El 13 de junio, el régimen nicaragüense comunicó su decisión de retirarse temporalmente del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) debido a la negativa de los otros países centroamericanos de aceptar la terna de candidatos propuesta por Managua para la secretaría general del organismo. En una carta firmada por el canciller Denis Moncada, Nicaragua expresó su descontento y afirmó que no participaría en reuniones ni actividades del SICA hasta que se restableciera la "institucionalidad" del organismo con la elección de su candidato.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
Menos de una semana le duró la pataleta política al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sobre la presidencia pro tempore del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). El 15 de junio de 2024, la administración del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) anunció que asumiría el mandato, revirtiendo una decisión anterior en la que había afirmado que no lo haría.
El 13 de junio, el régimen sandinista había anunciado que se retiraba "temporalmente" del SICA debido a que los gobiernos centroamericanos no habían elegido a un candidato de la terna presentada por Managua como nuevo secretario general del organismo. En una carta firmada por el canciller nicaragüense Denis Moncada, Nicaragua comunicó que no ejercería la presidencia pro tempore del SICA y que no participaría en reuniones o actividades hasta que no se "restituya la institucionalidad" del órgano de integración.
Sin embargo, el 15 de junio, en un giro inesperado e igual de vacío que el primero, el régimen orteguista difundió una carta firmada por Daniel Ortega y Rosario Murillo en la que afirmaban que Nicaragua sí asumiría la presidencia pro tempore del SICA en los tiempos y modalidades establecidos en los reglamentos y protocolos del organismo. En un tono mucho más conciliador, el canciller Moncada informó a la Cancillería de Honduras, que ostentaba la presidencia pro tempore en ese momento, que quedaban a su disposición para recibir los Consejos y Comités que integran el SICA.
La presidencia pro tempore del SICA se ejerce por rotación cada seis meses en el orden geográfico de los Estados miembros: Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y República Dominicana. A Nicaragua le correspondía asumir la presidencia en este nuevo período, pero el régimen de Ortega intentó condicionar su participación a la aceptación de su candidato a secretario general, Valdrack Jaentschke.
El SICA ha estado sin secretario general desde la renuncia de Werner Vargas en noviembre de 2023. Ortega propuso a Jaentschke, un leal operador político identificado por periodistas y la oposición política como un agente de inteligencia del régimen sandinista, con una larga lista de puestos diplomáticos en los últimos años. En ese sentido, la agenda de Ortega en el SICA pasa por expulsar a Taiwán y admitir a Rusia y China como Estados observadores, objetivos que requieren de una correlación política favorable a nivel regional y de un funcionario político fiel en la secretaría general del organismo.
La respuesta de los otros miembros
En resumen, ninguno de los otros Estados miembros dijo "esta boca es mía". La situación pasó realmente desapercibida, al menos en la opinión pública. En la reciente reunión número 50 entre ministros del istmo de Educación y Cultura que se dio en Tegucigalpa nadie quiso hablar del tema. Tampoco hubieron comunicados, más que el de los Ortega-Murillo.
La amenaza de Ortega de no ejercer la presidencia pro tempore y de no participar en las reuniones del SICA fue vista por analistas como un intento de chantaje para imponer su candidato a secretario general. Sin embargo, como destacó el analista político y exdiputado del Poder Legislativo nicaragüense Eliseo Núñez Morales, estas amenazas son vacías porque Ortega no puede permitirse dejar el SICA, el último espacio donde Nicaragua todavía tiene reconocimiento y goza de intercambios comerciales con los países de la región. Un puente que necesita la región, sí o sí.
Juan Sebastián Chamorro, líder opositor y expreso político desterrado, coincidió con Núñez y agregó que la política exterior de Ortega demuestra una incongruencia basada en intereses personales. Chamorro señaló que las decisiones en el SICA se toman por consenso, y la oposición a la terna presentada por Ortega limita su capacidad de manipulación.
El SICA fue fundado en 1991 bajo principios de paz, libertad, democracia y desarrollo. Los críticos argumentan que el régimen de Ortega está tratando de utilizar este organismo para sus propios intereses políticos, desvirtuando sus principios fundacionales. Héctor Mairena, miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul (UNAB), manifestó que Ortega ha querido manejar el SICA con el mismo autoritarismo con el que maneja Nicaragua, encontrándose con resistencia de los demás países miembros.
Mairena destacó que el SICA no responde al mandato de un país o una cancillería particular, sino a los principios de integración y respeto por los derechos humanos y la democracia. La pretensión de Ortega de imponer a uno de sus operadores políticos en la secretaría general busca promover la participación de Rusia y China en el SICA y expulsar a Taiwán.
El consenso es fundamental en el SICA, y la falta de acuerdo sobre la terna presentada por Ortega refleja la resistencia de los demás países a ceder a sus presiones. Los principios del SICA están a prueba en este contexto, y los demás miembros deben decidir si respetan los fundamentos de la organización o si permiten la manipulación del régimen nicaragüense.
Un experto en relaciones internacionales consultado por la Redacción de COYUNTURA, que pidió el anonimato, destacó que la independencia y profesionalismo de las y los funcionarios del SICA deben prevalecer sobre los intereses particulares de los países que integran el organismo. La rectificación de Ortega y su disposición a asumir la presidencia pro tempore, a pesar de las amenazas iniciales, indica que el chantaje no ha tenido el "efecto deseado" y que "la presión internacional y regional puede mantener a raya sus intentos de manipulación". "Fue un verdadero juego de poder. Intentó manipular la situación, pero no le salió esta vez", señaló.
La reciente controversia sobre la presidencia pro tempore del SICA y la vacante en la secretaría general refleja las tensiones y desafíos internos del organismo en medio de la presión del régimen de Ortega. La rectificación del régimen nicaragüense pone de manifiesto las limitaciones de su estrategia de chantaje y subraya la importancia del consenso y el respeto a los principios fundacionales del SICA. Los próximos meses serán cruciales para determinar si el SICA puede mantener su integridad y cumplir con su misión de promover la paz, la libertad, la democracia y el desarrollo en la región. Aunque lleva años demostrando lo contrario. Un órgano centroamericano ineficiente e inservible -a estas alturas- para conseguir paz.
"Esta situación es un reflejo vivido de lo mal que va la integración centroamericana", señaló la fuente.
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