No hay primera sin segunda. El gran empresariado de Nicaragua, al parecer, quiere volver a los tiempos en los que tenían un teléfono rojo cuya línea iba de la sede de la patronal a El Carmen y varios hombres de negocios ocupaban también puestos en la administración pública debido al maridaje entre la dictadura y el gran capital.
Por Israel González | @IsraelDeJ9
El punto en la i
Madrid, España
El 21 de junio, el presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), César Zamora, dijo en una entrevista con Nicavisión que los nicaragüenses tenemos que "aprender a perdonarnos" y que para hacer negocios hay que tener comunicación con el régimen.
Precisamente, esas "conversaciones" entre el empresariado y funcionarios del orteguismo están siendo llevadas a cabo con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) de "facilitador", según reveló Zamora.
Recordemos que el presidente de esta entidad regional, Dante Mossi, manifestó en mayo pasado que ellos no se inmiscuían en política interna y que el organismo no es "una oficina de derechos humanos", en referencia a las críticas cada vez más crecientes sobre la ligereza para aprobarle líneas de crédito al régimen de Managua.
Al día siguiente, y por el estupor que causaron las declaraciones del presidente de COSEP, algunos empresarios agremiados en la patronal salieron a especificar en medios de comunicación que no existe "diálogo" entre los empresarios y Ortega; y que –como en todo país-, se hacen trámites en las instancias del Estado.
Coincido con Zamora en que la sociedad nicaragüense debe reconciliarse. Por supuesto. Pero esto no puede ser a costa de olvidar y pensar que lo que vivimos desde 2018 fue tan solo un mal sueño y que necesitamos despertar para que el país siga la ruta económica que traía hasta que el modelo corporativista fue quebrado por la represión de Ortega.
El perdón y la reconciliación, señor Zamora, pasan por conocer la verdad de todo lo que ha pasado en el país desde abril de 2018. Y para que se pueda perdonar, alguien debe pedirlo. Y en este caso, la dictadura no ha mostrado el más mínimo arrepentimiento de todas las violaciones a los derechos humanos que viven los nicaragüenses desde abril de 2018.
La verdad es que me causa escalofríos el solo pensar que la vieja oligarquía junto con la nueva (nacida al amparo del orteguismo) quieran volver al estatus quo existente antes de 2018. Pareciera que a los grandes empresarios se les ha olvidado que tienen a varios miembros de su organización encarcelados arbitrariamente, como son José Adán Aguerri, Álvaro Vargas y Michael Healy.
Pareciera también que olvidaron que en plena efervescencia de las protestas, el régimen mandó a saquear grandes almacenes, tiendas y supermercados; y se dio la orden a los paramilitares de invadir propiedad privada en distintos departamentos del país.
También estoy de acuerdo con usted, señor Zamora, que nuestra patria está sumamente polarizada y que necesitamos “más pláticas que gritos” pero en realidad, los que se ufanan de no respetar el disenso y de imponer sus tesis con las armas si hace falta es la dictadura, no la población nicaragüense. La polarización la genera, en gran parte, la represión en la que vive sumida nuestra sociedad. Afortunadamente, nadie le ha comprado al régimen el marco donde se sentiría más cómodo: Creando una respuesta violenta de parte de los sectores de oposición para reprimir con más fuerza.
El señor Zamora lamentó la migración que está llegando a niveles nunca antes vistos en Nicaragua, pero no habló de las razones que la generan. Tan sólo en Costa Rica, al menos 100 mil nicaragüenses se han exiliado huyendo de las reiteradas violaciones a los derechos humanos cometidos por el régimen orteguista desde abril de 2018. De manera que este tema está profundamente ligado a la crisis sociopolítica que vive Nicaragua, aunque al presidente de COSEP no lo reconozca así.
"Poderoso caballero es don dinero", decía Francisco de Quevedo. Es lamentable la actitud antipatriótica y antidemocrática de los grandes empresarios de Nicaragua, que prefieren la solución fácil de la componenda y el pacto corporativista con el régimen orteguista con tal de seguir aumentando sus beneficios económicos, despreciando al pueblo nicaragüense que lucha contra la dictadura y en favor de los derechos humanos y la búsqueda de una democracia con justicia social.
El señor Zamora nunca ha ocultado sus simpatías con el régimen. No dudo que dentro del gran empresariado existen personas coherentes que entienden que sin libertades fundamentales no puede existir libertad económica. Por ello, es importante que definan si quieren volver al pasado con el maridaje con la dictadura condenando al pueblo a vivir bajo el yugo totalitario, o asumen un papel de servicio a la sociedad y se desligan del régimen de una buena vez.
Los que tenemos buena memoria sabemos que ese pacto entre el gran capital y Ortega fue beneficioso para ustedes y nocivo para el país. El dictador les entregó todas las facilidades para imponer en el país el capitalismo en su forma más salvaje y voraz mientras él se dedicó a demoler nuestra democracia. Un win-win, como se suele decir en el mundo de los negocios. ¿Verdad?
A los empresarios nicaragüenses les haría bien recordar estos días el famoso poema Primero vinieron del pastor alemán Martin Niemoller. Este poema creo que les retrata muy bien. La dictadura ya ha ido contra los periodistas, los jóvenes, las mujeres, los curas, los activistas sociales y los opositores y ustedes se han quedado muy cómodos viendo las cosas desde la indiferencia o el silencio. Ojalá si el régimen se atreve a ir contra sus empresas y propiedades –sabemos que los Ortega Murillo están dispuestos a todo con tal de seguir en el poder-, exista alguien que levante la voz por ustedes.
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