Las y los puertorriqueños han sido ciudadanos de EE.UU. desde 1917. Sin embargo, sus tradiciones se mantienen arraigadas a una identidad latina y caribeña que a la nación estadounidense "se le hizo imposible aculturar", según expertos.
Por Salome Ramírez Vargas | @VozDeAmerica
San Juan, Puerto Rico
"Somos ciudadanos pero no estadounidenses"
Al ritmo musical de la bomba y plena se vive en el archipiélago de Puerto Rico, una tierra de legados culturales cuya historia no se puede entender sin estimar el alcance del colonialismo.
La puertorriqueñidad es una identidad que "siempre está en entredicho", dijo el historiador Pedro Reina a la Voz de América (VOA). "Somos ferozmente orgullosos y resistentes (...) cuando uno no es dueño de los bienes materiales pero es dueño de los bienes culturales y los ofrece, crece y construye con ellos", dice.
Orgullosos del espacio que ocupan geográficamente, la extensión de la "mancha de plátano" que hace al jíbaro puertorriqueño llegó al mundo entero al son de Maelo, Gilbertito y hasta Bad Bunny. Hoy, se habla boricua "hasta en la Luna", dijo Reina.
"Un puertorriqueño es un sujeto que tiene ciudadanía estadounidense por imposición, pero abraza al cúmulo de experiencias históricas que ha tenido para construir una identidad alterna que es caribeña, es latinoamericana y es latina", agregó.
Pese a pertenecer a Estados Unidos como territorio desde hace más de un siglo, Puerto Rico se ha resistido a renunciar a su esencia caribeña para adoptar la cultura anglosajona que predomina en los estados continentales.
Puerto Rico fue durante 400 años una colonia de España. A consecuencia, adoptó las características de la cultura hispana que desarrollaron también otros países de la región, incluyendo el idioma, la religión, gastronomía y tradiciones, y que luego fueron enriquecidas con la llegada de los africanos, según los expertos.
"Todas esas realidades que EE.UU. enfrenta cuando invade las va a tener que ir modificando en la medida en la que la sociedad puertorriqueña se resistió a adoptar las formas de la sociedad estadounidense porque no se componía de estadounidenses", dijo a la VOA Ángel Rosa, analista político y profesor de la Universidad de Puerto Rico.
Puerto Rico fue cedido por España a EE.UU. en 1899 luego de la Guerra Hispanoamericana. Sin embargo, no fue hasta 1917 que el Congreso estadounidense aprobó la Ley Jones, que hizo a los puertorriqueños ciudadanos americanos. Actualmente, la Isla es un "Estado Libre Asociado", bajo el que se mantiene en control estadounidense.
"Es bien difícil que un puertorriqueño se crea a sí mismo el cuento de que es estadounidense. Somos caribeños, somos antillanos; un idealismo o patriotismo estadounidense no existe aquí", dijo a VOA Víctor García San Inocencio, exlegislador por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) en la Cámara de Representantes de Puerto Rico.
"Aquí se habla español"
A su llegada al archipiélago, los estadounidenses intentaron imponer el inglés como idioma oficial, y aunque durante varias décadas se mantuvo como el idioma de la enseñanza, "no se convirtió en el idioma de los puertorriqueños", agregó Rosa.
"En Puerto Rico, a diferencia del resto de los territorios, al gobierno de EE.UU. se le hizo imposible aculturarlo. No lo logró. En Puerto Rico los puertorriqueños hablan un idioma distinto, se mantiene la idea de que ser puertorriqueño es algo distinto a ser estadounidense", señaló.
En 1948, luego de la elección del primer gobernador puertorriqueño, se volvió a establecer el español como idioma de enseñanza en Puerto Rico y nunca más volvió a ser el inglés.
"Al querer imponer algo que no es democrático, que no toma en consideración el sentir, ni las necesidades, ni la comunidad, pues va a haber resistencia. Yo creo que la raíz de todo es el maltrato que recibimos. La manera de ser en Puerto Rico se quiso tratar como algo incorrecto y despreciable, con menos importancia o valor que la de EE.UU.", explicó a la VOA Rosa Seguí, la portavoz del Movimiento Victoria Ciudadana, un partido político puertorriqueño fundado en 2019.
Permanecen movimientos que buscan la independencia
Por décadas el movimiento independentista puertorriqueño ha apoyado el fin del vínculo con EE.UU. y el establecimiento de la Isla como un país independiente. En la actualidad, la representación de sus defensores continúa siendo minoritaria en la Cámara y el Senado.
García San Inocencio resaltó la cantidad de votos históricos que obtuvo el candidato independentista a la gobernación en las elecciones generales de 2020. Juan Dalmau se llevó el 13.48 % de los votos, mientras que el estadista Pedro Pierluisi, ganador de la contienda, se llevó el 33.24 %. En segundo lugar estuvo Charlie Delgado, quien representaba al Partido Popular Democrático, que apoya el estado territorial actual.
"Yo no sé si en Puerto Rico hay más independentistas que hace 10 años, pero sí hay más gente hastiada de la corrupción", apuntó García San Inocencio en referencia a los casos de corrupción que en los últimos años han llevado al arresto de decenas de funcionarios en la Isla, entre ellos una exsecretaria de educación, múltiples representantes y alcaldes.
Por otro lado, la identidad latinoamericana de los puertorriqueños "no es un impedimento" para que "la inmensa mayoría" quiera mantener el vínculo con EE.UU., que más que un asunto de identidad, sería uno de "conveniencia económica", debido al flujo de fondos federales, apuntó el profesor Rosa.
"En Puerto Rico nunca ha habido, ni antes ni después de la invasión americana, un movimiento independentista robusto, fuerte y con apoyo mayoritario. Aunque aquí el movimiento independentista idealiza esa gesta, la realidad es que es la única que fracasó en América Latina", agregó Rosa.
Preservando el legado caribeño a través del arte
Diógenes Ballester es un reconocido pintor originario de la Playa de Ponce, al sur de Puerto Rico, que a lo largo de su recorrido artístico ha estado influenciado por la herencia caribeña y afro que busca representar en sus obras expuestas alrededor del mundo.
"El arte puertorriqueño tiene una historia muy rica y las nuevas generaciones tenemos una misión de llevar tantos años de cultura a otras partes del planeta como un proceso identitario", dijo a la VOA.
Ballester narró que la conexión entre su arte y el Caribe comenzó en París, cuando conectó con otros caribeños que le impulsaron a visitar islas vecinas a Puerto Rico como Santa Cruz, República Dominicana y Haití, de donde proviene su familia. "Cuando fui a Haití comencé a ver la realidad de mis abuelos y me sentí conectado de una manera que cambió mi vida", expone.
El artista visual comenzó en 2004 el proyecto de la Casa del Arte y la Cultura de Ponce, que él mismo construyó con la venta de sus obras de arte. Ahora, desde allí ofrecen programas de residencia y artistas invitados, a los que llama "obreros de la cultura". Estos incluyen entre otros a antropólogos, sociólogos y arqueólogos. "No hay muchos artistas en Puerto Rico que tomen la misión que yo he tomado. Muchos artistas cuando tienen algún capital lo utilizan para promoverse y ser famosos. Yo hice todo lo contrario, usé mi dinero para crear una Casa de Cultura que sirva para reunir a nuestros artistas y darle un sentido de dignidad en nuestra cultura", apuntó Ballester.
La Casa del Arte y la Cultura será sede de un archivo histórico de la Playa de Ponce, el primero de su tipo, para el que reunió a otros artistas que colaboraron en el proceso creativo.
"Cuando los países latinoamericanos del Caribe hablan de Puerto Rico piensan que somos todos americanos. Sí, tenemos un pasaporte americano, pero nuestra idiosincrasia no lo es. Todos tenemos que cooperar en esa visión del Caribe y Latinoamérica como una cuestión homogénea. No podemos excluir al puertorriqueño de esa realidad. El arte que yo hago es precisamente reivindicar nuestro proceso identitario", concluyó Ballester.
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