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El impacto perdurable en Nicaragua de la expresidenta Violeta Barrios, desde aquel 19 de abril de 1980

Desde su dimisión a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) el sábado 19 de abril de 1980, sin saber que asumiría el Poder Ejecutivo una década después, Violeta Barrios Torres desafió al régimen sandinista, allanando el camino hacia la democracia y la reconciliación nacional.


Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio

Managua, Nicaragua
Violeta Barrios Torres en una imagen de archivo, cuando era parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional |  Fotografía de Getty Images por Bettmann
Violeta Barrios Torres en una imagen de archivo, cuando era parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional | Fotografía de Getty Images por Bettmann

El 19 de abril es una fecha que resuena en la memoria colectiva de Nicaragua, marcada por eventos significativos que han moldeado su historia política reciente. En particular, en el año 1980, aquel día, Violeta Barrios Torres, una líder icónica cuyo legado perdura en la conciencia nacional y latinoamericana, dio un paso determinante en la lucha por la libertad de Nicaragua al renunciar a su cargo en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN). Esto marcó un punto de inflexión en su papel en la búsqueda de una transición democrática para el país centroamericano y estableció otro hito al denunciar valientemente las prácticas totalitarias del sandinismo.


La renuncia de Violeta y la "sandinización" del Poder Ejecutivo


Tras la caída de la dictadura de Somoza en julio de 1979, Nicaragua se encontraba en un momento de efervescencia política y social. El 18 de julio se estableció la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) como una entidad "pluralista" al mando del país, integrada por representantes de diversos sectores de la sociedad nicaragüense, incluida Violeta Barrios Torres, viuda del periodista asesinado Pedro Joaquín Chamorro.


Además de Violeta Barrios, la primera conformación de la JGRN estuvo integrada por otras cuatro figuras prominentes de la sociedad nicaragüense en ese momento. Entre ellos se encontraban Daniel Ortega, representante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); Sergio Ramírez, quien en ese entonces no era sandinista declarado pero apoyaba la causa del FSLN como coordinador del Grupo de los Doce; Moisés Hassán, líder del Movimiento Pueblo Unido (MPU) de izquierda radical y simpatizante del FSLN; y Alfonso Robelo, un político y empresario liberal.


Violeta Barrios y Alfonso Robelo representaban a la llamada "burguesía antisomocista", una facción que había luchado contra la dictadura de Somoza pero que, con el tiempo, comenzó a distanciarse y a denunciar las prácticas del sandinismo. Fue hasta que Violeta lo hizo públicamente el 19 de abril de 1980, denunciando con valentía la imposición de un modelo totalitario por parte de la cúpula sandinista.


El paso al frente de Barrios y su denuncia desencadenaron una serie de renuncias en la administración colegiada, en la que al menos una veintena de líderes que apoyaron la causa revolucionaria, abandonaron el formato sandinista y la mayoría incluso tuvieron que exiliarse.


JGRN entrando a Managua en julio de 1979 | Fotografía de Getty Images por Berttmann
JGRN entrando a Managua en julio de 1979 | Fotografía de Getty Images por Berttmann

Para dejar constancia de su renuncia a la JGRN, Violeta Barrios envió una carta al secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el doctor Alejandro Orfila, en la que manifestaba: "The principles for which we all fought until defeating Anastasio Somoza Debayle have been flagrantly betrayed by the party in power", cuya traducción literaria es "los principios por los que todos nosotros luchamos hasta derrotar a Anastasio Somoza Debayle han sido flagrantemente traicionados por el partido en el poder".


La salida de Barrios de la JGRN el 19 de abril de 1980 marcó un punto de inflexión en su relación con los sandinistas. Además, su renuncia no se debió solo a la firma de un acuerdo con el Partido Comunista de la Unión Soviética, como han afirmado algunas versiones de la historia, sino a diferencias ideológicas y políticas más profundas.


Violeta Barrios y otros miembros considerados de la "burguesía antisomocista" abandonaron la Junta debido a la creciente influencia marxista-leninista en el gobierno sandinista y la exclusión de partidos críticos al FSLN.


Tras la salida de Barrios y Robelo, la lista de renuncias y destituciones continuó creciendo en los meses siguientes. Figuras prominentes como Bernardino Larios, excoronel de la Guardia Nacional y Ministro de Defensa, y Manuel José Torres, Ministro de Desarrollo Agropecuario, abandonaron sus cargos para ser reemplazados por miembros del FSLN o por individuos afines y complacientes. Esta tendencia se repitió en varios ámbitos del gobierno, incluyendo áreas como Industria y Comercio, Salud, el Banco Central y el Interior. La consolidación del poder del FSLN era evidente, con una serie de cambios que reflejaban la transformación gradual del gobierno en un régimen más autoritario y centralizado.


A pesar de estos cambios, la idiosincrasia del pueblo nicaragüense y su profunda creencia religiosa, así como su histórica tendencia hacia la rebeldía y la independencia, dificultaban la consolidación del comunismo en el país. La población, frustrada por sentirse engañada y por la traición a los principios democráticos por los que habían luchado, mostraba resistencia al programa totalitario marxista-leninista impuesto por el FSLN. Estos elementos de la sociedad nicaragüense representaban un desafío para el gobierno sandinista, que buscaba establecer un control absoluto sobre el país.


Sin embargo, a pesar de su salida de la JGRN, Violeta continuó siendo una figura influyente en la política al frente de La Prensa, el periódico heredado de su difunto esposo.


En las elecciones de 1990, fue la candidata presidencial de la Unión Nacional Opositora (UNO), una coalición de partidos que se oponían al FSLN. Su victoria en las urnas marcó el fin de la hegemonía sandinista y el inicio de una nueva era política en Nicaragua.


 

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