Honorables lectores;
A partir de ahora Entre Otra Letras se convierte en un producto creado desde mi propia narrativa periodística; un espacio que contribuirá a digerir la información que pasa por la redacción de Coyuntura, medio de comunicación independiente el cual, con mucho esfuerzo y orgullo, codirijo junto al periodista Jairo Videa, quien desde hoy fungirá como Editor de esta columna semanal. El compromiso de este nuevo espacio es brindarle a usted aportes que permitan confeccionar el análisis de la coyuntura nacional, entre las letras, acciones y propuestas de los actores sociales.
Estamos escribiendo Entre Otras Letras la historia que usted hace.
Desarnoldismo
Luego de las sanciones emitidas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, Daniel Ortega entendió que Arnoldo Alemán ya no le es útil para sus propios intereses; esto quedó demostrado con la destitución (no desaforación) de María Fernanda Flores, quien no lamenta su partida de la Asamblea Nacional, pero sí que su familia ya no estará, al menos por ahora, en una posible mesa de negociación con el FSLN. Sin embargo, la familia Alemán no está totalmente descartada ya que continuarán surgiendo desde su seno dramáticas polémicas para acalorar el escenario en pleno año electoral. Incluso, no sería extraño ver a María Dolores, de la Contraloría, haciendo política partidaria. Con la expulsión de la familia Alemán del PLC no quiere decir que dicho partido ya fue "desarnoldizado", puesto que el PLC, aún sin Arnoldo, no dejará de ser arnoldista. El arnoldismo es simplemente una forma de hacer política.
Tragedias
El país vivió en las últimas semanas, de forma continua, varias tragedias mortales, las cuales siguen sumando víctimas. El día domingo 29 de noviembre se rindió ante la muerte la víctima número 20 del fatídico accidente en Waslala, y la tarde del miércoles 2 de diciembre se encontró un cadáver más en el deslave de El Macizo de Peñas Blancas. Por otro lado, los estragos causados por los huracanes Eta y Iota suman centenares de familias damnificadas, quienes continúan en la intemperie; muchas de ellas fueron echadas de los albergues, mientras el coronavirus se pasea entre los más necesitados, a quienes no les ha llegado ni siquiera una mascarilla y mucho menos las pruebas de Covid-19 que la misma OPS sugirió al Gobierno desempolvar para las zonas más afectadas por los huracanes.
Las tempestades y tragedias que marcan el 2020 en Nicaragua dejan heridas y secuelas colectivas. Somos un país desbastado, colapsado, sobreviviendo en condiciones inimaginables, pero, en medio de toda la oscuridad e incertidumbre, emergen aires de esperanza de cara a recibir el año más importante y decisivo en los últimos tiempos.
Venezuela
El próximo domingo 6 de diciembre se llevarán a cabo las votaciones para renovar el Parlamento venezolano, sin embargo, el sistema opositor decidió no avalar lo que han calificado como "fraude electoral": un proceso en donde Nicolás Maduro pretende controlar el último vestigio de democracia que queda en Venezuela, un país sumergido en una interminable crisis. "El chavismo ha ganado la elección aún antes de que suceda", manifiesta el escritor Alberto Barrera Tyszka en The New York Times. A pesar de todo, el proceso contará con la participación de algunas fracciones opositoras diseñadas por los intereses del Gobierno. Ambas partes necesitan un discurso que les genere legitimidad.
Venezuela es un tema desgastante e inmejorable; un país hundido en lo paupérrimo y sin horizonte. Para la sociedad nicaragüense el contexto venezolano seguirá sirviendo de reflejo para obtener perspectivas sobre los movimientos de los Ortega-Murillo, quienes juegan con el guion de sus aliados. La etapa de totalitarismo que atraviesa actualmente Venezuela es una que en Nicaragua ya fue superada. En nuestro país el control total de la oposición, de los procesos electorales y de la Asamblea Nacional desde hace años fue consumado. Es de suponer que Ortega tomará nota de lo que puede hacer Maduro en estas Elecciones, en donde aparentemente el Presidente venezolano no tuvo la molestia de dar aperturas o condiciones mínimas, sin gozar del reconocimiento internacional.
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