El informe más reciente de la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED) revela que en el 41 % de los departamentos nicaragüenses no existe ningún medio de comunicación independiente. Áreas como Carazo, Chontales, Jinotega, Madriz, Nueva Segovia y las dos Regiones Autónomas de Caribe carecen por completo de periodismo independiente, dejando a la ciudadanía sin acceso a una fuente de información que contraste el poder político y aborde los problemas de las comunidades.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
En el vertiginoso panorama de la libertad de prensa, Nicaragua ha emergido como un punto álgido donde el ejercicio periodístico enfrenta serias amenazas. Según el reciente Informe Trimestral (enero-marzo 2024) de la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED), la situación no solo persiste, sino que se agrava de manera preocupante. Un dato estremecedor del informe es la cifra de periodistas nicaragüenses que se vieron forzados a buscar refugio fuera de sus fronteras durante el primer trimestre del año en curso. Nada menos que nueve profesionales se sumaron a la diáspora de una comunidad que ya suma 251 exiliados en total.
Esta migración forzada no solo fragmenta la red periodística del país, como ya lo documentó el equipo de COYUNTURA en julio del año 2023, sino que también erosiona el derecho fundamental a la libre expresión, a tener un empleo digno, y a acceder a información trascendental, dejando a la ciudadanía sin voces independientes que contrasten el poder político y documenten abusos, violaciones y noticias en general.
La presión sobre los medios independientes se traduce en una disminución drástica de espacios donde el periodismo crítico y de investigación pueda florecer. En siete departamentos nicaragüenses, la presencia de medios independientes es nula, sumiendo a vastas regiones en un vacío informativo que solo es llenado por la propaganda oficialista. Este panorama distópico refleja no solo una violación flagrante de la libertad de prensa, sino también un peligroso monopolio informativo que socava la diversidad de perspectivas necesaria en cualquier sociedad democrática.
La autocensura se ha convertido en un mecanismo de supervivencia para los medios locales que aún operan. La omisión selectiva de temas sensibles, como las actividades religiosas durante la Semana Santa, ilustra cómo el miedo a represalias y el acoso gubernamental han paralizado la labor periodística. En un país donde informar se ha vuelto sinónimo de riesgo para la integridad personal y familiar, los periodistas se enfrentan a una disyuntiva entre el deber profesional y la seguridad propia.
Las y los periodistas exiliados se encuentran con una serie de obstáculos que dificultan su reintegración en el ejercicio periodístico. Desde la necesidad de validar títulos profesionales hasta la incertidumbre migratoria, cada paso hacia la reconstrucción de sus vidas profesionales se ve obstaculizado por la burocracia y la hostilidad gubernamental. La falta de estabilidad laboral y la precarización salarial en los países de acogida añaden una capa adicional de desafíos, forzando a muchos a buscar alternativas de subsistencia fuera del ámbito periodístico.
El informe de FLED identifica cinco problemas principales que afectan al periodismo nicaragüense:
Relevo generacional en riesgo: El temor al ejercicio de la profesión y la falta de escuelas de periodismo certificadas están amenazando el relevo generacional en el periodismo nicaragüense.
Alto riesgo para los periodistas independientes: Hacer periodismo independiente en Nicaragua implica poner en peligro la vida e integridad personal y familiar.
Desempleo y precarización salarial: La falta de estabilidad laboral y la insuficiencia de ingresos económicos están llevando a muchos profesionales a abandonar la profesión.
Dificultades para los exiliados: Los periodistas exiliados enfrentan obstáculos significativos para retomar su trabajo periodístico, desde la estigmatización hasta las barreras legales y burocráticas.
Aplicación de leyes represivas: La legislación se aplica de forma discrecional, amenazando la libertad de expresión y el ejercicio del periodismo independiente.
Además, el documento de la organización latinoamericana destaca el cierre de espacios informativos y la creciente autocensura entre las fuentes informativas, que evitan colaborar con periodistas y medios independientes por temor a represalias. Incluso menciona que algunos reporteros están evitando hablar de ciertos temas para evitar sanciones o persecución.
La erosión del tejido periodístico nicaragüense no solo tiene repercusiones inmediatas, sino que también amenaza con dejar un vacío generacional irreparable. El temor al ejercicio de la profesión y la falta de instituciones educativas que garanticen una formación de calidad están llevando a las nuevas generaciones a alejarse del periodismo. Esta fuga de talento no solo empobrece el panorama mediático del país centroamericano, sino que también debilita el papel crucial que desempeña el periodismo en una sociedad democrática.
Ante este sombrío panorama, es imperativo que la comunidad internacional y los defensores de los derechos humanos se unan en solidaridad con los periodistas nicaragüenses. La liberación inmediata y sin condiciones de los periodistas detenidos arbitrariamente, como Víctor Ticay, es un primer paso crucial hacia la restauración de la libertad de prensa en Nicaragua. Además, se requieren medidas concretas para garantizar la seguridad y el bienestar de los periodistas exiliados, así como para promover la formación y el empoderamiento de las nuevas generaciones de periodistas.
El informe trimestral de la FLED ofrece una radiografía contundente de la crisis que enfrenta el periodismo nicaragüense. Más allá de las cifras y los datos, es un llamado urgente a la acción colectiva en defensa de la libertad de expresión y la justicia para aquellos que arriesgan sus vidas por informar la verdad. La precariedad se hace más aguda con el exilio y la falta de oportunidades en Centroamérica.
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