Las olas de calor extremo en Centroamérica durante el verano de 2023 son una alarmante manifestación de la emergencia climática que enfrentamos. El aumento récord de temperaturas, impulsado por factores naturales y el cambio climático, ha impactado gravemente a la región. Esta situación afecta a la población vulnerable, la economía y los recursos hídricos. La urgencia de tomar medidas globales para abordar este problema es imperativa.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Ciudad de Guatemala, Guatemala
El cambio climático ya no es una amenaza distante; es una realidad palpable que afecta a todo el planeta. Las recientes olas de calor extremo en Centroamérica son un ejemplo contundente de cómo el calentamiento global está teniendo un impacto devastador en regiones vulnerables. Exploraremos los datos y las causas detrás de estas olas de calor, analizamos sus efectos en varios países centroamericanos y la importancia de abordar urgentemente esta emergencia climática, con al menos dos acontecimientos de temperaturas extremas; el primero entre abril y mayo, y un segundo en agosto de este año.
El verano de 2023 ha sido testigo de temples récord en todo el mundo. Los datos recopilados por agencias climáticas internacionales, como el Servicio de Cambio Climático de Copernicus de la Unión Europea, han revelado que junio y julio de este año fueron los más calurosos registrados desde que comenzaron las mediciones en 1850. Agosto, al parecer, siguió la misma tendencia. Esto significa que estamos viviendo el verano más caliente en al menos los últimos 174 años. También en el caso de Centroamérica, según una verificación realizada por el equipo de COYUNTURA.
Zachary M. Labe, investigador de la Universidad de Princeton y de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) -en manos del Departamento de Comercio de los Estados Unidos de América (EE.UU.)-, señala que estos datos preliminares sugieren que agosto también podría haber sido el más cálido en los registros de temperaturas globales. Este aumento de temperatura se atribuye tanto a patrones climáticos naturales como "El Niño" y al calentamiento global causado por la actividad humana sin frenos. El Niño ha agravado aún más las altas temperaturas, y la situación es alarmante.
No obstante, al cierre de este texto, el calor desaparece de varias zonas de Centroamérica y el mundo, para darle paso de forma casi inmediata a lluvias torrenciales, tormentas eléctricas, depresiones aisladas y vientos cada vez más potentes.
La frecuencia y la intensidad de estas olas de calor se están volviendo preocupantes. El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, lo expresó con inquietud: "El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y esto es solo el principio. La era del calentamiento global ha terminado, ahora es el momento de la era de la ebullición global". En ese sentido, la última década ha sido testigo de los veranos más calurosos en más de 100 años, lo que indica un claro proceso de desequilibrio -o reajuste- en los fenómenos naturales que comúnmente golpeaban nuestras comunidades. Ahora es, según detallaron especialistas centroamericanos consultados por la Redacción de COYUNTURA, momento de "adaptarse" a esta nueva forma de "vivir" o "sobrevivir" a las manifestaciones climáticas.
El fenómeno de las olas de calor no es exclusivo del hemisferio norte; también afecta al sur. Sin embargo, las temperaturas globales más altas se alcanzan durante el verano boreal debido a la mayor cantidad de tierra en el hemisferio norte, que se calienta más que el océano. Centroamérica, ya vulnerable debido a su ubicación geográfica, se encuentra en una situación crítica. Por ejemplo: los cultivos en zonas de Escuintla y Solola, en Guatemala, o en Sébaco y Jinotega, en Nicaragua, durante la primera parte de este año recibieron "más luz solar de la que deberían"; ahora, reciben fuertes lluvias, mientras que en algunos lugares específicos -debido a su altura- ha comenzado a caer granizo, mínimo, pero cada vez más constante.
Un informe de la Escuela de Ciencias Geográficas de la Universidad de Bristol en el Reino Unido advierte que Centroamérica es una de las regiones más propensas a las olas de calor extremo, considerando factores como la economía, la densidad poblacional y la capacidad de atención médica adecuada. El cambio climático, la variabilidad climática natural y la urbanización han creado un cóctel peligroso que afecta negativamente a la población y la economía de la región.
Para comprender la magnitud de la situación, recientemente, la Redacción de COYUNTURA analizó las temperaturas en varias ciudades de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, dando como resultado los siguientes hallazgos:
Ciudad de Guatemala: Durante abril y mayo de 2023, se experimentaron temperaturas récord, superando el promedio histórico. El frío que solía caracterizar a la capital guatemalteca ha desaparecido, y el calor se ha vuelto más intenso.
Escuintla: En la zona del Pacífico de Guatemala, la situación es aún más crítica. Abril de 2023 fue extremadamente caluroso, con un promedio mínimo de 33 grados Celsius. La falta de lluvias agrava la situación.
San Salvador: Aunque es relativamente más fresca en comparación con otras capitales centroamericanas, San Salvador ha experimentado un aumento significativo de las temperaturas en abril y mayo de 2023, superando los promedios históricos.
Suchitoto: La cercanía al Lago Suchitlán no ha ayudado a esta ciudad salvadoreña, que ha enfrentado temperaturas por encima del promedio histórico. Mayo de 2023 ha sido especialmente caluroso, marcando el mes más caliente en los últimos tres años.
Tegucigalpa: La capital hondureña ha experimentado una temporada extremadamente calurosa, con temperaturas alcanzando los 35 grados Celsius. Los incendios forestales han empeorado la situación, causando problemas de salud y contaminación del aire.
San Pedro Sula: La ciudad industrial de Honduras ha registrado temperaturas récord, con un día alcanzando los 39 grados Celsius con casi 43 grados en sensación térmica. La sequía y la falta de lluvia contribuyen a la situación crítica.
Managua: La capital nicaragüense ha enfrentado un aumento significativo de las temperaturas en mayo de 2023, con máximas de entre 38 y 40 grados Celsius.
Estas olas de calor extremo tienen un impacto devastador en la población vulnerable, los trabajadores agrícolas, los niños y los adultos mayores. Además, afectan negativamente a la economía, la producción agrícola, la generación de energía y los ecosistemas. Las reservas de agua también se ven afectadas, lo que agrava la sequía agrícola y hidrológica, que es el pan de cada día para la ciudadanía en zonas rurales y urbanas casi que por igual.
Y en agosto nos fue aún peor como Centroamérica. El equipo de COYUNTURA registró también las temperaturas de junio, julio y agosto. Este último superó por mucho en sensación térmica a los meses de abril y mayo, y ya es el mes más caluroso del que haya documentación en la región centroamericana. Las respectivas capitales de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala se enfrentaron a días verdaderamente sofocantes, incluso con 38 grados Celsius, y una sensación térmica de 42 grados. Aunque las lluvias en Centroamérica durante agosto fueron más prolongadas debido a varias ondas de baja presión, el calor no cesó.
En este punto es importante aclarar que, según la documentación registrada, desde 1980, Centroamérica está a punto de registrar temperaturas que superen los datos no solo de los últimos tres años, o diez. En Flores, Petén, el 11 de junio de 2023 se registraron 41.6 grados centígrados, casi superando la temperatura más alta (del 23 de abril de 2020) cuando dicha ciudad registró 42.6 grados Celsius.
El informe del IPCC advierte sobre el aumento de sequías y la superficie árida en el sur de Europa si el calentamiento global alcanza los dos grados, con más de un tercio de la población expuesta a la escasez de agua. En Centroamérica, la situación ya es preocupante, con reservas de agua en niveles realmente bajos. Honduras y Guatemala, por ejemplo, siguen en su lucha constante de preservar la poca agua potable que le queda. Por otro lado, Nicaragua y El Salvador deben "reforzar" sus planes de contingencia.
Para enfrentar estos desafíos a largo plazo, es esencial adoptar medidas de mitigación y adaptación. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la promoción de energías renovables y prácticas agrícolas sostenibles son medidas cruciales. Además, se deben construir infraestructuras resistentes al clima extremo -entre el calor sofocante y la lluvia tormentosa-, gestionar de manera integral los recursos hídricos y fortalecer la resiliencia de las comunidades vulnerables, tanto en las comunidades rurales como en las grandes ciudades.
Las dos olas de calor registradas en Centroamérica este 2023 son una manifestación más de la emergencia climática que enfrentamos como región, individuos y países. Las altas temperaturas, la sequía y la falta de recursos hídricos están afectando gravemente a la región, poniendo en riesgo a su población y economía. La acción inmediata y coordinada a nivel global es fundamental para frenar la ebullición global y proteger a las comunidades vulnerables. El tiempo apremia, y el mundo debe actuar con determinación para evitar un futuro aún más caliente y catastrófico.
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