Por primera vez en los algoritmos de nuestro medio, tras los comicios generales de 2023 en Guatemala, nuestro Co-director y periodista, Jairo Videa, comparte una columna sobre su visión de las elecciones y los resultados, tras coordinar la cobertura realizada por COYUNTURA.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Ciudad de Guatemala, Guatemala
El "tonto" deja de ser pisoteado por el "vivo" cuando el primero decide dejar de ser tonto, o algo así decía el refrán. Lo traigo a colación porque en Nicaragua, en Guatemala, y en toda nuestra querida Centroamérica -como si ya no tuviéramos suficientes problemas-, muchos entes "vivos" deambulan por nuestras vidas. Sujetos y sujetas que viven de nosotros los "tontos". Son oportunistas, manipuladores, audaces, y muchas veces tienen la pinta de ser buenas almas, o dicen ser víctimas, o bien, los solucionadores.
Van vestidos de ovejas, o de políticos, de periodistas, de médicos, de comerciantes, parejas, colegas, amigos, o hasta caseros. "Viven" de las emociones, necesidades, conflictos y debilidades, que todas y todos tenemos. Su sagacidad y buen porte, su sonrisa y las horas de gimnasio les oculta entre nosotras y nosotros. Viven por vivir. Sueñan, trabajan y vuelan, pero su propio beneficio y llegar a la cima -cualquiera que ésta sea -es el destino.
Partiendo de esto, es momento de felicitar, como no, a la Guatemala votante, que aunque no más grande que la abstención, el voto nulo y en blanco, lo cambió todo. Aquella que decidió darle un giro al escenario político y ciudadano, dándole una lección a las y los vividores, y un voto de confianza inesperado al "menos peor" de todos los males.
Con una vicepresidenciable en la carrera -Karin Herrera-, Bernardo Arévalo no ganó, pero triunfó. Es evidente que si "juegan bien sus cartas" -por sí acaso, otro refrán- hasta el 19 de agosto, el 20 le arrebatarán el Ejecutivo a un sistema plagado de vividores en su máxima expresión.
Ese montón de entes, vividores de la poca humanidad que nos queda, quiso llegar al Congreso, a la segunda vuelta presidencial, a los municipios e, incluso, al fallido sistema que nos representa como centroamericanas y centroamericanos. Sin argumentos, decencia o don de servicio.
Se la quisieron llevar de viralidades y cifras, explotando y generando el conflicto, como todo buen vividor. Y, sí. Son vividores, por decirlo bonito. De nuestras debilidades, necesidades y palabras. La manipulación, en esta ocasión, en el país centroamericano, vive una clara derrota. Así hay que enfrentar a las y los vividores. En el último minuto, y con decencia.
La señora Sandra Torres -que también pasó al sufragio definitivo en menos de dos meses-, una más de ese montón que carece de esa última virtud, muy poco tiempo le puede quedar para seguir viviendo de esto. De la ciudadanía. Está claro, a estas alturas, que ya no existe su deseo -si es que lo tuvo- de cambiar lo que el sistema es. Su sueño es llegar a la meta. Ser la primera presidenta nada más. No llegó siquiera al millón de votos que en la primera vuelta del año 2019 logró superar.
Así muchos otros vividores, que solo quieren algo. Ganar. Herir. Tener la razón. Ser ungidos. Llegar a la palestra pública siendo las estrellas que sueñan ser, sin juicio, o algo de compasión. Servicialidad.
Ya basta de políticos y personas vividoras de todo lo que somos. Ya basta de sujetos y sujetas que viven del "tontos", solo con pura buena oración. ¡Este voto de protesta y confianza debe generar un verdadero cambio!
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