El pontífice expresó su cercanía a las y los fieles católicos del país centroamericano, subrayando el amor que siente por una nación que, según sus palabras, "se ha distinguido por un amor extraordinario a Dios". Francisco destacó la fuerza de la fe como un refugio en tiempos de adversidad, llamando a los nicaragüenses a no perder la confianza en "la Providencia amorosa del Señor".
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
En un gesto de solidaridad hacia las y los fieles de Nicaragua, el Papa Francisco ha enviado este lunes 02 de diciembre de 2024 una carta pastoral en la que expresa su cercanía a la iglesia católica nicaragüense, marcada por tiempos de incertidumbre y sufrimiento. La misiva llega en un momento de tensión entre el Vaticano y la copresidencia de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, cuyas relaciones atraviesan un periodo de fuerte confrontación, particularmente desde la crisis social, política, humanitaria e institucional de abril de 2018. En su carta, el Papa reconoce las dificultades que enfrenta el pueblo nicaragüense, particularmente en el contexto de la Novena de la Inmaculada Concepción, una de las tradiciones religiosas más arraigadas en el país centroamericano. "Estoy con ustedes", afirmó el pontífice, subrayando su apoyo ante los momentos de "incertidumbres y privaciones" que atraviesan los católicos nicaragüenses.
El Papa recuerda a los fieles que la "Providencia amorosa del Señor" es su guía en medio de los momentos más complejos, alentándolos a mantener la confianza en Dios y en la Iglesia, dos pilares que, según el Papa, iluminan la existencia de los nicaragüenses. "La fe y la esperanza realizan milagros", enfatiza Francisco, invitando a los fieles a mirar a la Virgen Inmaculada como un "testimonio luminoso de esa confianza" en el cuidado divino. Asimismo, el pontífice destaca el profundo amor y devoción de los nicaragüenses hacia la Virgen María, reflejado desde el inicio de su misiva en el popular grito de júbilo "¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!". Este vínculo espiritual, afirma, ha sido una fuente constante de consuelo y fortaleza para el pueblo, especialmente en tiempos de adversidad.
El Papa Francisco no solo reitera su cercanía a la Iglesia en Nicaragua, sino que también les recuerda el profundo significado de la celebración de la Inmaculada Concepción, que este año se enmarca en la preparación del Jubileo de 2025. En este contexto, el pontífice pide a la Virgen que les otorgue el aliento necesario para enfrentar las dificultades, y les anima a aferrarse a la oración y la devoción, especialmente a través del rezo del Rosario. "El Santo Rosario es una oración poderosa", afirma el Papa, subrayando que en cada misterio del Rosario los nicaragüenses pueden encontrar consuelo y fortaleza, no solo en los momentos de gloria, sino también en los de dolor y lucha. Este acto de fe, dice Francisco, atraviesa el corazón de cada creyente, fortaleciéndolos en su caminar cristiano.
Este mensaje de aliento y apoyo se emite en un contexto de creciente animosidad entre la Santa Sede y el gobierno de Ortega. Desde 2018, las relaciones entre ambos han sido cada vez más tensas, marcadas por la represión política y religiosa. Al menos 240 religiosos han sido expulsados del país, algunos de ellos refugiados en Roma, y la orden de los jesuitas ha sido disuelta y expropiada. Estas acciones se han dado en un clima de acusaciones mutuas de violación de derechos humanos y de desacuerdos ideológicos, con el gobierno acusando al Vaticano de alinearse con fuerzas "fascistas", mientras que el Papa ha denunciado las "groseras dictaduras" y el "desequilibrio" del régimen.
En su carta, el Papa también invoca la oración escrita para el Jubileo, pidiendo al Señor que conceda la paz y las gracias necesarias para superar las dificultades. "La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales", concluye el Papa, deseando que el Jubileo de 2025 pueda traer consigo un renacer espiritual y un impulso de paz para la humanidad. Con este mensaje, el Papa reafirma su compromiso con el pueblo nicaragüense, al que ofrece no solo palabras de consuelo, sino también una invitación a mantener la fe y la esperanza en medio de la adversidad. En tiempos de profunda crisis política y social, las palabras de Francisco se alzan como un faro de esperanza para aquellos que siguen confiando en el poder de la fe y la intercesión de la Virgen María.
Acá la carta completa:
¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo de la amada iglesia en Nicaragua:
Desde hace tiempo deseaba escribirles una carta pastoral para reiterar, una vez más, el cariño que profeso al pueblo nicaragüense, que siempre se ha distinguido por un amor extraordinario a Dios, al que ustedes llaman con tanto afecto Papachú.
Estoy con ustedes, especialmente en estos días que están realizando la Novena de la Inmaculada Concepción. No se olviden de la Providencia amorosa del Señor, que nos acompaña y es la única guía segura.
Precisamente en los momentos más difíciles, donde humanamente se vuelve imposible poder entender lo que Dios quiere de nosotros, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia.
La filial confianza que tienen en él y también su fidelidad a la Iglesia son los dos grandes faros que iluminan su existencia. Tengan la certeza de que la fe y la esperanza realizan milagros.
Miremos a la Virgen Inmaculada, ella es el testimonio luminoso de esa confianza. Ustedes siempre han experimentado su amparo materno en todas sus necesidades y han mostrado su agradecimiento con una religiosidad muy hermosa y rica espiritualmente.Una de esas formas de entrega y consagración que manifiesta la alegría de ser sus hijos predilectos es la dulce expresión: ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!
Deseo que esta celebración de la Inmaculada, que nos prepara a la apertura del Jubileo de 2025, les obtenga el aliento necesario en las dificultades, las incertidumbres y las privaciones. En esta fiesta no olviden abandonarse en los brazos de Jesús con la jaculatoria "Dios primero", que ustedes repiten a menudo.
Quiero hacerles llegar mi cercanía y la seguridad de que ruego incesantemente a la Virgen Santa que los consuele y acompañe confirmándolos en la fe. Quiero decirlo con fuerza, la Madre de Dios no cesa de interceder por ustedes, y nosotros no dejamos de pedirle a Jesús que los tenga siempre de su mano.
Caminar juntos apoyados en la tierna devoción a María nos hace seguir con tesón la vía del Evangelio y nos conduce a renovar nuestra confianza en Dios. Pienso particularmente en la oración del Rosario en la que cada día meditamos los misterios de la vida de Jesús y María.
Cuántas veces incluimos en los misterios del Santo Rosario también nuestras propias vidas, con sus momentos de alegría, de dolor, de luz y de gloria. Recitando el Rosario, estos misterios atraviesan la intimidad de nuestro corazón, ahí donde se cobija la libertad de las hijas y los hijos de Dios, que nadie nos puede arrebatar. Cuántas gracias recibimos del Rosario, es una oración poderosa.
Los encomiendo a la protección de la Inmaculada Concepción. Ustedes la han elegido como madre de su pueblo. Así lo manifiesta ese grito sencillo y profundamente confiado: María de Nicaragua, Nicaragua de María. ¡Que así sea!
Queridos hermanos y hermanas nicaragüenses, para concluir recemos juntos la oración que escribí para el Jubileo, pidiendo al Señor que nos dé la paz y todas las gracias que necesitamos: Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.
Fraternalmente, Francisco.
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