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El hito de Sheynnis, la Rubén Darío de la pasarela que hizo vibrar a Nicaragua, dentro y fuera

Nicaragua brilla en el escenario mundial con el triunfo de Sheynnis Palacios, la mujer que, con humildad y gracia, conquistó la corona en la septuagésima edición del Miss Universo de 2023. Su victoria no solo marcó un hito histórico. Ella se convirtió en un faro de esperanza para un país que, a través de su belleza y valores, rompió barreras y demostró al mundo que la dedicación y la modestia pueden ser valores más poderosos. En medio de la coyuntura nacional, Sheynnis se erige como una figura de cambio y un símbolo de patriotismo que ha unido a toda la nación, dentro y fuera del territorio. Su historia, más allá de los certámenes de belleza, es un mensaje claro de unidad, amor por la Patria y esperanza, para el presente y futuro del país y la región centroamericana.


Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio

San Salvador, El Salvador
La nicaragüense Sheynnis Palacios, de 23 años de edad, licenciada en comunicación social, la noche del sábado 18 de noviembre al ser coronada Miss Universo, en San Salvador, El Salvador | Fotografía de Miss Universe
La nicaragüense Sheynnis Palacios, de 23 años de edad, licenciada en comunicación social, la noche del sábado 18 de noviembre al ser coronada Miss Universo, en San Salvador, El Salvador | Fotografía de Miss Universe


La mujer más bella entre las 85 reinas de todos los continentes del mundo que participaron en la septuagésima edición del Miss Universo, desarrollada en San Salvador, El Salvador, la noche del sábado 18 de noviembre de 2023, proviene de la tierra del Cacique Diriangén. Es caraceña. Sheynnis Palacios Cornejo, comunicadora social, egresada de la fulminada Universidad Centroamericana (UCA). Es la reina de reinas, quien marcó un hito en la historia de Nicaragua y Centroamérica, uniendo a toda una nación y su gente, dentro y fuera del territorio, como pocas veces se ha visto. Nacatamalera, fritanguera y pinolera. Sheynnis hizo vibrar de emociones todos los rincones en donde había un nicaragüense. Es un fenómeno social, para la región incluso, en medio de un momento en el que hasta los símbolos patrios han sido criminalizados por el oficialismo de su país de origen.


Nicaragua se convirtió en tendencia, y por primera vez en mucho tiempo, gracias a una noticia positiva. El país centroamericano ofreció al mundo a su mujer más bella; a la Rubén Darío de la pasarela. Sheynnis Palacios, un prodigio de talento, belleza y valores, no solo triunfó en la pasarela, sino que marcó un hito histórico positivo para el país, desencadenando una montaña de emociones, reflejadas en las redes sociales digitales.


Palacios, una muchacha piel canela, se convirtió en la musa de Nicaragua y algunos países vecinos. Literatura andante. Llena de carisma, simpatía y gracia. Sonríe con todos sus sentidos. Al caminar aprende, vive y transmite lo que aprende. Noble y cargada de conciencia social. Más que una figura, es cambio, poder y gloria. ¿Qué tiene Sheynnis? ¿Por qué llamó tanto la atención a las y los expertos, y al jurado de Miss Universo? Ella no tiene nada que esconder, nada que fingir; reúne muchas cualidades, expuestas por su esencia, constatadas por su propio testimonio y su mirada del mundo.


Ahora es la mujer más bella del mundo.


El fenómeno


Sheynnis no es ninguna desconocida. Muchos la han visto crecer, y otros han crecido con ella. Ha estado en la televisión y ha ganado los certámenes de belleza más "encalichados" del país. Las emociones y las expectativas estallaron desde su despedida en el Aeropuerto Internacional Augusto César Sandino de Managua. A pesar de las restricciones impuestas en Nicaragua por la administración sandinista de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, una impresionante cantidad de jóvenes y adultos se autoconvocaron en Managua, corriendo el riesgo de llevar sus banderas, para congregarse en la puerta de la terminal para despedir a Palacios en el inicio de su viaje a El Salvador, y brindarle así todo el apoyo y la seguridad que necesitaba. En el Aeropuerto Internacional de San Salvador, otra multitud la esperaba con bailes, banderas y flores, para arroparla, aplaudirle y acuerparla durante su jornada.


En el Gimnasio Nacional José Adolfo Pineda, era una de las más aplaudidas. Las banderas de las y los nicaragüenses, que no fueron pocos, se combinaban con las banderas de los anfitriones salvadoreños, quienes mejor que nadie vivieron la intensidad del show con meses de anticipación, a pesar de la difícil situación de derechos humanos y seguridad que se vive desde hace meses.


Aunque las probabilidades de ganar para Palacios eran del 10 %, su convicción y fuerza fue el 80 %. Su barra y su fanaticada le aportaron el resto. Cada aparición en la pantalla era para disipar las dudas de los exigentes y de los agnósticos. Cada paso en la pasarela fue pisado como toda una "chigüina", "una cipota", "una bicha", con un chachimbo de gracia y seguridad. Admitió sufrir un ataque de ansiedad, que la pudo haber distanciado de la corona, pero eso jamás fue captado por las cámaras. El único momento de pánico a nivel mundial fue cuando ganó. Pero no era la única sorprendida y agradecida. Había al menos seis millones de nicaragüenses perdiendo el control y la cordura, rompiendo el silencio y la incredulidad.


Se rompieron los fuegos


En la coyuntura que atraviesa Nicaragua, hay miles de madres que están lejos de sus hijos, y la mamá de Sheynnis es una de ellas. Tuvo que ver a través de una pantalla, desde California, cómo adornaron la cabellera de su hija con 1,728 diamantes blancos, cuando fue arropada por otras 84 reinas -quienes codiciaban ese amuleto-, mientras Sheynnis solo quería gritarle "te amo, mamá". Esa noche, hasta los más rudos lloraban.


No era para menos. Se rompió la veda. Se rompió el silencio. Se rompieron los fuegos. Se rompió la maldición del "top 10". Se rompieron las apariencias. Se rompió la división. Las y los nicaragüenses tienen banderas escondidas. Es evidente. En los barrios, comarcas, carreteras y condominios se sintió un correntazo cuando Sheynnis fue llamada de primerita para encabezar el "Top 20" de este año. ¡Qué manera de empezar! Pasar "al top" era lo importante, pero pasar de primera era predestinarle la corona y ahorrarle ansiedad a sus fanáticos.


Iba paso a paso, de "top en top". Su pasarela en traje de baño fue sencillamente icónica. Solo ella se atrevió a dar pasos que raras veces se ven en ese tipo de escenario. Se desenvolvía como un poema dariano en un buen lector o lectora.


Azul, un canto de esperanza


De repente, Palacios salió al escenario como una inmaculada, vestida como tal, anunciando un cielo claro, brillante y despejado. Resplandeciendo serenamente. Solo le faltaba el escudo dibujado en el centro, para confirmar así que era la bandera nacional, de Nicaragua. Auténtica y caraceña como la tamuga.


¿Quién diría que esa leyenda que brilló como una aparición celestial en el escenario salvadoreño llegaba a la UCA en los famosos "intermortales"?


Otra vez. Nicaragua. Nicaragua. Otra vez. Del "top 10" al "top 5". Y, luego, la respuesta a su pregunta, que la inmortalizó en el certamen de belleza: "La cualidad que me ha inspirado y ha inspirado a varias niñas y mujeres hoy es la humildad y agradecer las pequeñas cosas, porque es allí donde está la esencia del ser humano". Respondió en castellano, en honor a su lengua natal. La única latina en la final.


"All of me"


Todo era para ella. En la última pasarela, John Legend le cantó "All of me", pero toda Nicaragua cantaba "Ay Nicaragua, Nicaragüita", con el corazón en plena arritmia, buscando bajo el colchón o el armario el arma más poderosa que puede tener un ciudadano en su casa: la bandera nacional. "Hay que sacarla por si gana". Otros ya la andaban guindada en el cuello, corriendo el riesgo.


Todo el escenario se oscureció y la tensión estaba a más no poder. "And Miss Universe is...". Pero pasaron 28 segundos para escuchar aquel nombre, y ver algo que las y los nicaragüenses jamás habíamos visto y experimentado.


El grito se escuchó en San José, en Miami, en California, en Madrid, en Tailandia y Australia, donde sea que hubiese un nica guardando un puñado de fe por Sheynnis, aunque sea para pasar un rato de alegría.


Se hicieron sonar campanas de la Basílica de Diriamba, el pueblo natal de Sheynnis. Caravanas inmensas de motocicletas y vehículos en todo Carazo, y también a medianoche en Managua, Sébaco y Masaya. Era una locura, fue como ganar el Mundial de fútbol. Se convirtió en una fiesta nacional.


Todo el mundo comenzó a hacer cualquier cosa que transmitiera su emoción por este acontecimiento. Celebraron todas las personas de todas las áreas, índoles y categorías, como debe ser. Sentir un poquito de orgullo, sobre todo cuando se trata de una joven talentosa, simpática, cotidiana y descontaminada. Merece la pena. Al festejo se sumaron políticos de toda Centroamérica; el primero en hacerlo y de manera personal fue Nayib Bukele, presidente de El Salvador, el anfitrión. En la red social X lo hizo la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla.


Luego se expresaron líderes religiosos, campesinos, exiliados, periodistas, faranduleros, hasta Fidel Moreno, secretario de la alcaldía de Managua y emisario del matrimonio presidencial, llegó a la casa de la familia de Palacios en el barrio La Fuente de Managua.


Sheynnis Palacios, Miss Universo 2023 | Fotografía de EFE
Sheynnis Palacios, Miss Universo 2023 | Fotografía de EFE

En un país pequeño, salvajemente oprimido y empobrecido, Sheynnis Palacios se convirtió en un faro de esperanza, iluminando con luz propia. Su victoria es un hito sin precedentes, una lección de que la humildad puede ser el valor más poderoso y que, a veces, la atención que representa un certamen de belleza como el Miss Universe puede ser la plataforma perfecta para enviar un mensaje de unidad, amor por la patria y esperanza al mundo entero. La joven caraceña ha demostrado que Nicaragua tiene mucho más que darle y contarle al mundo.


Esta joven nos tiene que inspirar en algo, al menos a vernos guapos y humildes. Aunque haya sido por un certamen de belleza, la bandera nacional sobresalió, se rompió la veda, los colores brillan y la emoción de ser un país libre y próspero sigue vibrando. Más que una imagen, Sheynnis se transformó en una figura de cambio, un símbolo de patriotismo y humildad.


A Sheynnis la esperaba la corona y a nosotros la libertad, o al menos tendremos por un año a la embajadora de la belleza de todo el planeta. Eso no es nada menor.


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