A medida que la tensión diplomática entre Panamá y Nicaragua aumenta, el gobierno de Panamá ha reiterado su compromiso con los principios del derecho internacional y con garantizar que el asilo de Martinelli no se utilice con fines políticos. Sin embargo, las intervenciones públicas del exmandatario y la creciente inquietud por su participación en la política interna panameña auguran que esta disputa podría prolongarse y generar nuevos roces diplomáticos en el futuro cercano.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Ciudad de Panamá, Panamá
El gobierno de Panamá ha expresado formalmente su preocupación ante Nicaragua por las actividades políticas del expresidente Ricardo Martinelli, quien se encuentra asilado en la embajada nicaragüense en Ciudad de Panamá desde febrero de 2024. Esta intervención ocurre después de que Martinelli utilizara su refugio diplomático para seguir participando activamente en la política panameña, lo que ha provocado un distanciamiento con las autoridades de su país.
José Raúl Mulino, presidente de Panamá, fue quien instruyó a su canciller, Javier Martínez-Acha, para que presentara un reclamo diplomático ante la embajadora nicaragüense, Consuelo Sandoval Meza. Mulino explicó en rueda de prensa este jueves 12 de diciembre de 2024 que su decisión busca "poner orden" y garantizar que las embajadas, incluidas la nicaragüense, cumplan estrictamente con su rol de asilo y no se conviertan en centros de actividad política. "No transformemos ni esa ni ninguna embajada en un centro político ni de actividad político-partidista", afirmó el mandatario a primera hora.
Este reclamo se produce en un contexto de tensiones crecientes. Martinelli, quien fue condenado a más de 10 años de prisión por corrupción, se asiló en la embajada nicaragüense tras agotar los recursos judiciales en Panamá. Desde su refugio, el exmandatario ha continuado influenciando la política de su país, realizando declaraciones sobre temas como la reforma a la Caja de Seguro Social y manteniendo contacto con miembros de su partido, Realizando Metas (RM). Estas actividades han sido interpretadas por el gobierno panameño como un uso indebido del asilo, que debería ser un derecho de protección, no un medio para continuar con actividades partidistas.
El canciller Martínez-Acha subrayó la seriedad del asunto, indicando que la "llamada a la Cancillería" a la embajadora nicaragüense representa la primera advertencia oficial de Panamá. "Cuando llamas a un embajador a la Cancillería, es porque el tema es serio", destacó, y añadió que esta solicitud tiene como objetivo evitar que la embajada se convierta en un "foco de reuniones políticas".
La postura del gobierno de Panamá se ha endurecido ante lo que considera una violación de las normas internacionales de asilo. En su conferencia de prensa, Mulino hoy también criticó abiertamente a Nicaragua, describiéndola como un país donde "no hay derecho", señalando la falta de respeto al derecho internacional y haciendo referencia a la situación interna del país vecino.
Este conflicto diplomático no es nuevo. Durante la administración de Laurentino Cortizo (2019-2024), el gobierno panameño ya había enviado protestas formales a la embajada nicaragüense por las actividades políticas de Martinelli, considerando que estas violaban las convenciones internacionales. Sin embargo, las tensiones se intensificaron con la llegada de Mulino al poder en julio de 2024, quien ha evitado asociarse públicamente con Martinelli, a pesar de que algunos exfuncionarios de la administración del expresidente ocupan puestos clave en su gobierno.
Ricardo Martinelli, quien gobernó Panamá entre 2009 y 2014, sigue siendo una figura polarizadora en la política del país. Desde su asilo en la embajada nicaragüense, ha reiterado que su situación es producto de una "persecución política", una narrativa que ha sido rechazada por las autoridades panameñas, que lo acusan de utilizar su estatus de refugiado para intervenir en los asuntos internos del país.
A medida que las tensiones aumentan, el gobierno de Panamá ha dejado claro que no permitirá que las embajadas se utilicen para fines políticos. La disputa, que ya ha afectado las relaciones diplomáticas entre ambos países, continúa siendo un tema de creciente preocupación para el Ejecutivo panameño, que ha advertido que tomará medidas más contundentes si las actividades de Martinelli persisten.
Con la situación aún sin resolverse, es incierto cómo se desarrollarán las relaciones diplomáticas entre Panamá y Nicaragua, especialmente si Martinelli sigue utilizando su refugio diplomático para impulsar sus intereses políticos. No obstante, seguramente, la respuesta del oficialismo nicaragüense será condenar las palabras de Mulino, y comenzar otro frente por una lucha sin sentido colectivo, más allá de los intereses del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
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