Largas jornadas de trabajo en condiciones de explotación son las que se esconden detrás de las remesas que las y los nicaragüenses envían a sus familiares cada mes desde países como España y Estados Unidos.
Por Voces En Libertad | @VocesNi
Economía
España, Estados Unidos y Nicaragua
Johana Cisneros es una nicaragüense que trabaja de interna, cuidando a una persona de la tercera edad en España. Su jornada es de diez horas al día por seis días a la semana. El séptimo día, que es el domingo, solo tiene libre seis horas en las tardes. No recibe paga por los feriados, así como tampoco las dos pagas extras anuales que en este país existen para los trabajadores, que en Nicaragua equivaldrían a dos meses extras en aguinaldo.
Tampoco tiene derecho a vacaciones y su salario mensual es de €945 euros, un monto inferior a los mil que representa el salario mínimo para las empleadas domésticas en España. Una hora de su trabajo en el país europeo equivale al precio de una libra de carne de res en Nicaragua, es decir C$140 córdobas, unos €3.72 euros. Al final parecería que gana bastante, más de lo normal en su país de origen, pero después de comenzar a repartir se queda en nada.
Cada mes envía como remesa a Nicaragua €800 euros que se desglosan en: €200 para la comida de sus dos hijos, de 14 y 22 años; €150 para su mamá; €100 en el pago de su hermana por cuidar de sus hijos; €50 para los gastos de servicios básicos y €300 para el pago de un préstamo que realizó para la construcción de su casa. En sus manos al final solo quedan €145 euros para pagar el alquiler del cuarto donde reside en Albeta, un municipio de Zaragoza. Para sufragar los gastos de alimentación, transporte y todas sus necesidades básicas tiene que trabajar las tardes de los domingos por €50 euros.
Su historia es una de miles de las que hay detrás del aumento de las remesas de Nicaragua, que entre enero a julio de 2022 ha recibido USD $1,670.6 millones, 38 % más que en el mismo período de 2021 cuando percibió USD $1,206.8 millones, según las estadísticas de remesas que publica el Banco Central de Nicaragua (BCN). Este tipo de recepción de dinero representa el 15 % del Producto Interno Bruto, y es generado por los más de 674,790 nicaragüenses que hasta 2021 se encontraban como migrantes en Costa Rica, Estados Unidos, España, Panamá y Canadá.
Depresión, estrés y migraña
El régimen de interna en España ha sido calificado por las organizaciones defensoras de las personas migrantes como "la esclavitud moderna" debido al encierro y la explotación de las que muchas mujeres denuncian ser víctimas. Además, al ser un trabajo en solitario y silencioso, la depresión, el estrés y las migrañas se hacen recurrentes frente a la añoranza de libertades y la familia.
Cisneros hace cinco años que no ve a sus hijos, pero espera pronto volverlos a abrazar. Comenta que se encuentra pagando en cuotas un boleto de €1,400 euros que le permitirá llegar hasta su natal Chinandega en Nicaragua. Pagará €350 euros mensuales hasta saldar la deuda. No tiene ahorros para el dicho viaje, así que espera utilizar su último salario de este año para lograrlo. Viajará en diciembre para regresar en febrero de 2023 y emprender la búsqueda de un nuevo trabajo en el sector de los cuidados debido a que sus actuales contratantes no conceden vacaciones. Lamentablemente, al tener que renunciar para poder viajar no recibirá ningún pago de liquidación.
Sin embargo, su deseo es más fuerte. "Necesito verlos. Y quisiera quedarme en mí país, pero tendré que regresar (a España) porque la situación allá (Nicaragua) no es fácil", lamenta la mujer de 43 años.
La precariedad laboral para los migrantes en España aumentó tras la pandemia de Covid-19. Ese efecto se refleja en la disminución del 10 % del monto promedio de envíos de remesas desde España. En el segundo trimestre de 2022 las y los nicaragüenses en este país europeo enviaron USD $290.5 mensuales frente a los USD $324 que enviaban en el mismo período en el año 2021. Mientras tanto, las y los nicaragüenses radicados en los Estados Unidos de Norteamérica han aumentado sus transacciones, lo que generó un aumento del 12 % en promedio de envío durante el segundo trimestre de 2022.
Se trabaja para sobrevivir
Vanesa Rivas llegó a Minnesota, EE.UU., hace 18 meses. Trabaja 12 horas diarias de lunes a viernes, en carpintería, por un salario de $11 dólares por hora. Reconoce que solo migrando pudo garantizar los alimentos básicos de sus tres hijos. En Nicaragua, el salario de $120 dólares al mes como dependienta de una zapatería en un mercado popular no le daba para costear los gastos.
A Nicaragua envía $200 dólares semanales para la alimentación de sus hijos de 13, 10 y 6 años, quienes quedaron bajo el cuidado de su mamá (la abuela), esto debido a que el padre de los menores asumió su responsabilidad. En algunas ocasiones aumenta la cuota para costear el pago de los servicios básicos. Para su comida guarda $100 dólares. Por ahora no gasta en alquiler porque la compañía para la que trabaja asume la vivienda. El resto del dinero que gana lo ahorra para "invertir a futuro en ganado y terrenos en Nicaragua".
"La verdad es que estar aquí no fue fácil para mí. Antes de llegar a Estados Unidos estuve en México año y medio, en donde trabajé solo para sobrevivir. No podía mandarle dinero a mí mamá. Aguanté tanto tiempo porque una tía que tengo aquí en Estados Unidos me ayudaba, sino no sé cómo hubiera hecho", relata Rivas. En sus planes nunca estuvo migrar, pero ante la falta de oportunidades laborales en Nicaragua ésta fue su única opción. La mejoría económica en su familia le satisface, pero no llena el vacío que tiene por la ausencia de sus hijos.
Después de 2018, Estados Unidos se ha convertido para las y los nicaragüenses en el principal país de destino, desplazando a Costa Rica. Esta tendencia se refleja en las cifras de migración hacia Estados Unidos y las remesas hacia Nicaragua. En los primeros siete meses del año las remesas provenientes de Estados Unidos aumentaron 64.26 %. En enero y julio de 2022 aportaron USD $1,239.4 millones frente a los USD $754.5 millones que se registraron en el mismo periodo de 2021.
Fuga de capital humano
A pesar de que este tipo de ingresos mejora la calidad de vida de los nicaragüenses, lo cierto es que a mediano plazo traerá efectos negativos para la productividad del país. El recurso más importante de una nación es "el capital humano" y Daniel Ortega y Rosario Murillo lo están dejando perder, explica el economista Enrique Sáenz.
Previo a 2018, la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua indicó que el 70 % de las remesas son destinadas para el consumo, lo cual inyecta dinamismo a la economía en general. Pero Sáenz asegura que el hecho de que sean los micro, pequeños y medianos empresarios, profesionales y mano de obra productiva la que esté migrando, generará el colapso de la productividad del país.
"Hay determinadas zonas del país en las que en unos diez años no habrá quién trabaje, porque todos los jóvenes del campo se han ido. Los que estamos quedando somos los viejos y adultos. Es un impacto a mediano plazo para el país", explica el economista.
Vaticina que esa tendencia migratoria mantendrá altos niveles en lo que resta del año, pues existen registros de comunidades -principalmente de Boaco, Estelí, Matagalpa y Nueva Segovia- en donde casi todos los jóvenes han abandonado sus hogares.
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