El método de elección presidencial en los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), basado en el sistema de colegios electorales, hace que ciertos estados tengan un peso desproporcionado en el resultado final. Este año, Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia, Michigan, Carolina del Norte y Pensilvania son considerados como los estados clave que decidirán quién llegará a la Casa Blanca. Acá te contamos los detalles sobre los financiadores este 2024, los temas controversiales que influyen en las y los votantes, y quién lleva la delantera, a solo tres días de los comicios.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Washington, Estados Unidos de Norteamérica
En las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), que se celebrarán el martes 05 de noviembre, la contienda entre la vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris y el expresidente y candidato republicano Donald Trump desafía las "reglas no escritas" de la política electoral estadounidense. Según una primera regla empírica, el candidato que más dinero gasta en campaña tiene una ventaja significativa para ganar. Sin embargo, en esta ocasión, Kamala ha recaudado más fondos que Donald, con un monto que alcanza los 1.3 mil millones de dólares, frente a los 900 millones obtenidos por su adversario, y el expresidente le lleva ventaja por más que poco hasta la fecha. Según un análisis numérico realizado por el equipo de COYUNTURA con el mercado de predicción, datos de pronosticadores, medios de comunicación, encuestas y modelos de probabilidad, al cierre de este texto la viabilidad de que Trump gane es del 56 %, contra un 44 % a favor de Harris.
Ese hecho vuelve a poner en duda la validez de esta supuesta regla, especialmente considerando el precedente de las elecciones de 2016, cuando Trump, con la mitad del financiamiento de su rival Hillary Clinton, se alzó con la victoria. La segunda regla no escrita, que asegura que una mujer no puede ser elegida presidenta de EE.UU., enfrenta también un desafío este año. En la contienda de 2016, la derrota de Clinton corroboró este supuesto; sin embargo, Harris podría ser la candidata que rompa este llamado "último techo de cristal". Las encuestas de las últimas semanas, publicadas por The Washington Post, The New York Times, The Guardian y otros medios, aunque mostraron a Harris con una ventaja estrecha de 0.5 puntos porcentuales y con hasta un 10 % de probabilidad de ganar como diferencia entre ambos, sugieren una disputa cerrada en al menos cinco de los siete estados decisivos que definirán el resultado final, representando casi 100 votos electorales, que ambos candidatos necesitan para ganar.
Pero Trump, por poco, es la estrella del momento, justo la semana antes de la votación, y el día que el presidente saliente Joseph Biden acudió a emitir su voto anticipado en New Castle, Delaware, a unos 185 kilómetros de la Casa Blanca en Washington DC. Pero, para ganar el martes, los candidatos necesitan 270 delegados, o votos electorales, sumando los que reparte cada territorio, que van todos al candidato ganador de la circunscripción. Ahora mismo, Harris tiene 226 votos electorales probables o seguros. Trump tiene aproximadamente 219.
Además de la carrera presidencial, en este ciclo electoral se renuevan los escaños del Congreso y un tercio del Senado, en elecciones que reflejan el impacto de una estructura compleja: el sistema de colegios electorales. Este proceso otorga a cada estado un número proporcional de votos electorales, lo que convierte a algunos estados clave en el foco de las campañas. Según Open Secrets, una organización de monitoreo de donaciones electorales, el gasto total en las elecciones de este año podría alcanzar los 15,900 millones de dólares, superando por 800 millones la cifra récord del año 2020. Este incremento subraya el impacto de la influencia económica en el proceso político estadounidense, hoy más que nunca.
El mapa del financiamiento: las industrias detrás de las campañas
Open Secrets, en su seguimiento de los fondos electorales, muestra el origen y el volumen de las donaciones en contiendas clave. Los datos revelan, por ejemplo, que el sector de la Defensa ha aportado dos millones de dólares a la campaña de Kamala Harris, el doble de lo destinado a Trump. Aunque las cifras para candidatos independientes son modestas, resaltan posturas políticas específicas: la candidata verde Jill Stein y el filósofo y también independiente Cornell West han recibido apenas 4,000 y 2,000 dólares, respectivamente, de este sector.
Por otro lado, el impacto de los Super PAC (Comités de Acción Política) es especialmente significativo en esta campaña. Los Super PAC pueden recibir fondos ilimitados de individuos o grupos sin coordinar sus actividades con las campañas oficiales de los candidatos, lo que les permite una intervención independiente y poderosa en el proceso. Hasta el momento, Harris ha obtenido 900 millones de dólares en donaciones directas y otros 470 millones en aportaciones externas.
Por su parte, la recaudación de Trump se ha visto impulsada de manera similar, con más de la mitad de su financiamiento proveniente de fuentes externas.
Entre los Super PAC de mayor influencia destaca America PAC, el comité de apoyo a Donald Trump impulsado por Elon Musk, dueño de la plataforma X (anteriormente Twitter) y Tesla. Este Super PAC ha gastado más de 75 millones de dólares desde junio y ha lanzado estrategias que incluyen sorteos de un millón de dólares diarios entre votantes registrados en los estados clave, con acusaciones de ilegalidad por parte de la Fiscalía de Filadelfia. Estas prácticas han llamado la atención del Departamento de Justicia, que estudia posibles violaciones de la legislación electoral, la cual prohíbe ofrecer dinero a cambio de votos o registros.
Otro actor notable en este ciclo electoral es el Comité de Asuntos Públicos de Estados Unidos e Israel (AIPAC), que ha intensificado su actividad en favor de candidatos proisraelíes. Tradicionalmente alineado con el Partido Republicano, AIPAC ha gastado en esta ocasión más de 42 millones de dólares en campañas, con el objetivo de eliminar a los legisladores críticos con la política israelí. El comité ha invertido especialmente en las contiendas del Congreso, contribuyendo a convertir, según fuentes consultadas, las primarias demócratas en algunas de las campañas más costosas de la historia reciente.
Uno de los principales blancos de AIPAC ha sido el grupo conocido como The Squad, compuesto por legisladores de la izquierda demócrata, entre ellos Cori Bush y Jamaal Bowman. Bush, quien pidió un alto al fuego en Gaza, enfrentó una dura campaña financiada con 5.3 millones de dólares destinados a su derrota. Finalmente, perdió en las primarias demócratas ante un candidato respaldado por AIPAC. Bowman, por su parte, también fue superado en Nueva York por un contendiente apoyado con más de 14 millones de dólares, procedentes de fondos proisraelíes. Así, la intervención de AIPAC en las campañas demócratas ha generado críticas dentro del propio partido. Alexandria Ocasio-Cortez, miembro de The Squad, denunció el rol divisivo que este lobby ha jugado en la contienda, señalando que la influencia económica de AIPAC representa un conflicto dentro de las bases del Partido Demócrata. "Lo que necesitamos es una conversación real sobre cómo una organización financiada en gran medida por republicanos está desempeñando un papel extremadamente divisivo", declaró Ocasio-Cortez.
Las avenidas y carreteras más transitadas, los teléfonos celulares y las redes sociales digitales, al igual que muchos canales de televisión por cable y radioemisoras, muestran una saturación de mensajes y anuncios de Trump y Harris, en igual medida. Mark Cuban, inversor y propietario de los Mavericks, de la NBA, fue uno de los grandes donantes para la campaña de Harris, al igual que equipos de la NFL y organizaciones de la sociedad civil y la tecnología responsable. Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn; George y Alex Soros, multimillonarios de origen húngaro; Mike Bloomberg; y Jeffrey Katzenberg, fundador de DreamWorks y expresidente de Walt Disney Animation Studios, también apoyan a Kamala. En el caso de Trump, Linda McMahon, Dick y Liz Uihlein, y Miriam Adelson -ferviente partidaria de Israel-, fueron las cabezas encargadas del financiamiento.
El factor de los "swing states"
La lucha por la Casa Blanca podría definirse en un puñado de estados clave, los llamados "swing states". Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia, Michigan, Carolina del Norte y Pensilvania son considerados decisivos para ambos candidatos. En estos territorios, los esfuerzos de las campañas se centran en grupos específicos: comunidades latinas en Arizona, votantes afroamericanos en Georgia y ciudadanos de áreas urbanas y rurales en Wisconsin. Los colectivos de trabajadores, las olas de fanáticos de personalidades de la música o el cine, y hasta políticos retirados, también mostraron su poder durante la campaña, empujando momentos y gritos para ambos lados. La atención que Harris y Trump dedican a estos estados y comunidades es reflejo de su importancia estratégica, dado que en cada uno de ellos la diferencia de votos entre ambos partidos ha sido históricamente estrecha. En resumen, cualquier decisión pueden tomar estos grupos al momento de emitir su voto.
En particular, Michigan representa un reto para Harris, quien enfrenta allí el escepticismo de las comunidades árabe-americanas por su postura en relación con el conflicto en Gaza. Este estado, con una de las mayores concentraciones de población musulmana en el país, es un ejemplo del complejo escenario que enfrenta la candidata demócrata. La campaña "Listen to Michigan", que incentivaba el voto de castigo en las primarias, obtuvo más de 100,000 votos en protesta contra la postura demócrata en asuntos de política exterior. Aunque Harris lidera las encuestas en Michigan, su ventaja es mínima, lo que mantiene a este estado como uno de los territorios en disputa.
En este contexto, la noción del "momentum" cobra relevancia. Este término, comúnmente usado en la política estadounidense, describe un impulso favorable en las encuestas que suele determinar el rumbo de una campaña en su fase final. A tres días de las elecciones, los analistas intentan descifrar si Trump está viviendo un momentum que pueda devolverlo a la Casa Blanca tras su salida en 2021. Aunque las encuestas indican un aumento en su popularidad en los últimos días, este impulso no garantiza su triunfo, y será esencial observar el desempeño de ambos candidatos en los estados clave para entender el resultado final, hasta el cierre mismo de las urnas.
La elección presidencial del 05 de noviembre será un examen de la influencia del dinero, los lobbies y los Super PAC en la política estadounidense, por mucho. Para Kamala Harris, se trata de una oportunidad histórica para romper el "último techo de cristal" y convertirse en la primera presidenta mujer del país norteamericano. Para Trump, la contienda representa una posible redención política tras los eventos de aquel 06 de enero de 2021, luego de perder contra Joseph Biden, el presidente saliente.
El resultado de estas elecciones será determinado por un complejo juego de influencias políticas y económicas, narrativas y posturas, en el que cada donación, cada mensaje, voto y cada estrategia cuentan. Las y los votantes de los estados clave sostienen en sus manos la decisión final, y el peso de sus votos podría cambiar el curso de la historia estadounidense, una vez más.
Paul Krugman, premio Nobel de Economía, describe a Donald Trump como un "estafador" que, aunque proyecta la imagen de ser un defensor de la clase trabajadora, en realidad implementa políticas contrarias a sus intereses. Krugman señala que, tanto en sus actividades empresariales como en su gestión política, Trump ha favorecido a los ricos a expensas de los trabajadores. A pesar de prometer ser un republicano distinto, sus propuestas económicas, como la reforma fiscal de 2017, han beneficiado principalmente a los ricos y han intentado recortar programas sociales como Medicaid.
Además, Krugman advierte que las recientes propuestas de Trump, como el aumento de aranceles y nuevos impuestos regresivos, castigarían a las familias de ingresos bajos y medios mientras favorecen a los más ricos. Aun así, Trump ha logrado atraer a votantes de la clase trabajadora, en parte gracias a tensiones raciales y a la percepción positiva de la economía antes de la pandemia. Krugman concluye que, si Trump gana nuevamente, profundizará políticas perjudiciales para los trabajadores, reafirmando su carácter de autoritario y showman.
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