Donald Trump promete, con algunas ofensas y una agenda y retórica proteccionista extrema, "restaurar la grandeza" de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) con una política de seguridad y control migratorio más estricta, mientras Kamala Harris impulsa una visión de progreso, justicia social y economía inclusiva. Ambos representan visiones opuestas del futuro, en un país profundamente dividido y en un momento decisivo para su democracia.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Washington, Estados Unidos de Norteamérica
El destino de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) y del escenario global se encuentra en juego en las elecciones presidenciales que tendrán lugar este martes 05 de noviembre de 2024, consideradas por muchos como las más trascendentales de las últimas décadas. En esta contienda, marcada por una polarización inédita y cambios drásticos en los discursos y estrategias políticas, los votantes decidirán si el expresidente y candidato republicano Donald Trump regresa a la Casa Blanca, o si la vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris se convierte en la primera mujer presidenta del país norteamericano, en un momento en que cada candidato propone una visión radicalmente diferente del futuro, de lo qué la ciudadanía y el mundo necesita, en la carrera presidencial más cara de la historia, y con muchos actores, financiadores y temas involucrados en la ronda final.
Estas elecciones no solo decidirán el liderazgo de una de las economías más influyentes del mundo, sino que también influirán en la geopolítica global, el sistema de justicia, la economía, los derechos civiles y el cambio climático. La profunda división en la opinión pública evidencia que el país está en una encrucijada de ideologías y valores. Tanto Trump como Harris han enfocado sus plataformas en temas clave que reflejan las profundas diferencias sobre cómo debe ser gobernado el país y cuál es su rol en el mundo.
Kamala Harris, como candidata del Partido Demócrata, se presenta como una figura de cambio progresista, centrada en la justicia social, la equidad y la ampliación de derechos. Con experiencia en el Senado y como fiscal general de California, Harris se ha ganado la reputación de ser una defensora de las políticas que buscan crear una sociedad más inclusiva y justa. Su plataforma se enfoca en temas como la reforma del sistema de justicia penal, el acceso universal a la atención médica, la igualdad racial, y el control del cambio climático, todos asuntos que según su visión requieren una intervención decidida del gobierno.
En términos económicos, Harris promete una "economía para todos" con el objetivo de brindar un apoyo significativo a la clase media y las familias trabajadoras. Su plan propone inversiones en infraestructura, guarderías, y viviendas asequibles, y destaca la importancia de los derechos laborales y sindicales. La transición hacia energías limpias también es un pilar fundamental de su estrategia económica, con el compromiso de crear empleos ecológicos que, además de reducir las emisiones de carbono, impulsen un crecimiento inclusivo y sostenible.
Harris apuesta por un sistema fiscal más equitativo, en el que las grandes corporaciones y los ciudadanos más acaudalados contribuyan en mayor medida, destinando esos recursos a financiar programas sociales. Su administración también buscaría abordar la inflación atacando los "precios abusivos" de sectores como el farmacéutico y el energético, y estabilizar los costos a través de una mayor producción nacional en sectores clave.
En política exterior, Harris se compromete a restaurar el liderazgo estadounidense en la escena global mediante alianzas estratégicas, especialmente con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y en el Indo-Pacífico, manteniendo una postura firme frente a China y Rusia. La candidata demócrata defiende una política exterior en la que Estados Unidos vuelva a ser un aliado confiable en la lucha contra el cambio climático y otros desafíos globales.
La protección de los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTIQ+ son también prioridades de Harris. Ha mostrado una postura decidida en favor de restaurar el derecho al aborto a nivel federal tras la anulación de Roe vs. Wade y busca aprobar la Ley de Igualdad para garantizar la no discriminación de la comunidad LGBTIQ+.
En contraposición, Donald Trump, quien busca un segundo mandato no consecutivo, promete una agenda basada en la reducción de impuestos, la desregulación, la protección de las fronteras y un enfoque en la independencia energética. Trump sostiene que su visión de América primero fortalecerá la economía nacional, atraerá empleos de vuelta al país y devolverá a Estados Unidos de Norteamérica su papel de líder mundial. Su enfoque en políticas de "paz mediante la fuerza" pretende que EE.UU. proyecte un poder disuasivo en el ámbito internacional, especialmente contra China y otros competidores globales.
Su propuesta económica incluye altos aranceles del 10 % al 20 % sobre las importaciones, con el fin de proteger la manufactura local y reducir la dependencia de cadenas de suministro extranjeras. Trump también se muestra crítico frente a lo que él llama el "excesivo" gasto público, y promete reducir la deuda nacional mediante recortes a la burocracia y un enfoque en la eficiencia gubernamental.
El expresidente defiende los derechos individuales y ha sido claro en su postura sobre el control de armas, enfatizando la importancia del derecho a portar armas y oponiéndose a medidas restrictivas, argumentando que dichas políticas irían en contra de las libertades constitucionales. En el tema de inmigración, Trump busca una política más estricta, con refuerzos en la frontera y la implementación de medidas que dificulten el ingreso de inmigrantes indocumentados. Esta postura contrasta con la propuesta de Harris, quien aboga por una reforma integral que facilite una vía hacia la ciudadanía para aquellos inmigrantes que ya se encuentran en el país norteamericano y han contribuido a la sociedad.
En cuanto al medio ambiente, Trump difiere sustancialmente de su oponente. Si bien asegura no estar en contra de la protección ambiental, su política energética se centra en el uso de combustibles fósiles como el petróleo y el gas natural. Durante su mandato anterior, derogó varias regulaciones ambientales para impulsar la industria energética y sostiene que la independencia energética de Estados Unidos es clave para la seguridad económica y nacional.
En el plano social, Trump defiende un enfoque conservador que incluye la restricción del aborto, la protección del derecho a portar armas y la enseñanza de valores tradicionales en las escuelas. También se ha pronunciado en contra de las políticas de identidad de género en el ámbito educativo, considerando que estas minan los valores familiares. Sus propuestas buscan atraer a un electorado preocupado por la dirección cultural del país y por lo que perciben como una amenaza a la libertad de expresión y a los derechos individuales.
Más allá de las fronteras estadounidenses, estas elecciones tienen consecuencias significativas. La postura de Harris hacia el cambio climático y la diplomacia internacional es bien recibida en muchos países aliados de Estados Unidos que buscan una colaboración más estrecha en asuntos como la sostenibilidad y la tecnología avanzada. En cambio, Trump representa una política exterior más pragmática y orientada a beneficios inmediatos para el país, con una postura de presión sobre aliados y adversarios que favorece los intereses económicos de Estados Unidos.
Las relaciones con China, la guerra en Ucrania, y los conflictos en Oriente Próximo también se verán afectados según el resultado electoral. Trump ha mantenido una postura desafiante frente a China y se ha mostrado reticente a comprometerse en conflictos en los que Estados Unidos no tiene intereses económicos directos, mientras que Harris aboga por una cooperación internacional más estrecha y un enfoque más diplomático en las áreas de conflicto.
Estas elecciones han puesto de manifiesto la polarización que caracteriza a la sociedad estadounidense. Mientras unos ven en Harris la oportunidad de avanzar hacia una nación más inclusiva y justa, otros temen que sus políticas progresistas lleven a un aumento del gasto público y la intervención estatal en la economía. Por otro lado, Trump cuenta con el respaldo de quienes ven en su administración pasada un período de crecimiento económico y una política exterior firme, aunque críticos sostienen que su enfoque agresivo y proteccionista extremo ha profundizado la división interna y debilitado alianzas clave.
¿Qué piensan las y los centroamericanos?
La comunidad centroamericana en los estados clave para las elecciones de 2024 (Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia, Michigan, Carolina del Norte y Pensilvania) parece estar mostrando una mezcla de apoyo y desconfianza hacia los candidatos presidenciales. Los votantes latinos en general han sido identificados como un grupo decisivo en estas áreas, y los partidos están enfocando sus esfuerzos para atraerlos, especialmente en temas de economía y derechos de los inmigrantes.
Una encuesta reciente muestra que muchos votantes latinos expresan descontento con ambos candidatos principales, pero una gran parte aún apoya las políticas demócratas en temas de inmigración y protección social, aunque el desencanto también es evidente debido a las pocas promesas cumplidas en el área de reforma migratoria. En estados como Nevada y Arizona, el apoyo demócrata es mayor, especialmente debido a la percepción de que los demócratas protegen mejor los derechos de los trabajadores inmigrantes y promueven políticas más inclusivas.
A su vez, la falta de claridad y la controversia en torno a la economía han hecho que algunos centroamericanos en estados como Georgia y Carolina del Norte exploren las propuestas republicanas, especialmente entre los pequeños empresarios latinos. Sin embargo, persiste una notable división entre quienes prefieren la continuidad de las políticas de Biden y quienes buscan un cambio en las políticas económicas.
La incertidumbre y la falta de una postura clara en temas de inmigración y economía son factores clave que definirán el voto de la comunidad centroamericana, que aún no está completamente decidida y busca propuestas más sólidas y concretas para enfrentar la crisis económica y los problemas de empleo que afectan a muchas familias migrantes.
En Pensilvania, Mario Martínez, un hondureño de 55 años, asistió a un evento del Partido Demócrata donde tuvo la oportunidad de escuchar al candidato a vicepresidente. Para Mario, esta elección es crucial, no solo porque siente que el futuro de su empleo en una planta de manufactura puede depender del partido que llegue al poder, sino porque también ve a Honduras desde lejos con preocupación. "Quiero votar a favor de quien proteja nuestros derechos como inmigrantes y apoye políticas de trabajo justo, pero también me importa que no se olviden de Centroamérica. Los problemas de violencia y pobreza allá siguen igual, y a veces siento que los políticos aquí hablan de ayudar, pero luego nada cambia", explicó a COYUNTURA. Mario se fue del encuentro con una mezcla de esperanza y escepticismo, consciente de que su voto es tanto un reflejo de su realidad en Estados Unidos como de su anhelo por un cambio en su país de origen.
Por otro lado, en Nevada, Marisol, una salvadoreña de 42 años, asistió a un mitin de Trump. Aunque ha oído críticas sobre las políticas de Trump hacia los inmigrantes, Marisol quedó impresionada por el mensaje de "ley y orden" que recuerda al estilo de liderazgo de Nayib Bukele en El Salvador. "Me gusta que Bukele sea firme contra el crimen, y siento que Trump quiere algo similar aquí, contra el desorden y la apertura a estrategias sin mucho sentido para EE.UU.", comentó a esta Redacción en una videollamada. Sin embargo, también tiene dudas: "Quiero seguridad, pero no quiero que traten a los latinos como enemigos. Al mismo tiempo, no veo que los demócratas hayan hecho mucho para apoyar a las familias trabajadoras como la mía". Marisol, que lleva ya casi 20 años en Estados Unidos de Norteamérica, salió del evento con una sensación de ambivalencia, cuestionándose si su voto podrá encontrar un equilibrio entre sus deseos de seguridad y prosperidad, tanto para ella en Nevada como para su familia en El Salvador.
El resultado de las elecciones del martes no solo marcará el rumbo de Estados Unidos durante los próximos cuatro años, sino que también enviará un mensaje claro sobre la identidad, las posturas, las luchas que importan y los valores que la nación quiere proyectar al mundo, hoy más que nunca.
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