En un noviembre marcado por la escasa actividad pública del convoy copresidencial de El Carmen en Nicaragua, la atención se ha centrado en el sorprendente debut de Laureano Facundo Ortega Murillo, hijo del sandinista Daniel Ortega, como figura central en la entrega de 250 autobuses provenientes de China. Este evento, más allá de su aparente carácter protocolar, ha desatado especulaciones sobre el futuro de la sucesión dinástica en la familia Ortega-Murillo, sugiriendo un posible paso hacia el liderazgo de Laureano en la política nicaragüense. Este inusual protagonismo del "príncipe heredero" en el escenario político alimentó las expectativas y la incertidumbre en un mes que ha sido especialmente significativo para la familia gobernante.
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
Managua, Nicaragua
En lo que va del mes de noviembre, que ya casi termina, el convoy presidencial de El Carmen ha salido solamente una vez de la madriguera. Eso no quiere decir que la familia de los sandinistas Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo haya pasado inactiva. Por el contrario. Fue, como septiembre, un mes intenso y cargado de emociones casi que desconocidas, tanto para los Ortega-Murillo como para la ciudadanía de Nicaragua, dentro y fuera del territorio, tras el majestuoso triunfo de Sheynnis Palacios en Miss Universo 2023, que marcó un hito difícil de superar, eclipsando sin querer la puesta en escena del heredero al trono rojinegro.
Tuvo que haber sido un mes de decisiones importantes, ya que, por primera vez en su vida, después de su cumpleaños número 78, el patriarca del sandinismo, el dictador Daniel Ortega, dio las primeras señales reales de su tan esperada, pero repugnada, sucesión, para el desarrollo o fin de su dinastía familiar.
El décimo quinto día del mes de noviembre del corriente año, se llevó a cabo el debut. Una muestra "sucialista", en las propias palabras del heredero. Una escena de cortesía soberana. El asignado de la monarquía centroamericana más inhumana, sucesor virtual y artístico de la dinastía, canciller nicaragüense de facto, aspirante a tenor y pasante pre-profesional del "mundo multipolar". Laureano Facundo Ortega Murillo, quien, al perfecto estilo turcomano, festejó su cumpleaños número 41 acariciando la ensangrentada silla roja de su padre.
Laureano fue concebido en 1982 durante el mes del romance, febrero, para ser entregado al mundo el 20 de noviembre. Es el tercer engendro del matrimonio dictatorial de Nicaragua. Pero eso es más que el mero resultado de la biología o del destino. Cuatro décadas después de su nacimiento, en la misma semana de su cumpleaños y el de su padre, dio un paso más al frente de la corona sandinista.
La excusa para montar la escena fue la segunda entrega de 250 autobuses provenientes de China. Los ya famosos "buses chocones" para las "responsables" cooperativas de Managua y sus alrededores. Un acto que se llevó a cabo frente al Antiguo Estadio Nacional de Béisbol, ahora con el nombre de Stanley Cayasso, justo en el mismo lugar donde hace casi un año sus padres protagonizaron un pleito icónico.
Y es ese reciente debut de Laureano Facundo el que nos obliga en la Redacción de COYUNTURA a repasar los detalles detrás de este personaje, por decir menos, rescatando, como es costumbre, toda la información más allá de lo convencional.
Noviembre, el mes de los cumpleañeritos
Noviembre es un mes muy importante en la familia Ortega-Murillo. Cuatro de sus miembros claves celebran su fecha de nacimiento. Tres de ellos fueron concebidos en el mismo vientre, el de Rosario María Murillo, hoy actual vicepresidenta de Nicaragua, compañera del comandante Daniel Ortega, quien es el otro de los cuatro festejados del mes.
La primera celebrada es Camila Antonia, hija mayor de Rosario y Daniel. Cumplió 36 "abriles" el pasado sábado 04 de noviembre, sobando su creciente pancita, junto a su amado esposo Noé, el infaltable carga carteras de la familia. Luego, el sábado 11 de noviembre, cumplió años el jefe supremo de la familia, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y del Estado carmentiano en el corazón de Centroamérica, el comandante José Daniel, quien arribó a sus 78 años encerrado en su búnker, añejándose con su colección de chumpas americanas Members Only. Para celebrar la fecha, el dictador nicaragüense decidió, adrede o no, dar señales de su sucesión.
Después, la tercera en alcanzar otro aniversario de vida este noviembre fue Zoilamérica, primogénita de Rosario, quien el lunes 13 del corriente mes cumplió 56 años, en el destierro impuesto por su propio linaje.
El pasante y heredero de la silla
El cuarto cumpleañero de noviembre es Laureano Facundo, tercer hijo del matrimonio de El Carmen. El artista de segundo balcón, aspirante a tenor, con aires de "príncipe heredero", alcanzó los 41 años de edad el pasado lunes 20 de noviembre de 2023. Pero sus progenitores decidieron adelantar su regalo cinco días, el miércoles 15, cuando Laureano Ortega Murillo alcanzó la cúspide -hasta ahora- de su ascenso al poder, justo horas después de que su padre cumpliera los 78 años de edad, más de 25 de ellos en el Ejecutivo de Nicaragua.
"Lau", o "Facu", o como usted quiera llamarle desde ahora, no recibió un Porsche, porque ya tiene uno. Tampoco un Rolex, porque tiene suficientes -aunque al menos no los usa al revés como su padre tiene por hábito-. Mucho menos otro trasplante capilar, pues la cabellera natural, al igual que el sentimiento de compasión y humanismo, se resiste a germinar en esa jupa.
El regalo no fue una finca, porque francamente creen poseer todo el territorio como hacienda. El príncipe recibió como obsequio de cumpleaños, por herencia y por gracia de sus progenitores dictadores, una peculiar "probadita" como jefe de Estado, recibiendo los autobuses que el gigante asiático vende a Nicaragua como parte de su "amplia estrategia" de relaciones bilaterales.
De esa manera, el pasante "multipolaroide" entró en una fase avanzada de su preparación para la sucesión dinástica, con la oportunidad de ocupar la silla rojinegra y hablar en representación de su padre, en su propio día especial, luego de varios meses con más tareas fuera de casa. Fue un pequeño ensayo de poder, un presente discreto, como esas travesuras que el matrimonio planea entre bambalinas, sin saber al final qué puede pasar.
Directo a la silla roja
Ese mismo miércoles durante la hora del ángelus, la vocera y vicepresidenta Murillo anunció que el séquito familiar se pasearía esa tarde por las calles y las pantallas nacionales, repartiendo los 250 autobuses entre los directivos de las cooperativas de transporte capitalino. Sería la segunda función del mes, ocho días después de la conmemoración número 47 de la muerte de Carlos Fonseca Amador el miércoles 08 de noviembre, en el que Daniel y Rosario dejaron otro meme copresidencial.
Al final no fue como la "Chayo" lo anunció. Pero así sucedió:
Al desvanecerse la luz del día, la transmisión del oficialista Canal 6 de Nicaragua comenzó, justo cuando Laureano Facundo se ubicaba en el regalo de cumpleaños: la silla roja en el estrado principal.
Sus padres definitivamente no estarían. Y no hubo tiempo para transmitir la caminata de Facu al escenario. Ascendió por la parte izquierda del plató al aire libre, olvidando, quizás por tanta emoción, o por la confusión, o la ansiedad, el protocolo y la cortesía de saludar en orden al resto de participantes oficialistas en la mesa, incluyendo al embajador de China en Nicaragua, Chen Xi. Lau se fue directo al asiento de su progenitor. Las cámaras sandinistas así lo registraron.
El heredero acomodó sus glúteos en el asiento carmesí, pero al percatarse de las otras personas en la tarima se levantó a saludar. Una vez terminada esa tarea, regresó a la silla y se volvió a sentar. Ignoró a toda la gente que tenía frente a él, fanáticos que, según fuentes consultadas por COYUNTURA, esperaban a su padre. Facu se concentró en su "iPhone chino". Lo revisó por 35 segundos, hasta que el Himno Nacional de Nicaragua interrumpió su trance digital.
De Managua a Ashgabat
Quizás por la resaca de su fiesta de cumpleaños, o por alguna gripe de mediodía en los motores de la colección de Mercedes Benz, o, soñando mucho, incluso por la reflexión de un posible retiro -pero con una precampaña no oficial para los comicios presidenciales del 2026-, el comandante Ortega no asistió a la cita anunciada horas antes por Murillo. El sandinista podría seguir el camino de Gurbanguly Berdimuhamedow, "presidente del Consejo del Pueblo" de Turkmenistán, quien le entregó las riendas del país de Asia Central a su hijo Serdar Berdimuhamedow cuando este cumplió 41 años de edad, en marzo del año 2022.
Entre Managua y Ashgabat, capital de Turkmenistán, hay más de 13,000 kilómetros de distancia. Sin embargo, existen rasgos que unen a quienes con mano de hierro rigen en ambos países, sobre todo en el formato de sucesión dinástica. Son las naciones que, queramos o no, tienen un "principito".
Gurbanguly, el padre de Serdar, ascendió al poder en el 2006, un año antes que Ortega en Nicaragua, y se autodenominó "Arkadag" o "protector", exhibiéndose de maneras muy peculiares, como lo hacen hasta ahora los dictadores de siempre en la historia de la humanidad. Decidió retirarse de lo que funciona como Ejecutivo en el año 2022, a sus 64 años de edad, para darle lugar a un "liderazgo joven".
Durante el mandato de su padre, Serdar se formó en Suiza y Rusia, como gran amigo y aliado de Vladímir Putin, para después desempeñarse como vicepresidente del Consejo de Ministros de Turkmenistán. No obstante, ascendió en la jerarquía por obra y gracia de su progenitor. El traspaso de poderes se materializó en una suerte de farsa electoral, donde Serdar logró casi el 100 % de los sufragios registrados.
De regreso a Managua, con otro paralelismo
Incidente inesperado o parte de un plan maestro familiar. Laureano tuvo que salir al escenario ese día y representar al jefe del Estado de Nicaragua, marcando un hito en la historia de su familia, de su partido y de su barrio, El Carmen, asumiendo la tarea que sus padres planificaron para él desde el mismo día de su nacimiento, o antes, o después, para cumplir a cabalidad el guión que dejó la dictadura anterior, la de los Somoza.
Como el mundo debe saber, en Nicaragua la sucesión dinástica no es un asunto nuevo. Existe un precedente fresco, pero igual de trágico en cuanto al tema de las dictaduras familiares. Cuando Rigoberto López Pérez asesinó al dictador Anastacio Somoza García en el año 1956, lo sucedió su hijo mayor, Luis Somoza Debayle (León, 18 de noviembre de 1922), quien para ese entonces presidía el Senado nicaragüense con tan solo 35 años de edad. Era todo un chigüín, inteligente, graduado con honores en la Universidad de California.
Somoza Debayle terminó el mandato de su padre y se presentó a los comicios de 1957 por medio del partido de su familia, el Partido Liberal Nacionalista (PLN). "Ganó las elecciones", decían los titulares, y gobernó desde 1957 hasta 1963, para después entregarle su bendición y el poder mismo a René Shick, quien murió de un infarto durante su mandato en agosto de 1966.
Ocho meses después, el 13 de abril de 1967, a sus 45 años de edad, murió Luis Somoza Debayle, también de un infarto, justo el mismo año en el que tomaría posesión su hermano menor, Anastacio Somoza Debayle, quien había "ganado" las votaciones para reponer a René Shick, convirtiéndose en el penúltimo dictador nicaragüense.
Una sucesión planificada desde el vientre
Tres años después de la caída del dictador Anastacio Somoza Debayle, nació Laureano Facundo, el 20 de noviembre de 1982. Es el tercer hijo entre la pareja revolucionaria, conformada entre el chontaleño José Daniel, quien al momento del nacimiento de Facu ya era "comandante" y dirigía la Junta de Gobierno del primer régimen sandinista, y la estrambótica pseudo poetisa Rosario María, capitalina, quien ya era madre de un par de niños (Zoilamérica, Carlos Enrique y Rafael), pero se dedicó a parirle una marimba de cipotes a su compañero, desde que las y los sandinistas llegaron al poder tras el conflicto armado revolucionario de 1979.
Sin haber contraído matrimonio, Rosario y Daniel pasaron nueve años dando a luz. Uno tras otro. En plena guerra.
Mientras Daniel supuestamente dirigía la guerra civil, en la que murieron miles de jóvenes nicaragüenses, la compañera Rosario se dedicó a decorar con espejos y duendes de porcelana la mansión que confiscaron en el corazón de Managua. También a parir y organizar el tablero familiar. Soñando en aquellos días los momentos del hoy.
Tuvieron seis hijos en menos de una década. Iba pariendo casi que uno por cada dos años. Primero nació Daniel Edmundo (1980). Después concibieron a Juan Carlos (1981). Cuando Rosario dio a luz a Laureano Facundo (1982) se le bajó el gas, pero tres años después nació Maurice Facundo (1985). Dos años más tarde nació Camila Antonia (1987). Y por último, dos años después, nació Luciana Catarina (1989). Un año antes del nacimiento truncado de la democracia en Nicaragua.
Al ritmo de la política que ellos mismos acapararon, las y los orteguitas fueron creciendo y formándose en colegios y universidades privadas, nacionales y/o extranjeras. Todos tienen como carrera de base las Ciencias Políticas, porque después tendrían -y ya tienen- la libertad de ejercer sus propias pasiones. Con el retorno al poder del patriarca en el 2007, las y los polluelos se convirtieron en directores de agencias, carteras públicas y medios de comunicación radiales, televisivos y digitales para divulgar toda la propaganda y el culto en pro de la familia. Pero, al final, todos transmiten sus aspiraciones a través del arte, la producción audiovisual, la música, el modelaje, el canto, los deportes y los viajes. Todas las excentricidades, gustos, caprichos y antojos, subvencionados con dinero del Estado hasta hoy.
Cuatro décadas después de la unión de facto entre los Ortega y los Murillo, luego de la revolución ciudadana, toda esa marimba de chigüines tiene, cada uno, su propia función. Fueron meticulosamente preparados para ejercer el papel y el papeleo, como asesores de la Presidencia, con rangos de ministros, quienes han visto correr la sangre bajo sus pies y a su alrededor.
Pero Laureano se quedó, hasta ahora, con el bien más preciado, la silla roja carmesí del Ejecutivo de Nicaragua. Un objeto que representa hasta ahora sanciones, condenas, infamia, hostilidad, criminalidad, escándalos, desprecio. Es la contraparte del testamento social que se escribe y acumula con la deuda y el dolor responsabilidad de los Ortega-Murillo.
Todos los hijos de la pareja dictatorial son ministros, excepto Laureano. Él se desempeña como asesor para las Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional y es el enlace de Nicaragua para China, Rusia e Irán. Para varios analistas y opositores el canciller -o viceprimer ministro- de facto. Da la cara por la familia y el régimen sandinista. Quizás lleva el pan o las tortillas una vez a la semana. Comenzó este 2023 dando una clase magistral en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua). Durante todo este año ha viajado mucho y ha estado en más de 50 eventos internacionales y locales, según una documentación realizada por este medio. En octubre pasado estuvo en Rusia dirigiéndose a un centenar de diputados aliados del régimen de Putin. Ese es Laureano.
Cabe señalar que, a parte de la misma familia, para que la dictadura funcione existen engranajes que desempeñan un rol fundamental. Uno de esos fundamentales, muy cercano, querido y de confianza, es el secretario y "amo de llaves" de la alcaldía de Managua, el operador del FSLN, Fidel Moreno. Este otro personaje en el núcleo carmenteano no tiene que decir palabra alguna para demostrar que también quiere ascender en el poder local. Con su "dos" en la mano derecha demuestra ante las cámaras del oficialismo que está apto para el pedazo de la herencia que le toca, sin sentir la silla roja, que tiene muchas veces a la semana a tan solo unos pasos de distancia. Tan cerca y a la vez tan lejos, ahora más, después del debut del "príncipe Facundo".
El protocolo de Fidel Moreno
Ahora que el comandante ya cumplió los 78 años de edad, y que ya tiene su marca favorita de chaquetas, suficientes canas y un bigote marchito y desteñido, sus lacayos, fanáticos, aliados y detractores tendrán menos incertidumbres. Ya pueden imaginarse el "más allá", el futuro y desenlace de la monarquía chapiolla de El Carmen.
En esa versión pinolera de "The Crown", Fidel Moreno es parte de la familia, sin serlo. Él cree, según personas ligadas a la municipalidad de Managua, estar "mejor preparado" para asumir el poder y la narrativa, como el buen operador del FSLN que es. Tiene un alto nivel de maldad, conocimiento y dominio. Lugares, gente, mañas y estrategias. Tiene el aspecto, y los cayos necesarios en las manos y en los pies. Trabaja como si fuese un hombre eficaz, que se la suda cuando hay que sudarla, se moja cuando hay que mojarse, roba cuando hay que robar, y ordena cuando hay que matar. Todo por engrandecer al seno de su familia maquiavélica favorita, de la que es parte, a medias.
Puede que el esteliano Moreno haya considerado en algún momento que la forma de suceder al comandante Daniel sería similar a la que hizo el bien difunto comandante Hugo Chávez en Venezuela, quien, antes de morir, le entregó el poder y la batuta de su régimen a Nicolás Maduro.
Y aunque Moreno y Maduro tengan mucho parecido físico y muchas más similitudes que la eme en su apellido, la Revolución Bolivariana es muy diferente a la Revolución de Nicaragua. Ésta última, según los más escépticos o extremistas, definitivamente viene "del más allá".
"Que 'te den' doble", en plena hora pico
Durante la entrega de los buses chinos el miércoles 15 de noviembre de este año, después del pobre, aburrido y confuso discurso de 10 minutos de Laureano y los menos de seis de Xi, Fidel también tuvo su puesta en escena, acompañando al heredero, dejando un par de "señales" decodificables que probablemente formen parte de su propio protocolo: un singular "que 'te den' doble", como una forma muy distinta de decir "victorias" con las manos al momento de la fotografía; subirse por atrás también es hábito para Moreno.
Para terminar de oficializar la entrega de los vehículos asiáticos, Lau Ortega Murillo tuvo que llamar a los de la mesa para que lo acompañaran a tomarse el respectivo retrato cerca de los autobuses.
Junto a él se acomodó la alcaldesa de Managua, Reyna Ruedas, Oscar Mojica, cabeza del Ministerio de Transporte e Infraestructura (MTI), Danilo Sánchez, presidente de URECOOTRACO y Chen Xi, embajador de China en Nicaragua. Fidel Moreno se puso entre el representante de la empresa Yutong, Ariel Meng, y la señora Martha Cisneros, de la Cooperativa Casimiro Sotelo, haciendo un saludo diferente al dos que todos hicieron con los dedos índice y medio. Mostrando el dorso de su mano.
En la cultura occidental, el gesto que hizo Fidel, según documentación consultada, se utiliza para decir "fuck off" (que te jodan). Para españoles e ingleses un dedo no resulta suficiente, por lo que levantan dos. Fidel, sin querer queriendo, durante el debut del "soldadito de plomo", con su mano izquierda dijo "que te den doble".
Luego de la fotografía, el heredero se subió a uno de los buses y se quedó en el pasillo conversando con don Danilo y el embajador Chen, cuando en eso, el compañero Fidel se coló por la parte de atrás del autobús, pasando su voluminoso cuerpo de oso entre el embajador y el heredero, restregándose con ellos en el pasillo, al estilo capitalino, en plena hora pico.
La pobre y aburrida transmisión de la puesta en escena del principe "sucialista", que no valió siquiera la transcripción de su discurso en El 19 Digital, finalizó con un abrazo, con la panza de Fidel y los bíceps del heredero sandinista de por medio.
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