A medida que se acercan las elecciones del 05 de noviembre, el control de la frontera con México sigue siendo uno de los temas más polarizantes del debate político y ciudadano en Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.). Con el veto al asilo como una de las medidas más visibles de la administración de Joseph Biden, el presidente busca dejar un legado de control y orden en la inmigración, a pesar de las críticas internas y externas. El número de cruces ilegales ha alcanzado sus niveles más bajos en cuatro años, y el Gobierno espera mantener esta tendencia hasta el final del mandato de Biden.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Arizona, Estados Unidos de Norteamérica
La situación en la frontera sur de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) ha sido un tema central para la Administración Biden desde el inicio de su mandato. En un contexto electoral, la política migratoria ha cobrado mayor relevancia, ya que se ha convertido en un campo de batalla clave entre demócratas y republicanos. A pesar de la disminución significativa de los cruces ilegales en los últimos meses, la Casa Blanca ha decidido mantener las restricciones al asilo, lo que ha suscitado críticas y generado tensiones políticas.
El veto al asilo, implementado en el verano de 2023, sigue siendo una medida controvertida. A pesar de las expectativas de un posible levantamiento de la restricción, la Administración de Joe Biden ha optado por endurecer aún más las condiciones. La medida se ha convertido en una herramienta eficaz para reducir el número de cruces ilegales, ya que desde su implementación se ha registrado una disminución del 59 % en el flujo migratorio. Sin embargo, el veto ha sido criticado por organizaciones de derechos humanos, que lo califican de "inmoral" e "ilegal".
Durante los meses de julio y agosto de 2023, la Patrulla Fronteriza procesó el menor número de cruces ilegales desde septiembre de 2020. En ese periodo, se registraron unos 54,000 encuentros mensuales, un contraste notable con los récords alcanzados en diciembre de 2023, cuando las autoridades procesaron más de 250,000 cruces. A pesar de esta disminución, el Gobierno de Biden ha decidido mantener las restricciones al asilo hasta nuevo aviso, estableciendo nuevas metas para su levantamiento.
El reciente anuncio del Ejecutivo ha fijado que, para considerar la retirada del veto, el número de procesados en la frontera debe mantenerse por debajo de 1,500 personas diarias durante 28 días consecutivos. Sin embargo, el promedio actual de 1,700 procesados diarios hace que sea improbable que estas condiciones se cumplan en el corto plazo. Este control férreo ha permitido que el 70 % de los adultos migrantes que cruzaron la frontera hayan sido deportados desde junio, y la colaboración con el Gobierno de México ha facilitado la contención del flujo migratorio.
El veto al asilo no ha estado exento de controversias. Diversas organizaciones en defensa de los derechos humanos, como el Las Americas Immigrant Advocacy Center y la American Civil Liberties Union, han denunciado la medida como una violación a los derechos de los migrantes. Argumentan que el veto coloca en peligro a miles de individuos vulnerables que buscan asilo y protección en Estados Unidos. Estos grupos han llevado el asunto a los tribunales, donde intentan revertir la prohibición, calificándola como un pilar fundamental de una política migratoria represiva.
A medida que las elecciones presidenciales de 2025 se acercan, las decisiones en materia migratoria tienen un impacto directo en el panorama político. Kamala Harris, candidata demócrata y actual vicepresidenta, ha manifestado su intención de continuar con las políticas de control fronterizo si llega a la presidencia. Harris ha prometido endurecer las penas para los inmigrantes reincidentes y mantener cerrada la frontera entre los puntos de entrada oficiales.
Harris y el desafío de la campaña electoral
Harris ha realizado recientemente su primera visita a la frontera sur como candidata, rumbo a los comicios del 05 de noviembre de 2024, eligiendo Arizona como el escenario de su gira. Este Estado, uno de los más disputados en los próximos comicios, ha sido el epicentro de un encarnizado debate sobre la inmigración. La vicepresidenta recorrió parte del muro fronterizo y se reunió con agentes de la Patrulla Fronteriza, destacando la importancia de mantener un sistema migratorio seguro y ordenado.
Durante su visita, Harris subrayó la necesidad de combatir el tráfico de fentanilo, que ha provocado una crisis de salud pública en Estados Unidos. Este potente opiáceo sintético ha sido introducido al país principalmente a través de la frontera sur, y Harris prometió priorizar su combate si llega a la presidencia. Asimismo, criticó a Donald Trump, su principal rival, por haber bloqueado una legislación bipartidista que habría proporcionado más recursos para el control fronterizo.
La política migratoria será un tema central en las elecciones presidenciales de 2025. A pesar de las críticas, el veto al asilo y las restricciones en la frontera se han convertido en herramientas clave para la Administración Biden, y Harris ha dejado claro que continuará por ese camino si llega a la Casa Blanca. Mientras tanto, Trump sigue atacando la gestión de Biden, acusando al Gobierno demócrata de permitir una "invasión" de inmigrantes ilegales. Con un panorama electoral incierto y el control de la frontera como tema prioritario, tanto Harris como Trump intentan capitalizar el debate sobre inmigración para ganar el favor del electorado. Las cifras de cruces ilegales se han estabilizado, pero el reto para el próximo inquilino de la Casa Blanca será encontrar una solución a largo plazo que equilibre la seguridad fronteriza con los derechos de los migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos.
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