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La realidad política y social de Centroamérica, reflejada en encuestas de aceptación presidencial y el Índice de Percepción de la Corrupción

El informe más reciente de Transparencia Internacional subrayó otro año consecutivo una tendencia preocupante: el nivel de corrupción en muchas naciones sigue siendo "extremadamente elevado". En países vulnerables al cambio climático, donde la corrupción ha afectado la utilización de fondos destinados a la mitigación de desastres, el impacto es aún más grave.


Por Redacción Central | @CoyunturaNic

Ciudad de Guatemala, Guatemala
Una pintura de Nayib Bukele en San Salvador | Fotografía de EFE por Rodrigo Sura
Una pintura de Nayib Bukele en San Salvador | Fotografía de EFE por Rodrigo Sura

En los últimos años, las y los líderes políticos de Centroamérica han atravesado significativos altibajos en cuanto a la percepción pública de sus gobiernos. Una reciente encuesta de la firma costarricense CID Gallup, revelando la drástica caída en la popularidad de Bernardo Arévalo, presidente de Guatemala, y otros mandatarios como el salvadoreño Nayib Bukele y la hondureña Xiomara Castro, es un reflejo claro de la volatilidad política e institucional en la región.


El mandatario guatemalteco, quien en enero de 2024 era valorado con un 78 % de aprobación, pasó a un 54 % en mayo de ese mismo año y disminuyó hasta un 39 % en la medición más reciente, según datos de la consultora internacional, tras una encuesta realizada en enero de 2025. Este desplome en su calificación en solo un año coloca a Arévalo en la octava posición de aceptación entre los presidentes de Latinoamérica, un descenso significativo considerando su destacada popularidad post-electoral.


La encuesta, que incluyó a 1,200 ciudadanos en cada país registrado, fue reveladora no solo por el descenso de Arévalo, sino por el contexto político en el que se sitúa este fenómeno. En su primer año de gestión, el presidente no solo lidió con dificultades internas, como la falta de respaldo en la remoción de la fiscal general del Ministerio Público (MP), Consuelo Porras, sino que también enfrentó incidentes que han erosionado su imagen, como el colapso de la carretera en el kilómetro 44 de la autopista Palín-Escuintla y el aumento de problemas relacionados con la inseguridad, como extorsiones y ataques armados, principalmente en Ciudad de Guatemala. A esto se suma la creciente desinformación y la presencia de grupos de netcenters que han generado una sombra sobre su administración, con ataques y filtraciones cada vez más consecutivos.


A pesar de este escenario, la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia desestimó los resultados de la encuesta de CID Gallup, señalando que, según su propia medición, la popularidad de Arévalo aún alcanza los 58 puntos. Esta discrepancia en las cifras subraya la complejidad del análisis político, social y estatal en un entorno donde las mediciones pueden reflejar una pluralidad de realidades y donde los gobiernos, al igual que las oposiciones, son rápidos en ajustar narrativas según los resultados.


La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, es otra de las jerarcas de Centroamérica que perdió credibilidad desde mayo de 2024 hasta la actualidad, pasando de 52 puntos a 50. Asimismo, el siempre polémico y viral presidente de El Salvador, Nayib Bukele, también vive una abrupta perdida de confianza ciudadana, pasando de 92 puntos a 83.


Pero no todo es disminución. Rodrigo Chaves, mandatario de Costa Rica, en su último año de mandato, vive su mejor momento desde que tomó posesión del Poder Ejecutivo. Pasó de 55 puntos a 65, impulsado, según analistas consultados por COYUNTURA, por la visita de Bukele a San José y la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones estatales. Asimismo, otro que aumentó el porcentaje de opinión sobre su desempeño en la encuesta de CID Gallup es el sandinista Daniel Ortega, dictador de Nicaragua. De 32 pasó a tener 41 puntos en el análisis de enero de 2025.


No obstante, según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2024 de Transparencia Internacional, Nicaragua se mantiene como uno de los países más corruptos del mundo. Con solo 14 puntos de un total de 100, el país se sitúa en el puesto 172 de 180, superando por un punto a otros regímenes altamente cuestionados como los de Guinea Ecuatorial y Libia. A nivel regional, Nicaragua es la nación más corrupta de Centroamérica, superando incluso a Venezuela, que ocupa la última posición en América con solo 10 puntos.


El informe de Transparencia Internacional no solo refleja la persistente crisis de corrupción en Nicaragua, sino que también subraya el impacto negativo que esta situación tiene en aspectos clave, como la lucha contra el cambio climático. De acuerdo con la organización, los países con puntuaciones bajas en el IPC, como Nicaragua y Honduras, son los que se encuentran en una posición más vulnerable para manejar los recursos destinados a la mitigación de la crisis medioambiental, lo que agrava aún más sus desafíos estructurales y la vida de millones de personas.


La caída en la calificación de Nicaragua, que ha perdido tres puntos en comparación con 2023, sitúa al país en una categoría crítica en el contexto global. Con ello, Nicaragua se suma a una serie de países que han visto un deterioro en su lucha contra la corrupción desde hace varios años, lo que afecta tanto a la confianza internacional como a la capacidad de sus gobiernos para implementar políticas públicas efectivas.


En Honduras, la situación es igualmente alarmante. El país ha registrado una caída histórica en su calificación del IPC, con 22 puntos sobre 100, lo que lo sitúa entre los países con mayores niveles de corrupción de América Latina, solo superando a Venezuela, Haití y Nicaragua. Este dato, revelado también por Transparencia Internacional, coloca a Honduras en el puesto 154, una caída preocupante respecto a su desempeño en años anteriores. A nivel centroamericano, Honduras es, junto con Nicaragua, uno de los países que peor desempeño tiene en este índice, lo que refuerza una percepción internacional negativa de la situación política y económica. "Así la inversión se va o no llega, y los proyectos bilaterales sucumben", comentó al respecto una economista.


Las críticas del canciller hondureño, Eduardo Enrique Reina, ante los resultados del IPC, reflejan el malestar del gobierno de Castro frente a los señalamientos de corrupción. Reina cuestionó la metodología y la imparcialidad de las encuestas, en particular las realizadas por la Asociación para una Sociedad Más Justa (ASJ), organización que se ha destacado en su lucha contra la corrupción en el país. La postura del gobierno, que minimiza los efectos de estos informes y busca enfocar sus esfuerzos en sus propias métricas, refleja una estrategia que busca restar importancia a las críticas internacionales, a pesar de los resultados negativos.


Sin embargo, este retroceso en la imagen pública de Honduras y su creciente desconfianza en la gestión pública podrían complicar aún más las perspectivas de un país que enfrenta desafíos sociales, económicos y de seguridad. El contexto de corrupción en el país sigue siendo un obstáculo para la estabilidad institucional y para el desarrollo de políticas públicas que puedan mejorar la calidad de vida de las y los hondureños.


En general, el escenario político de Centroamérica sigue siendo incierto y volátil. A pesar de las esperanzas generadas por nuevos liderazgos como el de Arévalo y Bukele, las persistentes tensiones internas, los desafíos relacionados con la corrupción y la falta de resultados tangibles en aspectos clave, como la seguridad y la justicia, han afectado la imagen pública de los mandatarios de la región.


La caída en la aprobación de líderes como Arévalo y Castro, sumada a las críticas y retrocesos en la lucha contra la corrupción en Nicaragua y Honduras, ilustra la dificultad que enfrentan muchos de los países centroamericanos para construir una gobernanza estable y confiable.


Los informes internacionales, como los de CID Gallup y Transparencia Internacional, siguen siendo una referencia importante para medir las tendencias políticas y sociales en la región, y reflejan una creciente preocupación por la corrupción y la inestabilidad estatal, temas que parecen estar marcando el rumbo de varios países en la actualidad.


 

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