El pasado 25 de junio se lanzó oficialmente la Coalición Nacional (continuación de un
proceso iniciado 4 meses atrás), fecha en la cual, irónicamente, antiguos funcionarios de la primera dictadura Sandinista (1979 - 1990) celebraron el triunfo electoral histórico liderado por Doña Violeta Barrios, que puso fin a tal dictadura. Sin embargo, en esta ocasión, eso no fue lo más extraño, tampoco ver a tantos políticos tradicionales reunidos en un lugar distinto a la Asamblea Nacional; lo más extraño fue la escasez de estudiantes durante el evento, puesto que ninguna organización estudiantil firmó su participación en la Coalición Nacional.
Resulta raro, que, a pesar del simbólico momento de unidad, ciertos líderes estudiantiles mantengan sus actitudes divisionistas y aprovechen la atención mediática para difundir sus demandas de transparencia, inclusión y democracia dentro de las plataformas de oposición. "¿Cómo se atreven? ́ ", les cuestionaría Greta Thunberg. Pero, ¿por qué los estudiantes dentro de la oposición se empeñan en demandar transparencia, inclusión y prácticas democráticas dentro de la misma oposición? ¿Qué pretenden estos estudiantes al exigir que se detengan las viejas prácticas políticas? ¿Acaso estos estudiantes no entienden que en este momento no necesitamos organizaciones más sólidas, democráticas y creíbles, sino tomar decisiones rápidas mediante dedazos e imposiciones? ¿Es que acaso se puede ser tan inmaduro? ¿Les parecerá más importante poner en práctica nuevas formas de hacer política, en lugar de estar listos para las Elecciones?
No pretendo ser quien despeje completamente sus dudas respecto a esas preguntas, pero permítanme realizar un breve repaso sobre las malas experiencias que podrían explicar la postura actual del sector estudiantil.
Por una parte, desde la fundación de la Coordinadora Universitaria Por la Democracia y la Justicia (CUDJ), y hasta hace pocos meses, ciertos actores externos, pertenecientes a la Articulación de Movimientos Sociales (AMS), ejercían fuerte influencia sobre los miembros de la plataforma, sus decisiones y sus acciones políticas de cara a la dictadura y a otras organizaciones de oposición, todo bajo la fachada de ser "asesores de la CUDJ ". Esto provocó molestias e inconformidad dentro de los estudiantes, puesto que se les cuestionaba por ser el brazo estudiantil de la AMS y el Movimiento Por el Rescate del Sandinismo (MPRS). Tal interferencia por parte de los "asesores " generó tanta inconformidad y malestar dentro de la plataforma que varias organizaciones decidieron renunciar a dicho espacio. A pesar de las quejas y demandas hechas por los miembros de la CUDJ hacia la AMS, la situación, hasta hace pocos meses, continuaba prácticamente igual.
Por otra parte, dentro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) la experiencia de los estudiantes no ha sido muy distinta. Dicho bloque estudiantil se ha enfrentado a imposiciones, irrespeto y malos tratos por parte de políticos tradicionales. El trabajo de dichos estudiantes se ha visto afectado por el adultismo y las mañas de agentes internos y aliados, que, apegados a su tradición, visualizan a todos los actores estudiantiles como adornos para fotografías, discursos y conferencias, y no como actores políticos reales.
En lo que a la Coalición Nacional se refiere, a los estudiantes no les va mejor. Durante el proceso de construcción de dicha plataforma, la influencia real e independiente de los estudiantes fue nula, y las relaciones se manejaron tan mal que uno de los bloques decidió retirar su solicitud de ingreso:
Algunos estudiantes han denunciado que su ingreso a la Coalición Nacional estaría
condicionado, en función de reducir su capacidad de influencia, que contrasta con la
capacidad de influencia otorgada a los partidos políticos. Dicho condicionamiento
reflejaría un trato desigual, que en palabras de algunos estudiantes "no refleja el espíritu de abriĺ", haciendo referencia de roles que desempeñaron estudiantes y partidos políticos durante la rebelión de abril de 2018.
Teniendo en cuenta que los movimientos estudiantiles no han tenido plena autonomía para tomar sus decisiones, ni la posibilidad de influir adecuadamente en espacios tan importantes, el lector podría hacerse una idea de lo difícil que ha sido para las organizaciones estudiantiles incidir en las decisiones políticas del país. En base a sus acciones, las exigencias de mejores prácticas democráticas hecha por estudiantes a las plataformas de oposición podrían haber sido originadas por la mala experiencia que ha tenido el sector estudiantil lidiando contra la dictadura y la política tradicional, en un intento por aumentar su independencia política y capacidad de influencia.
Para concluir, me permito reconocer el enorme trabajo y esfuerzo que ha hecho el estudiantado desde abril de 2018, y el esfuerzo que han hecho las organizaciones estudiantiles de oposición para tratar de evitar que a los estudiantes se les ningunee todavía más. Lamentablemente no ha sido suficiente, por ello me permito hacer también el siguiente llamado a los miembros de las organizaciones estudiantiles de oposición:
Revisen sus acciones, fortalezcan su relación con el estudiantado y juventud nicaragüense, especialmente con quienes se encuentran menos cercanos a la organización política y mantienen como prioridad sus estudios y sustento diario; traten de dejar a un lado sus diferencias, hablen honestamente entre ustedes y construyan una agenda en común, que les permita unirse en torno a valores y trabajo conjunto, que les permita incidir realmente en las organizaciones de oposición, pero, sobretodo, aumenten su independencia política, libertad de decisión y asociación, dejen de defender agendas e intereses de terceros, de organizaciones políticas o empresariales, defiendan su propia agenda y la del estudiantado nicaragüense. Todavía hay tiempo. Inténtenlo por la nación y por todos los estudiantes, actuales y futuros, para los que son un referente y que se verán beneficiados o afectados por las decisiones que tomen.
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