. Mientras las y los políticos buscan capitalizar esta jornada para promover sus agendas y ganar apoyo popular -como el caso de la precandidata a la Presidencia por LIBRE, Rixi Moncada-, las y los trabajadores continúan luchando por sus derechos y por un futuro laboral más justo y próspero. La convergencia de intereses políticos y laborales en esta celebración simboliza la intersección entre la política y la vida cotidiana de los hondureños, donde la lucha por el trabajo digno y la justicia social sigue siendo una prioridad urgente.
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