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Nicaragua exportó casi 100,000 animales exóticos solo en septiembre de 2024, generando 307,528 dólares en ingresos

Los zoocriaderos en Nicaragua están sujetos a estrictas regulaciones. Las y los propietarios deben cumplir con normativas sanitarias y ambientales tanto a nivel local como internacional. El Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA) asegura que realiza inspecciones regulares en coordinación con el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA). Pero, a pesar de los esfuerzos por presentar esta industria como un modelo de conservación y desarrollo económico sostenible, organizaciones internacionales y defensores de los derechos animales sostienen su preocupación por el bienestar de los animales y el impacto que este comercio puede tener en las especies amenazadas.


Por Redacción Central | @CoyunturaNic

Managua, Nicaragua
Pinzón/semillero nicaragüense (Sporophila nuttingi) adulto | Fotografía de Coyuntura
Pinzón/semillero nicaragüense (Sporophila nuttingi) adulto | Fotografía de Coyuntura

Nicaragua registra hasta la fecha un crecimiento significativo en la exportación de animales exóticos. Durante el mes de septiembre de 2024, el país centroamericano exportó 99,635 especímenes de diversas especies, generando ingresos de 307,528 dólares estadounidenses, según informó el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA) esta semana. Esta cifra refleja el dinamismo de un negocio que, aunque altamente regulado, no está exento de controversias, contradicciones y posturas comprometedoras.


Según verificación de este medio, entre las especies más demandadas en los mercados internacionales se encuentran la rana de ojos rojos, el geko atigrado, la falsa coral y diversas variedades de culebras y lagartijas, incluida la phyllodactylus tuberculosus. Estos animales, criados en cautiverio en Nicaragua, son adquiridos principalmente por países como Japón, Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), Hong Kong, Alemania, Canadá, Reino Unido y Taiwán, donde son vendidos como mascotas exóticas o -en el mejor de los casos- para exhibición pública o privada, en hoteles, zoológicos y empresas.


La venta de los animales solo de septiembre del corriente año fue posible gracias a la emisión de 150 permisos de exportación, en cumplimiento de la legislación ambiental nicaragüense y los acuerdos internacionales, como la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). El MARENA, además, aseguró que estas exportaciones no provienen del medio natural, sino de zoocriaderos especializados. En otras palabras, según el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) -que controla al MARENA y el Poder Ejecutivo- no representa tráfico de animales.


El sector de los zoocriaderos en Nicaragua ha experimentado una expansión considerable en la última década. En la actualidad, hay registrados al menos nueve ante el Ministerio del Ambiente, de los cuales seis están dedicados a la exportación de forma específica. Es decir, encuentran -o capturan-, crian, venden y repiten el proceso. Estos criaderos, además de cumplir con estrictas normas sanitarias, deben destinar un 10 % de su producción anual a la liberación de ejemplares en su hábitat natural, como parte de un esfuerzo por preservar la biodiversidad. No obstante, el MARENA no da información al respecto hasta la fecha. Dónde, cuándo, cuántos y en qué condiciones.


Uno de los zoocriaderos más destacados es Fauna Marina, ubicado en Granada, cuya experiencia de más de 30 años en la cría y exportación de reptiles y anfibios ha sido crucial para el desarrollo del sector. Fernando López, su propietario, comenzó con la venta de peces, pero la creciente demanda de reptiles le llevó a diversificar su oferta, exportando actualmente especies a Europa, Asia y América del Norte. "En Hong Kong, si no tenés el examen de salmonela no te aceptan ni una tortuga", comentó López, resaltando las exigencias de los mercados internacionales.


La administración nicaragüense ha jugado un papel importante en el fomento de esta actividad económica. En junio de 2023 y a inicios de 2024, MARENA organizó "intercambios de de conocimientos" entre zoocriaderos experimentados y nuevos emprendedores del sector, con el fin de "promover el crecimiento sostenible de este negocio". Durante el encuentro, René Castellón, director de Biodiversidad del MARENA, destacó que las especies más exportadas incluyen ranas verdes de ojos rojos, iguanas y garrobos, y subrayó la importancia de la capacitación para garantizar el manejo responsable de las especies.


El comercio de fauna silvestre en Nicaragua ha crecido a pasos agigantados en los últimos años. En 2022, se exportaron 190,000 ejemplares, lo que generó un ingreso de medio millón de dólares. Esta cifra ha ido en aumento a medida que más emprendedores se suman a la industria, viendo en ella una oportunidad de negocio rentable. En la última década, los ingresos por exportaciones han pasado de 150,000 dólares en 2013 a más de 300,000 en 2019.


Este crecimiento se da en un contexto de regulación y monitoreo constante por parte de las autoridades. El MARENA, en coordinación con el Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA), realiza inspecciones periódicas a los zoocriaderos para garantizar que se cumplan los estándares sanitarios y las normativas internacionales. La transparencia en las autorizaciones es esencial para mantener la confianza de los mercados extranjeros y asegurar que Nicaragua siga siendo un proveedor confiable de especies exóticas. No obstante, el negocio de la exportación de animales exóticos no está exento de críticas. Diversos grupos conservacionistas han señalado que, aunque las especies exportadas provienen de zoocriaderos, existe el riesgo de que la demanda internacional incentive el tráfico ilegal de fauna.


"Eso ya está pasando, desde hace años. Con aves y reptiles, principalmente. Lo vemos en la carretera hacia Sébaco y en el Rama; en Managua hasta con los perros de raza, y en El Castillo", comentó un ambientalista a COYUNTURA bajo condición de anonimato. Además, otros cuestionan si la cría en cautiverio realmente contribuye a la conservación de las especies o si, por el contrario, fomenta más la explotación de la biodiversidad con fines comerciales.


Impacto económico y desafíos


El sector de los zoocriaderos en Nicaragua representa una fuente de ingresos significativa para muchas familias. Byron Torres, propietario del zoocriadero Ranitas San Payo, en San Rafael del Norte, afirmó a medios locales que esta actividad le ha permitido sustentar a su familia y ver un futuro prometedor en la exportación de ranas y reptiles. Sin embargo, también enfrenta desafíos, especialmente en relación con la fluctuación de los mercados internacionales y las restricciones impuestas después de la pandemia de Covid-19.


Durante los momentos más urgentes de la situación del coronavirus, las exportaciones de fauna silvestre se vieron gravemente afectadas debido a la cancelación de vuelos y las restricciones en varios países. Fernando López, de Fauna Marina, calculó pérdidas de hasta 15,000 dólares en su negocio durante los meses más críticos de la crisis sanitaria. Aunque la situación ha mejorado, la incertidumbre sigue siendo un obstáculo para los emprendedores del sector.


El sandinismo en Nicaragua ha mostrado un firme apoyo a esta industria, promoviendo espacios de intercambio de conocimientos entre zoocriaderos y facilitando la entrada de nuevos emprendedores al sector. Además, la estrategia gubernamental titulada "Biodiversidad para la Vida" busca asegurar que el 10 % de la producción anual de cada zoocriadero sea liberada al medio natural, con el fin de contribuir a la conservación de las especies. Este enfoque apunta a equilibrar el desarrollo económico con la protección de la biodiversidad, pero sin datos todavía.


En resumen, la exportación de animales exóticos en Nicaragua es una industria en expansión, con un impacto económico significativo y un futuro prometedor. Sin embargo, sigue enfrentando desafíos relacionados con la sostenibilidad, la regulación y las preocupaciones éticas sobre el bienestar animal. A medida que la demanda internacional crece, será fundamental que el país continúe fortaleciendo sus mecanismos de control y asegurando que este negocio se desarrolle de manera responsable.


 

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