Si la canasta básica alimentaria en Nicaragua incluye menos productos, es evidente que el costo disminuirá. Sin embargo, que el oficialismo afirme que cierto artículo o servicio ya "no es vital" no implica necesariamente que no lo sea; y mucho menos indica que la población dejará de adquirirlos.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
Desde su establecimiento en 1988, la canasta básica de Nicaragua ha sido un referente clave en la determinación del salario mínimo y la medición de la calidad de vida de las y los ciudadanos. Recientemente, el Instituto Nacional de Defensa del Consumidor (INDEC) propuso una revisión sustancial de esta canasta, que podría reducir significativamente el número de productos incluidos, pasando de 53 a 35. Esta iniciativa, liderada por el subdirector del INDEC, Gustavo Ortega, tiene como objetivo reflejar con mayor precisión los hábitos de consumo de los nicaragüenses, según el oficialismo, enfocándose en productos alimenticios y eliminando artículos relacionados con el vestuario, el hogar o el uso personal.
La propuesta del INDEC será presentada ante la comisión del salario mínimo, una instancia conformada por el Ministerio del Trabajo (MITRAB) y el Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (MIFIC). Esto reviste una importancia crucial, ya que cualquier modificación en la canasta básica podría influir en las negociaciones anuales sobre el salario mínimo, llegando incluso a reducirlo, no aumentarlo. Desde su instauración, la canasta básica ha sido un pilar en estas negociaciones, pues refleja las necesidades básicas de las familias nicaragüenses.
La canasta básica, tal como la define el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), es un conjunto de bienes y servicios esenciales para satisfacer las necesidades de un hogar promedio. Su composición se ajusta según los hábitos de consumo y los valores nutricionales de los alimentos. Sin embargo, se ha señalado que la canasta básica nicaragüense contiene una cantidad considerablemente mayor de productos en comparación con otras naciones centroamericanas. Esta disparidad plantea interrogantes sobre la eficacia de la canasta como indicador social y económico, especialmente cuando se contrasta con los salarios mínimos en la región.
En febrero de 2024, el costo de la canasta básica en Nicaragua cerró en 19,808 córdobas, según datos verificados por el equipo de COYUNTURA, reflejando un ligero aumento en comparación con el año anterior. Este incremento se debe, en parte, a fluctuaciones en los precios de productos clave. Por ejemplo, mientras que algunos alimentos como el frijol experimentaron una ligera disminución en su precio, otros como el aceite y el queso a base de leche bovina mostraron aumentos significativos. Esta variabilidad en los precios de alimentos básicos afecta directamente el poder adquisitivo de las y los nicaragüenses, especialmente aquellos con ingresos limitados.
A pesar de la reciente disminución en el costo de la canasta básica, se observan preocupaciones persistentes sobre la inflación y el costo de vida en Nicaragua. Si bien algunos productos han experimentado reducciones de precio, otros, como los relacionados con el cuidado personal y la educación, han mostrado aumentos significativos. Esto plantea desafíos adicionales para las familias nicaragüenses, que deben enfrentar no solo la volatilidad en los precios de los alimentos, sino también en otros aspectos esenciales de su vida diaria.
El análisis económico revela que si bien la inflación general ha mostrado signos de desaceleración, la inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de alimentos y energía, sigue siendo alta. Esto sugiere que el poder adquisitivo de los salarios podría erosionarse con el tiempo si no se implementan medidas adecuadas para abordar esta disparidad. Los trabajadores podrían presionar por ajustes salariales para hacer frente al aumento del costo de vida, lo que a su vez podría afectar la estabilidad económica del país.
En conclusión, la propuesta de reajuste en la canasta básica de Nicaragua plantea importantes interrogantes sobre la medición de la calidad de vida y la distribución del ingreso en el país. Si bien busca reflejar con mayor precisión los hábitos de consumo de la población, también destaca la necesidad de abordar de manera integral los desafíos económicos y sociales que enfrentan los nicaragüenses. La estabilidad económica y el bienestar de la población dependen en gran medida de la capacidad de la administración sandinista y los actores económicos para encontrar soluciones equitativas y sostenibles a estos problemas.
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