El desconcierto generado por la aparente actividad digital después del fallecimiento oficial refuerza la complejidad de un legado que ha sido tan polémico como histórico. "No le quitaron el teléfono antes de anunciar su muerte", bromeó una ciudadana salvadoreña.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua

Sepa usted desde ya que esta es la noticia de una muerte indefinida. La noche de este martes 21 de enero de 2025 se "confirmó" la muerte de Carlos Mauricio Funes Cartagena, expresidente de El Salvador, a los 65 años de edad. Su deceso fue reportado por el Ministerio de Salud (MINSA) de Nicaragua -controlado por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)- a las 09:35 p.m., a raíz de una grave dolencia que lo mantenía en estado crítico desde el mediodía de hoy o antes, según un primer comunicado del MINSA. Sin embargo, la primicia desde ya se ve envuelta en un manto de interrogantes, pues una publicación en su cuenta oficial de X (antes Twitter) a las 11:00 p.m. desconcertó a la opinión pública por unos minutos, generando dudas sobre la cronología exacta de los eventos. En otras palabras, el exmandatario envió un mensaje póstumo, desde el más allá, por muy loco que parezca. Su cuenta en la red social digital desapareció de internet a las 11:46 p.m., con más de 200,000 seguidores, según documentación de COYUNTURA, tras más de 200 comentarios desde varios puntos de Centroamérica.
El mensaje, que rápidamente sumó más de 50,000 visualizaciones, decía:"En estos momentos difíciles, para mi familia y mi persona, solo pido a Dios que se realice su voluntad. Pido sus oraciones, pero si ha llegado el momento de partir, sé que serví a mi país con honor y lealtad. Fue mi mayor honor y privilegio servir a mi patria. ¡Dios bendiga a El Salvador!"
El desconcierto generado por la aparente actividad digital después del fallecimiento oficial refuerza la complejidad de un legado que ha sido tan polémico como histórico.

Mauricio Funes irrumpió en la escena política salvadoreña en 2006 tras una destacada carrera como periodista, siendo uno de los rostros más conocidos de la televisión nacional. Su figura carismática y discurso moderado lo convirtieron en la carta del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) para romper la hegemonía de la derecha representada por la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). En 2009, Funes fue elegido presidente con el 51.32 % de los votos, convirtiéndose en el primer mandatario de izquierda en la historia del país centroamericano.
Su victoria significó una esperanza para millones de salvadoreños que anhelaban un cambio político e institucional tras 20 años de gobiernos conservadores. Prometió una "revolución ética" inspirada en líderes como Barack Obama y Luiz Inácio Lula da Silva, comprometiéndose a gobernar con transparencia y meritocracia.
La gestión de Funes (2009-2014) estuvo marcada por contradicciones y malas decisiones. Mientras fortalecía programas sociales y lograba el reconocimiento de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), sus relaciones con la empresa privada y los medios de comunicación se deterioraron. Su gobierno enfrentó tensiones crecientes con la Sala de lo Constitucional, que bloqueó varias de sus políticas. A medida que avanzaba su mandato, las acusaciones de corrupción comenzaron a empañar su reputación, desde los juzgados y la prensa. Un "accidente" relacionado con un Ferrari en el año 2014, nunca esclarecido, sumó un elemento de misterio a su figura pública. Los rumores sobre su vida personal también provocaron fricciones dentro de su propio partido.
Exilio en Nicaragua
Tras dejar la presidencia, los escándalos de corrupción se multiplicaron. Desde 2016, bajo el mandato del fiscal general Douglas Meléndez, se abrieron múltiples procesos contra Funes por desvío de fondos públicos y sobornos, vinculando también a sus familiares y excolaboradores. Se le acusó de haber pactado con pandillas para reducir homicidios durante su administración, un acuerdo que fue denunciado como una negociación secreta que debilitó el Estado de Derecho. Ante la creciente presión judicial, Funes se refugió en Nicaragua, donde la dictadura de Daniel Ortega y su esposa y comandataria Rosario Murillo le otorgó asilo político y luego la nacionalidad nicaragüense -julio de 2019-. Este acto cerró cualquier posibilidad de extradición, ya que la Constitución nicaragüense prohíbe entregar a sus ciudadanos. Funes utilizó hasta hace algunas semanas las redes sociales digitales para mantenerse activo políticamente, atacando a sus adversarios y criticando al ahora presidente salvadoreño Nayib Bukele.
Las acusaciones contra Funes resultaron en tres condenas significativas:
En mayo de 2023, fue sentenciado a 14 años de cárcel por su implicación en la "tregua con pandillas".
En julio del mismo año, recibió una pena adicional de seis años por evasión fiscal.
En junio de 2024, fue condenado a ocho años por aceptar una avioneta como dádiva vinculada al proyecto de construcción del puente San Isidro.
El caso más emblemático, conocido como "Saqueo Público", implicó el supuesto desvío de más de 351 millones de dólares. Este proceso, junto con otras acusaciones relacionadas con corrupción estructural, marcó el punto más bajo de su legado político y profesional.
Desde diciembre de 2024, fuentes cercanas reportaron un deterioro grave en la salud de Funes, con complicaciones hepáticas, insuficiencia renal y sepsis. Este martes por la tarde, habría recibido la extremaunción. Su muerte fue registrada oficialmente a las 09:35 p.m. y anunciada por el Ministerio de Salud de Nicaragua en un documento emitido a las 10:15 p.m., generando un sinfín de reacciones en El Salvador y la región. Sin embargo, la publicación en X genera teorías y cuestionamientos que permanecen sin resolver. La cuenta del exmandatario ya no está, como tampoco él, supuestamente.
Mauricio Funes será recordado como una figura que encarnó las esperanzas de cambio de una nación, solo para quedar atrapado en los mismos vicios de poder que prometió combatir. Su vida y carrera son un testimonio de las complejidades y los malos giros de la política latinoamericana, donde las promesas de transformación a menudo colisionan con las realidades del poder y la corrupción.
El Salvador, país que una vez lo aclamó como símbolo de renovación, seguirá debatiendo su legado mientras continúa enfrentando los desafíos de gobernanza, justicia y memoria histórica de siempre. Al cierre de este texto, ningún funcionario salvadoreño ha brindado declaraciones al respecto. El MINSA de Nicaragua no responde los cuestionamientos.
El desconcierto que rodea la muerte de Mauricio Funes se acrecienta con la publicación del mensaje en su cuenta oficial de X, redactado en primera persona más de una hora después de su fallecimiento oficial según la administración sandinista, y la eliminación completa del perfil. Este hecho ha generado una oleada de teorías y suspicacias que oscilan entre un posible manejo de redes no autorizado hasta una estrategia de manipulación política para controlar la narrativa de su muerte, e incluso la evasión de la justicia con una falsa muerte. En un país donde la comunicación oficial es cuestionada por la opacidad del régimen orteguista, la incongruencia temporal entre el anuncio del deceso y la actividad digital plantea preguntas sobre la veracidad de los hechos reportados. "¿Murió de verdad o no?", se preguntan varios ciudadanos, salvadoreños y nicaragüenses. A medida que el debate sobre su vida, legado y polémicas judiciales continúa, la muy probable última publicación de Funes se convierte en un epílogo enigmático, cargado de simbolismo y controversia, en un final tan turbulento como su paso por la política salvadoreña, y su estadía en la Nicaragua de los Ortega Murillo.
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