Esta crónica urbana detalla la pobreza cotidiana de Managua, capital de Nicaragua, donde fluyen las diferentes expresiones de miseria y se encuentran con las más lujosas exhibiciones de una bonanza ficticia difundida por la copresidencia de Daniel Ortega y Rosario Murillo en los medios de comunicación que administran sus hijos.
Por Voces En Libertad | @VocesNi
Managua, Nicaragua
A esta ciudad hay que verla en silencio para descubrir su brutal desigualdad y la pobreza eterna que la inunda.
El ejercicio es fácil: uno debe ponerse tapones en los oídos para no oír el discurso vacío de la prosperidad oficial y apartar de la vista las cifras de bonanza económica que la propaganda pregona estridentemente a través de los medios oficialistas.
Descubrir la pobreza, insistimos, es tan fácil como tomar un autobús en Carretera Norte y desde la ventana recorrer Managua hasta bajarse en uno de los desordenados y caóticos mercados como el Roberto Huembes, al oriente de la capital, o el Oriental, al noreste, o el Israel Lewites, al occidente.
Híbrido visual entre la opulencia y la miseria
La capital nicaragüense se extiende entre algunos lujosos edificios, empresas modernas y ostentosas residencias que vertiginosamente ceden el paisaje a barriadas precarias, asentamientos desordenados y ejércitos de vendedores ambulantes en los semáforos de casi toda la ciudad, desordenada por naturaleza.
En bus, a pie, o en taxi, uno atraviesa avenidas señalizadas y limpias zonas acomodadas que conviven, de una cuadra a otra, con otras sucias y avejentadas calles, donde los basureros se alzan a orillas de cauces llenos de basura, donde gente hurga buscando desechos o quizás comida, acompañados de carretones de caballos famélicos que luego circularán lentamente por las avenidas principales, en donde atascarán en el tráfico a más de alguna camioneta lujosa de las miles que circulan por la ciudad.
Porque ese es otro detalle a ver: la desigualdad en el parque vehicular. Así como usted ve carretones jalados por caballos en las principales vías, en un semáforo como el de Altamira también verá en fila destartalados taxis, viejos buses amarillos emisores de nubes de humo negro, minúsculos vehículos chinos, intercalados con lujosas camionetas BMW, Toyota o Nissan, que cuestan no menos de C$50,000 dólares americanos.
La riqueza en datos y discursos
En las cifras oficiales del Banco Central de Nicaragua (BCN), el país es "alegre y próspero": creció más del 10 % en 2021 y cerca del 5 % en 2022, mientras proyecta un crecimiento arriba del 4 % para 2023. Incluso los medios oficialistas resaltan que el país centroamericano es uno de los pocos de la región en donde la ciudadanía vive "realmente feliz". Los números de las reservas financieras son sólidas, las exportaciones crecieron en muchos rubros, y las rentas de la banca y la empresa privada cerraron con éxito en 2022.
Sin embargo, la aprobación de la administración y como se vive en Nicaragua se percibe de forma negativa según otras fuentes. Una encuesta de CID Gallup publicada en enero develó que un 62 % de los nicaragüenses cree que la situación económica de Nicaragua está "peor" que el año anterior. Un 54 % de la población encuestada dijo además que la situación económica de Nicaragua estará "peor" en los próximos 12 meses, mientras solo un 37 % dijo que estará "mejor".
"En general, durante 2022 la población de interés de este estudio se manifestó negativa. Vislumbraba el futuro económico del país peor que el año anterior; en el primer mes de 2023, la situación se estaciona y se mantiene con poco optimismo ante en el futuro", indicó la firma.
Además, CID Gallup precisó que "son de nuevo los seguidores del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) quienes piensan positivamente; los integrantes de la cohorte poblacional de 16 a 24 años de edad, grupo que ha vivido gran parte de su existencia bajo la administración de Daniel Ortega, y que en su mayoría le sigue y aprueba sus actos".
El sondeo se realizó entre el 03 y 16 de enero pasado, con una muestra de 1,204 personas mayores de 16 años, de manera telefónica, teniendo un margen de error del 2,8 %, y un nivel de confianza del 95 %, según la ficha técnica de la entidad.
Silencio, remesas y éxodo migratorio
¿Son tan confiables las cifras oficiales? ¿Va la democracia nicaragüense hacia atrás, mientras la economía pareciera marchar hacia adelante?
Economistas consultados en Nicaragua dudan de la veracidad de dichos datos económicos, pero prefieren mantenerlo en silencio en vista de la situación de represión política y social, así como del cercenamiento de la libertad de prensa y de investigación periodística en ese país por parte del régimen de Daniel Ortega.
"El último sociólogo y economista que cuestionaba públicamente los datos oficiales se llama Óscar René Vargas y está secuestrado en 'El Chipote', la cárcel política de la dictadura", señaló a esta Redacción un economista nicaragüense que evita comentar a profundidad la situación por temor a represalias, solicitando a su vez el anonimato.
En recientes informes, el BCN estimó que bajo la copresidencia Ortega-Murillo la pobreza subió un 13 % en el 2022, pese al aumento en las remesas generado por la ola migratoria de los últimos meses, cuando más de 300,000 nicaragüenses se han marchado en busca de trabajo y mejores condiciones democráticas.
Nicaragua recibió $2,887.8 millones de dólares en remesas de sus ciudadanos en el exterior entre enero y noviembre de 2022, un nuevo récord confirmado por el oficialismo.
Y, ¿Hambre Cero?
¿Se acuerda usted del programa estatal Hambre Cero? Ya nadie habla de ello. Al contrario: Nicaragua es el país que más hambre sufre en toda Mesoamérica, según revela el informe 2022 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas). Dicha entidad y la administración sandinista firmaron en mayo de 2022 un Nuevo Marco de Programación País para el período 2022-2026, por un monto de $67,3 millones de dólares.
Según el estatal Plan Nacional de Lucha contra la Pobreza 2022-2026, el 24,9 % de la población nicaragüense vive en la pobreza, mientras que el 17,2 % vive en la extrema pobreza.
La noticia de FAO llevó a los propagandistas del régimen a repetir que los diversos programas sociales mantienen garantizada la seguridad alimentaria, pese a que son considerados "asistencialistas" por expertos y críticos al mandatario.
"De los 24 productos de la canasta alimentaria del país solo se importaron tres productos en 2022, es decir, en 21 artículos la producción fue suficiente para garantizar seguridad alimentaria, abastecimiento en los mercados, estabilidad de precios y exportar excedentes en algunos", subrayó en conferencia de prensa el ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta. No obstante, el precio de la canasta básica ronda los 520 dólares, mientras la mayoría de familias, tienen ingresos por debajo de los 300 dólares.
"Embustes de la dictadura"
Para el economista independiente Enrique Sáenz, los datos oficiales son falacias. "La gente no come estadísticas oficiales", dice. La pobreza reinante en Nicaragua, él la observa en las bases de datos tanto del Instituto Nicaragüense de Información para el Desarrollo (INIDE) como en las del BCN. "Ahí están las evidencias de la propaganda embustera de la dictadura", acusa.
Cuatro datos revelan la pobreza y la carestía de la vida en Nicaragua: según el INIDE el precio de la comida se elevó en 22 % en 2022; el ajuste a los pensionados fue del 2 %; el ajuste al salario mínimo del 7 %; y el ajuste en las zonas francas del 8 %. "La diferencia entre estos porcentajes significan lisa y llanamente hambre, porque una de las características de esta población es que la mayor parte de sus ingresos los destina a la comida", apunta Sáenz.
El especialista también señala que, según el INIDE, el porcentaje de inactividad laboral es del 33 % en la población económicamente activa. Es decir: tres de cada 10 nicaragüenses. Y el porcentaje de la población laboral en condición de subocupación es de un 38 %. "Si conforme a la definición oficial un subocupado es una persona que no tiene empleo fijo y no gana ni el salario mínimo, allí tenés que al menos el 38 % de la población no tiene ingresos ni siquiera para cubrir sus necesidades básicas", comenta.
Agrega: "basta comparar el precio de la comida, según el INIDE, y el salario mínimo de los distintos sectores para tener una idea de las dimensiones de la población en condición de pobreza".
La otra cara de la realidad social
Apartemos los ojos de las cifras y volvamos la vista a las calles de Managua, donde se ve, se huele y se palpa la miseria. En los semáforos la mayoría de transeúntes son audaces vendedores ambulantes y limpiadores de vidrios. Y abundan los indigentes de todas las edades.
Por ejemplo: en los semáforos de la rotonda Jean Paul Genie, en las cercanías del centro comercial Galerías Santo Domingo, un par de mujeres fuertes y jóvenes empujan a dos abuelas, tostadas por el sol, en sillas de rueda, atolondradas, quizás, por el vaivén frenético del tráfico vehicular de la zona. Aprovechan el cuello de botella de la rotonda y recorren la pista sobre la línea blanca que divide los carriles, para reflejar las caras lánguidas de las abuelas ante los espejos polarizados de los vehículos. Con suerte, algunos bajan sus vidrios y extienden algunas monedas o un billete de baja denominación. Otros pasan con indiferencia ante la escena.
Los niños desprotegidos siguen ahí, y ahora son más
Ver mujeres jóvenes exhibiendo abuelas es, por así decirlo, menos doloroso que la escena que se desarrolla en los semáforos del Banco de la Producción (BANPRO) en Carretera Sur. Hemos hecho un recorrido por ahí con "César", un taxista que por algún tiempo fue chofer de uno de los periódicos instalados en su momento en Carretera Norte. Tras vivir de ese oficio por 15 años, cuenta que en ese punto de la capital ha llegado a contar en un mismo día hasta a 15 niños y niñas de diferentes edades, cargando a criaturas de pocos años o meses de nacido, cubriéndose precariamente con pañales o pañuelos ante el Sol calcinante de la capital, pidiendo dinero a los conductores de la zona.
Encontramos en el lugar la misma escena que en la rotonda Jean Paul Genie: mujeres y niñas esperan la luz roja, caminan sobre las señales blancas del pavimento, golpean las ventanas cerradas de los vehículos detenidos y extienden las manos.
A pocos metros de esa escena, ocultos entre las frondas de los árboles de los parques aledaños, los que parecen ser los padres y madres de los niños mendigos, observan atentos las monedas. "Eso es diario y se ha empeorado", dice César. "Aquella de turbante rojo (una camisa enrollada al pelo) diario se viene con varios chavalitos. Vive en San Judas, y parece que recluta a los niños que trae a pedir aquí", señala.
¡Arriba los pobres del mundo!
No es nuevo. El fenómeno de los indigentes en los semáforos de Managua, revueltos entre vendedores informales, limpia vidrios y malabaristas que escupen fuego o bailan hip-hop o visten de payasitos, ha sido común en la ciudad desde los años 90. Ni Daniel Ortega, cuando regresó al poder en 2007, ha podido ocultarlos pese a la estridencia de sus campañas de "amor hacia los más pequeños", aunque trató por un tiempo sacarlos de las calles.
Hace 16 años aparecieron por todo el país los rótulos de Ortega y su mensaje de "arriba los pobres del mundo", culpando a los 16 años de gobiernos neoliberales por la desgracia.
Hoy ya no existen aquellos anuncios, pero los pobres siguen ahí, otros 16 años después, en cada esquina de la capital: vendiendo baratijas, limpiando automóviles, pidiendo monedas, e inspirando lástima con ancianos en sillas de ruedas o bebés tragando polvo y humo, en las ardientes o inundadas avenidas de esta ciudad. El gran escaparate de la pobreza en Nicaragua.
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