Cuestionada sobre los préstamos a administraciones autoritarias en Centroamérica, la presidenta ejecutiva del ente respondió recientemente que la labor del banco es evaluar técnicamente los proyectos y garantizar que cumplan con criterios ambientales y sociales. De momento, no hay intenciones de imponer cláusulas democráticas en los financiamientos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), lo que es motivo de críticas por parte de disidentes de regímenes como los de Daniel Ortega o Nayib Bukele.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Tegucigalpa, Honduras

El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), institución clave en el desarrollo financiero de la región, ha vivido una transformación significativa bajo la presidencia ejecutiva de la costarricense Ana Gisela Sánchez Maroto. A un año de su nombramiento, la primera mujer en liderar el organismo asegura haber dado pasos firmes en la mejora de la transparencia, la gobernanza y la rendición de cuentas. Sin embargo, su gestión no ha estado exenta de desafíos, especialmente ante el legado de cuestionamientos que dejó su predecesor, el hondureño Dante Mossi, y las tensiones políticas inherentes a una entidad donde los gobiernos centroamericanos tienen gran influencia.
Cuando Sánchez asumió la presidencia del BCIE, la institución arrastraba una serie de polémicas sobre el manejo de sus fondos y la opacidad en la concesión de créditos. Su predecesor fue señalado por presuntas irregularidades y por facilitar financiamientos que beneficiaban a gobiernos de carácter autoritario en la región. En septiembre de 2023, el BCIE presentó una demanda en su contra en un tribunal del Distrito de Columbia, en Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), alegando la existencia de una estructura ilegal dentro del banco.
Sánchez, sin embargo, evita centrar su discurso en los errores del pasado y prefiere destacar los avances logrados en su gestión. En entrevista con El País, mencionó la implementación de un plan de fortalecimiento institucional que incluye 26 reformas, de las cuales el 95 % ya han sido ejecutadas. Entre las medidas adoptadas destacan una política antifraude y anticorrupción, una alianza con la Oficina del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y una nueva estructura organizacional enfocada en la eficiencia y la transparencia.
En términos financieros, el BCIE ha logrado su mayor nivel de estabilidad en 64 años. Se han reducido costos operativos, se ha optimizado el uso de recursos y se ha diversificado la cartera de créditos. Un ejemplo de ello es la disminución de las tasas de interés, algo que no se había visto en los últimos tres años. Para 2025, la institución proyecta un presupuesto 10 % menor que el ejecutado en 2024, en un esfuerzo por reforzar su sostenibilidad financiera.
El impacto de estas reformas se ha reflejado en un aumento significativo en la inversión de la institución en proyectos de desarrollo. En 2024, el BCIE desembolsó un monto récord de 2,800 millones de dólares en 14 operaciones, destacando el financiamiento de 770 millones para un corredor vial en Costa Rica. Otros proyectos clave incluyen la recuperación del Lago de Yojoa en Honduras, la modernización educativa en Guatemala, el desarrollo turístico Surf City en El Salvador, el acceso a agua potable en Nicaragua y la transición energética en Panamá.
Sin embargo, la administración de Sánchez también ha tenido que lidiar con tensiones políticas. En marzo de 2024, el régimen sandinista de Daniel Ortega y su esposa y copresidenta Rosario Murillo de Nicaragua expresó su descontento con la posibilidad de que el BCIE frenara préstamos a su administración. Sánchez había señalado que en el pasado se aprobaron operaciones con "poco balance y sin rigurosidad técnica", en una aparente alusión a los señalamientos de que la administración del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) utilizaba el banco -hasta hace poco- como una fuente de financiamiento sin controles estrictos. La respuesta del Estado nicaragüense fue inmediata, pidiendo que el BCIE no se convirtiera en un "campo de batalla política".
Pese a estos señalamientos, Sánchez insiste en que el BCIE es una institución financiera y no política. "Tenemos una gran cantidad de criterios técnicos de rigurosidad", sostiene. Sin embargo, la historia del banco muestra que sus préstamos han sido un respaldo crucial para gobiernos cuestionados por sus prácticas autoritarias, incluyendo a Ortega en Nicaragua, Nayib Bukele en El Salvador y al exmandatario Juan Orlando Hernández en Honduras.
En el ámbito financiero, el BCIE ha consolidado su prestigio en los mercados internacionales. En 2024, logró captar 2,900 millones de dólares tras actualizar su Estrategia Financiera. Esta cifra incluye la emisión de diez bonos que recaudaron 2,592 millones, así como colocaciones récord en México y Costa Rica.
Uno de los hitos más importantes fue la emisión de un bono a 30 años, el de mayor plazo en la historia del BCIE, lo que refuerza la confianza de los inversionistas en la estabilidad del banco. Además, la institución realizó su primera emisión en rupias indonesias y emitió bonos sostenibles por 1,200 millones de liras turcas, consolidando su presencia en los mercados de capital ambiental, social y de gobernanza (ASG). La entidad también obtuvo 329 millones de dólares en préstamos bilaterales y líneas de crédito con la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), el Instituto de Crédito Oficial (ICO) de España y el Kreditanstalt für Wiederaufbau (KfW) de Alemania. Además, concretó un acuerdo de financiamiento con el CTBC Bank de Taiwán por 100 millones de dólares.
Para 2025, el BCIE inició su plan de captaciones con la emisión de un Bono Global Sostenible por 1,500 millones de dólares, el mayor en su historia, reafirmando su solidez en los mercados financieros.
Pero, más allá de los números, Sánchez busca todavía que la sostenibilidad ambiental y la equidad de género sean ejes transversales de la institución. Bajo su liderazgo, el BCIE ha incorporado criterios ambientales en la evaluación de proyectos, aunque sin perder de vista la rentabilidad. "No podemos sacrificar la competitividad, pero tratamos de mitigar los impactos ambientales y generar valor positivo", afirma.
Sobre el financiamiento de proyectos mineros, un tema controversial en la región, asegura que no hay planes concretos, aunque no cierra la puerta a futuras iniciativas. "No tengo conocimiento de ningún proyecto en el radar que tenga que ver con eso", indicó.
En cuanto a la equidad de género, Sánchez reporta avances tangibles. En 2024, el BCIE erradicó la brecha salarial entre hombres y mujeres dentro de la institución. Además, ha promovido estrategias para garantizar que los proyectos financiados por el banco contemplen la inclusión y el impacto social positivo. "Genera un impacto positivo el que haya una mujer presidiendo el banco", sostiene.
El BCIE se encuentra en una encrucijada: por un lado, ha logrado avances en transparencia, gobernanza y eficiencia financiera; por otro, sigue operando en un entorno donde las presiones políticas e institucionales son inevitables. Sánchez ha trazado una ruta clara para la institución, basada en la rendición de cuentas, la sostenibilidad y el crecimiento financiero consciente, pero aún enfrenta desafíos en la credibilidad del banco y en su papel dentro de la política regional.
A medida que avanza su gestión, el éxito de su estrategia dependerá de su capacidad para mantener el equilibrio entre la autonomía técnica del BCIE y las expectativas de los gobiernos que lo conforman. Mientras tanto, su liderazgo ha sentado un precedente en una entidad acostumbrada a operar en la sombra y ahora forzada a rendir cuentas un poco más.
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