El líder juvenil de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), Max Jerez, afirmó lo obvio en una entrevista realizada por La Prensa. Él dijo que dentro de la Coalición Nacional “Los votos de las organizaciones partidarias (juveniles) están sujetas a sus estatutos partidarios, no pueden apoyar algo distinto. Esa no es la realidad de los movimientos juveniles emergentes dentro de la ACDJ y la UNAB".
Sin embargo, esta verdad demoledora planteada por Jerez, deja entrever que las organizaciones juveniles partidarias están cooptadas por las agendas de sus partidos. ¿Son los jóvenes de partidos políticos agrupaciones sujetas a las agendas de los partidos? Claro que sí, y es lo esperado en toda organización política. Los jóvenes se organizan voluntariamente alrededor de los partidos para promover sus agendas sectoriales de intereses y el partido "facilita" el espacio, y su estructura para participar de la lucha política; a cambio los partidos incorporan esas agendas juveniles a sus programas y comprometen a esas juventudes a apoyar las “grandes decisiones".
En teoría y de forma ideal, los jóvenes dentro de los partidos son formados ideológicamente, incursionan en programas de liderazgos, ocupan cargos a lo interno, tienen responsabilidades y van desarrollando los aprendizajes o mañas con los que podrán operar en la política real; eventualmente saldrán del ala juvenil a ocupar cargos mayores en las estructuras partidarias, sin obviar claro que muchos pasan por el papel de activistas partidarios. Son quienes defienden la posición política de su organización, y los más activos cuando provienen del ala juvenil de estas entidades.
Entonces el tránsito de la juventud dentro de los partidos pasaría por un combinado entre aprender a hacer política y promover sus agendas sectoriales. En el hipotético caso que la Coalición Nacional decida otorgar sillas a estos jóvenes, ellos tendrían una oportunidad de oro, pues sería la primera vez que un esfuerzo coordinado entre partidos políticos da a las juventudes de partidos un lugar para hacer historia, lugar en el que nunca habían estado en 30 años.
Es el momento de democratizar los partidos y qué mejor manera de hacerlo que con el apoyo de las juventudes de esos partidos. No es desconocido que se han invertido con dinero de la cooperación suficientes recursos para la democratización interna de estos armatostes viejos, se han formado a distintos grupos de jóvenes, tanto de sociedad civil, como de estas instituciones públicas en liderazgo, transparencia y rendición de cuentas. Tampoco es desconocido el hecho de lo difícil que es lograr cambios democratizantes a lo interno, cuando operan viejos esquemas y estructuras mentales con una visión centralista del poder, que reduce a las juventudes a meros activistas pega papeles, u obedientes militantes por disciplina partidaria.
Lejos de ver el temor que ve Jerez en la inclusión de los jóvenes de partidos políticos, veo la oportunidad en el que el liderazgo de ambos sectores se colaboren. Política no se hace entre los que piensan iguales, eso es un club. Se hace con los que piensan diferentes para conciliar intereses diferentes. La fuerza de su participación está en su capacidad de construir lo pesos necesarios y propios que les permita pulsear en la lucha política con esos viejos esquemas e intereses dominantes. Pueden proponerse nuevos métodos de participación en la toma de decisiones, consensuar con esos sectores. Lo que no se vale es descalificarlos como cooptados, pues si hablamos de una nueva forma de hacer política, la inclusión es un nuevo enfoque.
¿Se lo merecen?
Más allá de si estas organizaciones juveniles de partidos políticos o sus integrantes participaron de las protestas o los tranques en 2018 (obvio sí), en política no se trata de si lo mereces o no, o de si organizaste marcha, barrio, o no. Se trata de la correlación de fuerzas, oportunidades y ejercer tus derechos de participación política.
Hablemos ahora de esas organizaciones juveniles “autónomas”, las que no están sujetas a agenda partidaria alguna, como nos dice Jerez.
¿Las organizaciones juveniles dentro de la Alianza y la UNAB gozan de autonomía? Sí. Tienen agenda propia e intereses propios, no están sujetos ni a la agenda, ni a los recursos de un partido. Funcionan diferente porque tienen una naturaleza diferente, gestionan su organización y a diferencia de las juventudes partidarias los recursos para movilizar sus agendas no dependen de una entidad partidaria. Sin embargo, para hacer política necesitamos recursos, sea para una reunión por Zoom, movilizarse a un territorio, alojamiento, alimentos, un diseñador gráfico, el audiovisual, la página web, el curso de formación online, el viaje a Washington D.C., la HAYA, el alquiler del local, sonido, en fin; todo lo que necesitas para operar en una organización.
Si los recursos salen de tu propia bolsa, sos 100% pura autonomía, soberano e independiente. Es decir, tu agenda, tus objetivos y la organización no dependen más que de los miembros de la misma para alcanzar sus objetivos. Por lo general las cooperativas, sindicatos, cámaras empresariales y partidos políticos, son lo más autónomo que podrían existir idealmente, pues son sus miembros los que realizan aportes para mantener esos recursos, o la misma organización abre unidades de negocios para captar fondos. Los movimientos sociales realizan tareas que generan una suerte de autosostenibilidad con aportes de su membresía o recurren a colaboraciones no condicionadas en su mayoría.
¿Es este el caso de las organizaciones dentro de la Alianza y la UNAB? No tengo una idea clara, pero en el caso de que estas organizaciones estén accediendo a recursos que entidades con agendas propias ponen a disposición de causes símiles; las agendas serían convergentes con los objetivos estratégicos de quien apoya con recursos. Sostendrían una alianza en que el primero dota de recursos al segundo, para que el segundo mueva unos objetivos que han acordado de previo. En este caso la organización ha conseguido recursos con una entidad con la cual compartían una misma visión del problema y una misma visión de la solución; solo que en este caso el donante no hace política directamente, pero pone recursos para que otro haga y así ambos cumplen con su cometido. Otra forma es que la membresía de la organización asigne fondos propios para operar sobre sus objetivos.
La otra manera es que una organización o personas apadrinen la agenda y los costes de la actividad política, pero igualmente no hay cena gratis. Los padrinazgos en política al menos no son por gracia o desgracia; mueven un interés. Si al padrino no le pareció tu posición respecto al problema o la solución, es probable que cese el padrinazgo hasta nuevo contexto, igual pasa con el financiamiento de los cooperantes.
Si este fuera el caso de las organizaciones juveniles autónomas, si bien siguen siendo autónomas, porque sus agendas siguen siendo vigentes frente a sus sponsors, la amenaza de ausencia de estos siempre puede tender a flexibilizar sus objetivos en detrimento de la autonomía. Así es la vida; hay niveles de autonomía. Unos que aparentemente no tienen, otros que tienen una autonomía condicionada, y otros que cuentan con plena autonomía.
En mi opinión ambos tipos de organizaciones juveniles, civiles y partidarias, deberían participar en el espacio de la Coalición, y todas las expresiones juveniles tienen razón de ser y existir, y en el presente contexto de participar sin exclusiones pero con ciertas reglas que deben ser claras y que tiendan a fortalecer los espacios de lucha cívica y política. Los partidos políticos han abierto una ventana al proponer que los jóvenes de partidos tengan un espacio en la toma de decisiones. Esta se abre frente a la posibilidad de que los nuevos liderazgos dentro de los partidos surjan. El sistema de partidos se cambia con los partidos, y nada mejor que sus juventudes formen parte de ese cambio.
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