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Lucha silenciosa: dictadura de Ortega y Murillo se apropia de las fiestas patronales de Managua

En medio de un clima extremo de tensión política y represión, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo intenta una vez más imponer su control sobre las festividades patronales de Santo Domingo de Guzmán en la capital de Nicaragua. Por quinto año consecutivo, la iglesia católica evita elegir a un mayordomo y, en un inusual acto de usurpación, la alcaldesa de Managua, Reyna Rueda, se autoproclama como "mayordoma".

Por Redacción Central | @CoyunturaNic

Managua, Nicaragua
Un devoto carga una replica de Santo Domingo en Managua durante las conmemoraciones de 2022 | Fotografía de EFE
Un devoto carga una replica de Santo Domingo en Managua durante las conmemoraciones de 2022 | Fotografía de EFE

Los actos hostiles y de persecución contra la iglesia católica, sus festividades litúrgicas y la devoción general de la feligresía continúan en Nicaragua. La dictadura de Daniel Ortega y su segunda al mando, Rosario Murillo, por quinto año consecutivo, impone a la sandinista Reyna Rueda, alcaldesa de Managua, como "mayordoma" de las fiestas patronales de Santo Domingo de Guzmán, sin el aval de la iglesia y de los organizadores vecinales. Este acto de usurpación, sumado a la prohibición de festividades religiosas en diferentes partes del país centroamericano desde hace ya un año, representa un nuevo golpe a la libertad religiosa en la nación centroamericana.


Desde el año 2018, cuando estallaron las protestas en contra del régimen de Ortega, la iglesia católica y la ciudadanía en Nicaragua es objeto de una intensa represión, lo que ha llevado a la muerte y exilio de muchos que profesan el catolicismo, y al cierre de canales de televisión y radios independientes y católicas a nivel nacional. Además, la administración orteguista ha desterrado y expulsado a sacerdotes y monjas, y mantiene encarcelados a líderes religiosos prominentes, como monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Arquidiócesis de Matagalpa, en el norte del país.


En este contexto de hostilidad hacia la iglesia, Reyna Rueda, cercana al régimen sandinista, se autoproclamó "mayordoma" de las fiestas patronales de Managua. La iglesia católica, que tradicionalmente elegía a los mayordomos, evitó hacerlo en esta ocasión y no entregó "La Tajona" a ningún candidato, incluyendo a Rueda. A pesar de ello, los medios oficialistas adjudicaron la figura de "mayordoma" a Rueda sin que la iglesia católica emitiera correcciones públicas, según una fuente consultada por COYUNTURA debido al "temor de más consecuencias" contra el catolicismo, que vive sus peores días, incluso en lo que respecta al tema económico debido a que la administración sandinista congeló hace unas semanas las cuentas de varias instancias e iglesias del órgano religioso.


La apropiación de las festividades de Santo Domingo también se ve reflejado en el lema que la iglesia había escogido para las fiestas: "Con Santo Domingo de Guzmán caminamos juntos". El régimen pretende cambiarlo para que Rueda se sienta "tomada en cuenta".


El dominio de la dictadura orteguista sobre las festividades patronales de Santo Domingo de Guzmán ha sido notorio a lo largo de los últimos años. A pesar de la persecución y represión, el régimen continuó impulsando estas celebraciones incluso en medio de la pandemia de la Covid-19, momentos en los que la iglesia tuvo que cancelar o limitar actividades por razones de salud pública.


En medio de esta opresión, al menos 85 religiosos, entre sacerdotes y monjas, han sido forzados a dejar el país desde 2018, según datos recopilados por la abogada e investigadora Martha Patricia Molina, una voz crítica del oficialismo, quien también ha documentado al menos 529 ataques sufridos por la iglesia católica por parte de la dictadura desde abril de dicho año. La dictadura ha utilizado diversas tácticas para presionar a líderes católicos, como el exilio, la prohibición de ingreso al país o la no renovación de su residencia. La negativa a permitir el ingreso de sacerdotes y la expulsión de religiosas de origen brasileño evidenció hace unos meses ese patrón de hostilidad y represión hacia la iglesia católica en Nicaragua.


El rol de la alcaldesa de Managua, Reyna Rueda, en este contexto de represión es preocupante. Al autoproclamarse "mayordoma" de las fiestas patronales sin el respaldo de la iglesia católica, Rueda muestra una clara subordinación y afiliación con el régimen sandinista. Su presencia en la tradicional "Roza del Camino" junto al vicealcalde Enrique Armas, durante el pasado domingo 23 de julio, sin saludar al párroco de la iglesia de Las Sierritas de Managua, resalta la tensión y la división que enfrenta la sociedad nicaragüense.


La festividad de Santo Domingo de Guzmán ha sido, desde 1886, una tradición que atrae multitudes durante los diez días que permanece en Managua. Sin embargo, en los últimos años, la represión política y la prohibición de festividades religiosas han empañado la celebración, convirtiéndola en un recordatorio amargo de la lucha silenciosa de la iglesia católica en Nicaragua.


No obstante, este año la administración de la Alcaldía de Managua, bajo el control del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), permitirá de todo para todos. La fiesta del Palo Lucio. La Vela del Barco. La elección municipal de la India Bonita de las Fiestas de Managua. Agendas culturales en varios barrios de la capital nicaragüense. Recorridos de la imagen. Y hasta exposiciones.


La capacidad de conversar y el trabajo conjunto, según el párroco de la iglesia de Santo Domingo en Las Sierritas de Managua, Boanerges Carballo, serán fundamentales para llevar a cabo la tradicional procesión de Santo Domingo de Guzmán. A pesar de las dificultades y la persecución, la iglesia se prepara para recibir a las y los devotos del santo en la ciudad capital, en una muestra de resistencia y esperanza ante la adversidad.


Mientras tanto, la dictadura de Ortega y Murillo continúa aferrándose al poder, buscando controlar y manipular incluso las festividades religiosas, en un intento de legitimar su administración -que lleva cuatro mandatos consecutivos desde 2007 hasta la fecha- y silenciar las voces críticas. En medio de este oscuro panorama, la sociedad nicaragüense enfrenta un reto mayúsculo, en busca de la libertad, la justicia y el respeto a los derechos humanos.


La lucha por la democracia y la libertad en Nicaragua continúa, y la iglesia católica, a pesar de la represión y la persecución, sigue siendo un símbolo de esperanza y resistencia para la población. La historia de Santo Domingo de Guzmán y su festividad patronal se entrelazan con la realidad política y social del país, reflejando la necesidad de un cambio profundo y duradero en busca de un futuro más justo y libre. Mientras tanto, las y los nicaragüenses en Managua podrán caminar juntos otra vez, alrededor de "Minguito".


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