Sola, pero con el poder que dice y cree tener. La autoproclamada "madre" de las y los nicaragüenses cumple 72 años, y celebra con una ola de tuits y publicaciones coloridas, y el anuncio de un centro de Bellas Artes en León.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
Rosario Murillo, una de las dos partes que controlan al Ejecutivo de Nicaragua, celebra este jueves 22 de junio su cumpleaños número 72. Su figura es objeto de alabanza y piropos por parte de sandinistas y plataformas oficialistas, quienes envían a través de las redes sociales digitales sus mensajes de "amor" a la compañera, un ente rodeado de controversia, generadora tanto de alegría como de desprecio.
Se ha construido una imagen alrededor de Murillo, presentándola como una poetisa, culta, políglota y exguerrillera sandinista. Las decoraciones este año parecen un poco más extravagantes que las de 2022, cuando los medios oficialistas formaron mayor parte de las tendencias.
Y aunque en los últimos años dichos espacios de comunicación de la familia Ortega-Murillo y el Estado retratan a Murillo como defensora de los derechos de las mujeres, las estrategias implementadas por su administración no han logrado abordar eficazmente el problema de los femicidios en el país, lo que ha llevado a cuestionar su verdadero compromiso con las mujeres nicaragüenses. Tampoco ha logrado solventar los problemas sociales, otra de sus promesas.
Murillo ha ocupado un lugar central en el poder nicaragüense desde 2007, aunque desde antes se encargaba de erosionar los ya corruptos cimientos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Como coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, ejerce un control absoluto sobre el discurso oficial y supervisa las apariciones públicas de su esposo, Ortega, incluso moldeando sus palabras. Su influencia política ha sido constante, y ahora que ocupa la Vicepresidencia, su imagen es sobresaliente.
A pesar de las acusaciones que recaen sobre Murillo, como una de las autoras intelectuales de crímenes de lesa humanidad, sus seguidores sandinistas la respaldan incondicionalmente, entre ellos presentadores del oficialismo, funcionarios y hasta Carlos Avilés, el hijo del comandante en jefe del Ejército de Nicaragua, Julio César Avilés. Se le describe como esotérica y sedienta de poder, criminal, asesina y experta en discursos de odio.
Sin embargo, dentro del partido oficialista, está rotundamente prohibido criticarla.
En los letreros gubernamentales, en las cartillas oficiales y en libros escolares. En los edificios de instituciones públicas e incluso en el escudo nacional utilizado en los comunicados oficiales. Ella está en todo. Hasta en el almuerzo de las familias nicaragüenses, con sus tediosas llamadas telefónicas.
En la primavera de 2018, cuando estallaron las protestas en Nicaragua exigiendo el fin del mandato del binomio, Murillo estuvo a cargo de la respuesta inicial del régimen. Durante esos días trágicos, mientras Ortega permanecía en silencio, fue Murillo quien respondió a lo que más tarde el oficialismo describe como un intento de golpe de Estado.
En esa ocasión, Murillo aparecía en las cadenas de televisión controladas por sus hijos, mostrándose tensa y áspera mientras arremetía contra las y los manifestantes. Los insultaba llamándolos "minúsculos" y los calificaba con adjetivos como vandálicos, delincuentes, vampiros, terroristas, golpistas y diabólicos.
Su reacción reflejaba su determinación de no permitir que le arrebataran el poder que había buscado durante décadas.
En ese camino, Murillo ha enfrentado y apartado a figuras clave del sandinismo para alcanzar su posición actual, incluso llegando a cuestionar la cordura e integridad de su propia hija cuando esta acusó a Ortega de violación.
Rosario Murillo celebra su cumpleaños en medio de la eterna polémica que rodea su figura. Mientras sus seguidores la respaldan incondicionalmente, hay críticos y pensantes que siguen cuestionando su juicio y el verdadero compromiso con los derechos y problemas del pueblo nicaragüense. Su influencia política es significativa, pero detestada, y su presencia se hace sentir en todos los aspectos del Estado nicaragüense.
Sola, pero haciendo ruido siempre. Tanto que anunció durante el día de su nacimiento la inauguración de la primera Escuela de Bellas Artes en el país, en la ciudad de León, en honor a Mariana Sansón Argüello (1918-2002), poeta nicaragüense.
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