El desafío para Nicaragua ahora es controlar y erradicar la presencia del caracol gigante africano. La colaboración entre el IPSA, el Ministerio de Salud, el SINAPRED y otras instituciones es esencial para llevar a cabo un manejo adecuado de esta situación. La respuesta temprana y efectiva será clave para proteger tanto la salud humana como la integridad de los ecosistemas locales. En un país donde la biodiversidad es un tesoro invaluable, enfrentar la invasión de esta especie es un llamado a la acción en defensa de la naturaleza y el bienestar de todos los nicaragüenses.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
En los últimos días, Nicaragua ha sido sacudida por la detección de una amenaza exótica que se ha infiltrado en su territorio: el caracol gigante africano. Un ejemplar de esta plaga, científicamente conocida como lissachatina fulica (antes achatina fulica), fue encontrado en un zoocriadero en el municipio de Ticuantepe, cerca del Zoológico Nacional. Este caracol, originario del este de Kenia y Tanzania, fue introducido de manera ilegal al país centroamericano por un ciudadano español de origen militar, quien parece haberse propuesto establecer un criadero de estos animales con fines alimenticios y recreativos.
El hallazgo de este molusco inusual ha desencadenado una serie de medidas por parte del Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA) y otras autoridades sandinistas, quienes declararon una alerta fitosanitaria y pusieron en marcha un plan de contención. Sin embargo, ¿qué hace que este caracol sea una amenaza digna de tanto alboroto?
El caracol gigante africano es considerado una de las 100 especies exóticas invasoras más peligrosas en el mundo. Su capacidad para destruir la biodiversidad local, causar daños a los cultivos y transmitir parásitos perjudiciales para la salud humana lo convierte en un enemigo temible.
El caracol, de concha cónica y tamaño impresionante que puede alcanzar hasta 20 centímetros de largo, tiene una voraz dieta que incluye más de 500 tipos de plantas, algas y hongos. Además, este molusco es hermafrodita, lo que significa que puede reproducirse sin necesidad de un compañero, llegando a poner 1,200 huevos al año. Esto agudiza su capacidad para proliferar rápidamente en nuevos territorios, compitiendo con especies locales y alterando los ecosistemas.
Una de las amenazas más preocupantes que trae consigo el caracol gigante africano es su potencial como vector de enfermedades. Este molusco puede ser portador de parásitos que afectan tanto a seres humanos como a animales. Uno de los parásitos más preocupantes es el angiostrongylus cantonensis, un gusano pulmonar que puede causar enfermedades graves como meningitis, encefalitis y otros trastornos neurológicos.
El caracol se contagia al ingerir las heces de las ratas, que también portan este parásito. Luego, excreta el parásito en su baba, lo que lo convierte en una fuente potencial de contagio para los seres humanos, especialmente si se manipula sin precaución.
Si encuentra uno, NO lo toque.
Ante esta situación, las autoridades nicaragüenses están en máxima alerta. El IPSA ha establecido un radio de contención fitosanitaria de un kilómetro alrededor del lugar donde se encontró el caracol. Además, se ha instado a la población a informar inmediatamente sobre cualquier avistamiento de esta especie.
Sin embargo, el control y la erradicación de esta plaga exigen una cooperación y vigilancia constantes, ya que la capacidad de reproducción y dispersión del caracol gigante africano es una amenaza latente.
Los expertos en salud y biodiversidad han enfatizado a través de los medios de comunicación oficialistas la importancia de no tocar ni manipular estos caracoles gigantes africanos debido a su potencial peligro para la salud humana. Se ha instado a la población a informar a las autoridades competentes en caso de avistamiento y a seguir las recomendaciones para evitar el contacto con estos moluscos. Además, se han proporcionado pautas para la limpieza y desinfección de manos y objetos en caso de posible exposición.
El caso del caracol gigante africano en Nicaragua resalta la importancia de la vigilancia constante y la bioseguridad en las fronteras. La introducción voluntaria de especies exóticas puede tener efectos devastadores en el entorno y la salud humana. Además, es fundamental educar a la población sobre los riesgos asociados con el contacto con esta especie y cómo reportar avistamientos.
El descubrimiento del caracol gigante africano en Nicaragua ha encendido una alarma en todo el país. La amenaza que representa para la biodiversidad y la salud pública es innegable. Las autoridades y la sociedad en su conjunto deben trabajar para contener y erradicar esta plaga invasora antes de que cause daños irreparables. La lección que queda es que la protección del ecosistema y la salud de las personas requiere una vigilancia constante y una respuesta rápida ante situaciones inusuales como esta.
Según información verificada por el equipo de COYUNTURA, el primer avistamiento fue reportado por la ciudadanía el jueves 24 de agosto de 2023.
Se ha declarado una alerta fitosanitaria y se ha establecido una cuarentena en la zona donde se detectaron los caracoles. Además, se ha implementado un anillo de contención fitosanitaria de un kilómetro alrededor del punto de detección para evitar la propagación. El IPSA ha trabajado en colaboración con el Ministerio de Salud, la Policía Nacional, el Ejército y otras instituciones controladas por la administración del sandinista Daniel Ortega para llevar a cabo inspecciones y requisas en busca de más caracoles y para educar a la población sobre los riesgos y precauciones.
El IPSA también implementó inspecciones en los puntos de ingreso al país y utiliza ahora técnicas avanzadas, como rayos X y escáneres, para detectar la posible entrada de más caracoles u otras especies.
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