En medio de la imparable represión de la administración sandinista, la Semana Santa se ha convertido en el más reciente blanco de la política gubernamental. La iglesia católica, que ha sido un baluarte de resistencia contra el autoritarismo, ve cómo sus tradicionales procesiones religiosas son objeto de prohibiciones y restricciones, en un nuevo capítulo de la lucha entre la fe y el poder político en Nicaragua.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
León, Nicaragua
Sin tener en cuenta los años 2020 y 2021 (por la pandemia de Covid-19), en Nicaragua la Semana Santa siempre ha sido una época de fervor religioso, en la que la población se reúne en las calles para participar en las tradicionales procesiones que conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Sin embargo, este año las celebraciones religiosas viven un quiebre irracional debido a que son objeto de la creciente represión de la administración de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, que ha prohibido algunas de estas manifestaciones y ha impuesto restricciones en otras, bajo la complicidad y mano dura de la Policía Nacional y los Gabinetes de Familia en todo el territorio.
En la ciudad de Granada: las autoridades prohibieron la procesión de "Los Cristos del Perdón", una tradición que se remonta a más de 200 años y que cuenta con una gran participación popular; y el viacrucis acuático en las isletas del lago Cocibolca, una costumbre de más de 40 años iniciada por el sacerdote Omar Cordero de la parroquia Guadalupe, será remplazado por una actividad oficialista. Mientras tanto, a más de 130 KM de distancia, en la iglesia Dulce Nombre de Jesús - El Calvario en León, no está permitida la realización del viacrucis, y la bendición de ramos y la famosa Consagración de esta parroquia serán "en el atrio frente a la puerta principal".
De acuerdo a estimaciones de la Redacción de COYUNTURA en base a información abierta y fuentes bibliográficas, al menos 15 y 20 procesiones religiosas no se realizarán este 2023 durante la Semana Santa en Granada y León, respectivamente.
Unos 30 eventos católicos fueron prohibidos durante los primeros meses de este año. Un total de 40 procesiones católicas han sido vedadas por el régimen Ortega-Murillo desde el 20 de septiembre de 2022, cuando le fue impuesta la iglesia por cárcel a la imagen de San Jerónimo en Masaya. Y entre 80 y 100 celebraciones religiosas en total no serán realizadas en las festividades de la cuaresma del 2023 en Nicaragua.
Fuentes cercanas a la iglesia católica denuncian esta medida como un ataque a la libertad religiosa, mientras analistas identifican en los hechos un golpe a la identidad cultural del pueblo nicaragüense.
Las procesiones de Semana Santa no son solo una expresión de la fe católica, sino también un símbolo de la cultura y la identidad nicaragüense. En muchos de los municipios del país centroamericano estas ceremonias religiosas son una parte integral de la vida cotidiana de la población, del turismo y de la economía; indican el inicio de la temporada de verano, y tras años siendo relacionadas con momentos históricos, como la lucha por la independencia y la Revolución Ciudadana de la década de los 70, se enfrentan a su primera prohibición en masa, en un claro esfuerzo de la dictadura sandinista por apropiarse de las fechas litúrgicas y las tradiciones en Nicaragua, muchas de ellas en base a la resistencia de la ciudadanía contra la opresión que se ha vivido en varios períodos de la historia.
Según ciudadanos consultados por el equipo de COYUNTURA, en León tampoco se celebró este 2023 la procesión de las palmas -mejor conocida como "La Burrita"-, una tradicional procesión que se remonta a la década de los 80 y que se lleva a cabo la mañana del domingo de ramos. Este desfile, en el que se representa la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, es uno de los más importantes de la ciudad y cuenta con una gran participación de la población y de turistas, algunos de ellos acarreados por los panfletos y vídeos elaborados por el Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR).
Sin embargo, la tensión entre la iglesia católica y la administración de Ortega no es nueva y se agiganta, porque el régimen y su aparato oficialista intensifica su campaña contra el catolicismo, limitando la capacidad para realizar la llamada "labor pastoral" y controlando el acceso de la ciudadanía al derecho mismo de profesar esta religión. Una verdadera lucha entre la fe y el poder político en Nicaragua, que es librada desde hace varios años con el mandatario sandinista como antagonista.
La iglesia ha sido uno de los principales baluartes de resistencia contra el autoritarismo y la represión gubernamental en Nicaragua. Durante las protestas antigubernamentales de 2018, las iglesias católicas se convirtieron en un refugio para los manifestantes que huían de la violencia policial, incluso durante la Semana Santa de ese entonces, o durante los 10 años que duró la guerra civil en el país (1979-1989), cuando miles de nicaragüenses no podían regresar a sus iglesias de origen (en municipios diferentes a los de su residencia) para formar parte de las procesiones.
"Cómo les es imposible hacer que la ciudadanía le cierre sus puertas a las procesiones, a lo que representan los Nazarenos, a lo que representa esta época del año, o a esa parte de la cultura que vino con los misioneros católicos durante la colonización española, como sucede con ellos (administración Ortega-Murillo) y sus caravanas, también le arrebatan la calle a la libertad de religión. La libertad de expresión, la democracia misma, el feminismo, el medio ambiente y la niñez y adolescencia ya no son dueñas de las calles. Ahora tampoco le pertenece al catolicismo o a cualquier otra religión", señala un antropólogo nicaragüense a esta Redacción, quien solicitó anonimato por seguridad.
Persecución, asedio, expulsión y bloqueo
Pero la misión de la Policía Nacional por orden del Ejecutivo no solo es impedir procesiones. El órgano armado desde el domingo 02 hasta el miércoles 05 de abril ha asediado y vigilado varias parroquias y parques centrales en diversos municipios. Además, un grupo de oficiales expulsó de Nicaragua al sacerdote de origen panameño, Donaciano Alarcón, quien estaba encargado de la iglesia María Auxiliadora de San José de Cusmapa, en el departamento de Madriz.
Alarcón, con 23 años de sacerdocio, fue trasladado por las autoridades hasta El Espino, zona fronteriza con Honduras, a más de 50 KM de distancia de donde el laico laboraba.
Medios independientes locales y de la región aseguraron que el religioso había sacado una procesión de Semana Santa frente a su parroquia, refutando la decisión de la administración sandinista, y que hasta "lo dejaron descalzo en la frontera con Honduras". No obstante, Alarcón explicó en una entrevista que realmente estaba "guapetón" cuando fue trasladado y que las razones de su expulsión del territorio son sus constantes denuncias ante la situación de secuestro que vive monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Arquidiócesis de Matagalpa, desde agosto de 2022, y por sus homilías que casi siempre finalizaban con la petición de oración para el país, sus migrantes y la paz. "Comentarios indirectos, porque nunca eran comentarios directos a ningún partido o grupo X. De eso fue de lo que me acusaron: que yo había 'organizado' al pueblo contra el Gobierno", relató Alarcón a RPC Radio de Panamá.
El laico ahora se encuentra en territorio hondureño y asegura que está "sano y a salvo" gracias a unos "ángeles" que encontró en su camino. "Hasta comida me ofrecieron", señala Alarcón, pero también asegura que el operativo incluyó la requisa de la vivienda en la que habitaba hasta la fecha -junto a otros sacerdotes de varias comunidades-, y que tanto oficiales uniformados como de civil participaron en su expulsión. "Estaban mezclados. El que estaba al frente de la operación era uno sin uniforme (policial). Pero habían uniformados también", explicó.
Por otra parte, en Nindirí, un grupo de uniformados persiguió a varios promesantes jóvenes por varias calles de la ciudad, cuando estos intentaron realizar el recorrido de "los Cirineos". "Está prohibido. Yo solo se los digo nada más", le dijo un oficial de la Policía -no identificado- a un menor de edad cuando el pelotón de católicos estaba frente a la parroquia Santa Ana, en el centro de la urbe.
Como si fuera poco, La Prensa informó sobre el impedimento de la entrada al país del sacerdote uruguayo Néstor Mendoza, quien es párroco de la congregación Verbo Divino en Palacagüina, Madriz. No obstante, se desconoce en que momento y lugar se dieron los hechos, y Migración y Extranjería de Nicaragua no ha brindado información al respecto.
Fe y cultura remplazados por fiestas y toldos
La administración sandinista busca reemplazar las actividades de fe y cultura durante la Semana Santa por eventos seculares y festivos. En los últimos años, el régimen ha promovido a través del INTUR una serie de actividades deportivas, culturales y turísticas en diferentes lugares del país, con el objetivo de atraer a visitantes y fomentar el turismo, incluyendo actividades como conciertos, competencias deportivas, ferias gastronómicas, festivales y carnavales, que en algunos casos se llevan a cabo en las mismas fechas en que tradicionalmente se realizan las procesiones y actividades religiosas.
Este 2023 la agenda oficialista fue más amplia, y varias de las festividades litúrgicas tendrán su versión "pagana". Por ejemplo, a San Lorenzo no solo le fueron presentados perros, gatos, loros y hámsteres. El régimen Ortega-Murillo puso a bailar a las mascotas en el recién inaugurado Tiangue de Monimbó. Varias alcaldías usan sus recursos para la realización de estas y otras actividades seculares.
"Quieren que se pierda el sentido original y espiritual de la celebración de la Semana Santa", señala el especialista en antropología social, cultural y lingüística.
La Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (ENATREL), el Instituto Nicaragüense de Deportes (IND), la Empresa Portuaria Nacional y los medios de comunicación oficialistas planearon para toda la Semana Santa espectáculos realmente alejados de las celebraciones basadas en la fe y la cultura, con Gustavo Leytón, Costa Azul y Fuzión 4 como teloneros de varios escenarios en todo el país.
Medidas no contienen al pueblo católico
Las medidas tomadas por la Policía Nacional y otras autoridades "carecen de coherencia", señala una fuente ciudadana de Nindirí, pero están siendo tomadas y ejecutadas "por seguridad", según la administración de Ortega. Aun así, la comunidad católica de Nicaragua y sus líderes religiosos no se han contenido y parecen tener la perseverancia de no dejar morir las tradiciones de Semana Santa, ni hoy ni nunca.
Pese a la prohibición policial, en el Santuario del Tepeyac, en San Rafael del Norte, cientos de nicaragüenses se dieron cita para conmemorar el 33 aniversario del fallecimiento del padre Odorico D'Andrea, un religioso franciscano italiano que llegó a Nicaragua para llevar a cabo una labor evangelizadora, considerado uno de los principales impulsores de la Semana Santa en el país, debido a su gran devoción y amor por la religión católica. El hecho causó asombro porque ocurrió tras la cancelación de la tradicional misa campal, y luego de la deportación y encarcelamiento en Italia del fray Damián Muratori.
La Redacción de COYUNTURA pudo verificar que en otras ciudades de los departamentos de Matagalpa, Rivas, Managua y Madriz se intentó realizar, se realizaron o se realizarán durante el resto de la Semana Santa festividades religiosas en la entrada principal o en los patios y jardines de varias iglesias católicas.
Otras familias y grupos religiosos modifican las tradiciones y realizan lecturas, rezos y misas desde casas particulares o con un número limitado de feligreses dentro de los templos católicos.
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