No es la primera vez que una pareja se pelea frente al antiguo Estadio Nacional en Managua. Tampoco es la primera vez que el primer matrimonio del país sostiene una contienda en plena transmisión. Pero sí es la primera vez que se registra un escandaloso desplante al Ejecutivo frente a sus cámaras y camaradas. Una escena jamás vista en la que dejaron al comandante a pié, sin su colección de Mercedes Benz, y perdido en la llanura del pensamiento, en medio de un cierre de año inusual.
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
Managua, Nicaragua
Hasta el 23 de diciembre de 2022, Daniel Ortega llevaba 33 apariciones a lo largo del año, incluyendo su quinta toma de posesión, la conmemoración del 19 de julio, la purísima en su casa, una sorpresiva visita a La Habana y las honras fúnebres de Blanca Arauz. Y aunque la familia no acostumbra a aparecer mucho en los últimos días de diciembre, este año la tradición tuvo algunas variables y el régimen activó a su maquinaria antes de Nochebuena, y en plena Nochevieja.
Antes de Nochebuena
Ese jueves, las sillas rojas del Olof Palme fueron desempolvadas y las luces encendidas, pero no para organizar un bailongo de Nochebuena. El comandante Daniel y la compañera Rosario darían un mensaje a la nación en conmemoración de los 50 años del infernal terremoto de Managua, tragedia en la que Rosario perdió a uno de sus hijos entre los veinte mil muertos. En el acto, ella tomó la palabra de primero, algo que no suele suceder. Y tampoco suele suceder que después de un acto oficial el comandante visite a uno de sus familiares.
A partir de ese momento, se dio una serie de acontecimientos que llevaron al matrimonio a la cúspide de las emociones, registrando un cierre de año inusual para los Ortega-Murillo.
Al salir del Olof Palme Ortega se dirigió con su contingente a una de las viviendas del único hermano de sangre que le queda vivo, la de Humberto, ese mismo a quien a pulmón inflado le ha llamado en varias ocasiones "vende patria", "arrastrado del imperio", entre otros epítetos del vocabulario presidencial.
Luego de mucho tiempo y de larga distancia, los hermanos se reencontraron, y un rencuentro familiar equivale a una constelación, tanto en la tierra como en alguna otra parte del universo.
Lástima que Arturo McFields no estuvo allí para describir sí los hermanos Ortega cenaron cordero asado de Libia o el tradicional relleno de cerdo navideño para recalentar. Pero quien sí estuvo presente fue un incógnito grabando con su móvil la llegada del convoy al kilómetro 11 de la carretera a Masaya. Y fue gracias a ese incógnito que aquel hecho familiar se supo, y la razón para que las oficinas de la Presidencia trabajaran en pleno Año Nuevo.
Un recalentado de lujo
Fue hasta el primero de enero que salió a la luz pública la constelación. El vídeo se sirvió en las redes a la misma hora en la que se sirve el recalentado. Pero éste recalentado había sido preparado el 23 de diciembre, dándole más sabor y sentido al tuit del sobrino de Humberto, Juan Carlos, quien sin duda alguna tuvo "un recalentado de lujo".
En todo caso la Presidencia reaccionó de manera inmediata y emitió una nota de prensa para aclarar o desmentir de forma violenta la "compasiva" visita del comandante a su "debilitado hermano".
Lo que no aclaró el comunicado oficial sobre la "visita humanitaria", fue que si en ella estuvo presente la Vicepresidencia, es decir la cuñada, la copiloto del Mercedes Benz, ¿o la pasaron dejando por El Carmen después del "hermoso Acto de Recordación"? No queda claro.
Sin embargo, en algunos puntos hubo suficiente claridad: la confirmación del rencuentro de los hermanos Ortega, y el nivel de ira que todas, todos y todes atestiguaron horas antes de la publicación frente al antiguo Estadio Nacional en Managua.
Nochevieja
La pareja presidencial planificó su última aparición, la número 35, horas antes de que el año acabara. La caravana salió de El Carmen para recorrer siete cuadras en dirección al antiguo Estadio Nacional y aparecer en vivo a las 06:00 de la tarde.
Entre Rosario Murillo y Virginia de la Mora, el personaje principal de "La Casa de Las Flores", no hay muchas diferencias. Ambas serán recordadas por protagonizar una memorable escena de partida en el mismo Mercedes Benz, intentando escapar de sus propios altares. Pero las anécdotas de Rosario cada vez más superan la ficción, y las responsabilidades, pero a partir de ahora se sabe con certeza, con este desplante al comandante, que solo existe alguien por encima de la Ley: ella.
3…2… el desplante
En la primera toma aparecieron dos gigantografías de Roberto Clemente en la fachada del ahora Estadio Stanley Cayasso. Luego apareció la familia, ya bajada de los vehículos, dispersa. Noé cargando las carteras, junto al hombre grande de bigote; Camila cargando las cosas de su madre; y Rosario vestida de tela satinada de color verde chocoyo, con un furioso abanico en la mano.
El comandante con su impermeable azul se adelantó hacia el estrado, pero al dar el tercer paso no se percató de que el abanico de su esposa tenía algo qué decirle, mientras su poseedora caminaba en dirección contraria. La verdechocoyo solo apareció cuatro segundos, pero fue suficiente tiempo para dar de qué hablar.
Sin detenerse y sin quitarse la gorra, el comandante se dirigió a saludar a Gustavo Porras, Reyna Rueda y Enrique Armas. Luego, entre las sombras apareció Fidel Moreno, quien se percató en todo momento de lo que estaba sucediendo en el seno conyugal del poder.
Nadie se contuvo, nadie disimuló, ni Fidel, ni las cámaras, ni los que insinuaban estar viendo las fotos de Roberto Clemente.
Videoteca:
Fidel, con los brazos en la espalda, se acercó al comandante y le susurró al oído. El comandante lo vio de reojo, tiró sus brazos y soltó una frase que provocó risas entre sus lacayos. Y aunque Fidel también se agració, él y todos los presentes tuvieron que preocuparse por lo que vieron, y si no lo han hecho en algún momento lo harán, porque aquello no fue un pleito cualquiera. Se trata de un juego de Nerón Nerón, en el que hasta a Camila le toca decidir si se va con la Luna o con el Sol.
El jefe les hizo el gesto de continuar hacia el altar que les fue preparado con seis sillas, pero todos se detuvieron a ver hacia atrás como dispuestos a convertirse en estatuas de sal mirando hacia Sodoma y Gomorra, excepto el comandante, quien no estaba dispuesto a voltear, pero viendo con el refilón de sus ojos, se pasaba la semilla de cardamomo de una muela a la otra, con un par de papeles doblados en sus manos. Mientras tanto, frente a él, el club de los empañuelados no paraba de aplaudir.
Con el fondo de las sirenas retirandose del lugar, el comandante no pudo disimular su perturbación al inicio de su intervención, y durante su corto sermón.
"Hoy 31 de diciembre de este año 2020, último día del año 2020", repitió. "En el mundo han despedido, en otras regiones al año 2020", se equivocó por tercera vez, sobándose la quijada con la yema de los dedos. Pero en esta ocasión se notaba la ausencia de su inseparable compañera quien también ha ocupado el papel de correctora en embarradas como estas, pero no estaba, y en algún momento la sexta silla roja fue retirada del altar.
No se supo en qué se regresó el comandante a casa la noche del desplante, pero lo cierto es que tuvo un cierre de año inusual, en el que se peleó con su esposa, se reconcilió con su hermano, y permitió que por primera vez los presos políticos tuvieran una colcha y una colchoneta para dormir.
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