El lunes 30 de septiembre de 2024, supuesto día de su fallecimiento, Humberto Ortega fue cremado en una ceremonia privada en el cementerio Sierras de Paz de Managua. A dicho encuentro asistió únicamente su familia directa y su última pareja, Angélica Chavarría. Según fuentes cercanas, Daniel Ortega apareció brevemente en el velorio, donde dio el pésame a los hijos del exgeneral y exjefe del Ejército, sin la compañía de Rosario Murillo.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Managua, Nicaragua
El funeral del general en retiro Humberto Ortega Saavedra, hermano menor del dictador nicaragüense Daniel Ortega, marcó un punto silencioso pero significativo en la historia contemporánea de Nicaragua. Humberto, quien fue figura clave en la fundación del Ejército Popular Sandinista, falleció el lunes 30 de septiembre de 2024 tras meses de arresto domiciliario y aislamiento total en el Hospital Militar de Managua, capital del país centroamericano, donde pasó sus últimos días, con vigilancia policial y sin visitas. La ceremonia fúnebre, llevada a cabo en el cementerio Sierras de Paz, se realizó en un ambiente privado y vigilado, y fue testigo de la ausencia de todas las figuras clave del régimen, de los representantes de las principales institucionales estatales y del seno del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), así como de las tensiones familiares que rodean su figura incluso después de fallecer y las últimas noticias alrededor de Humberto.
El régimen de Daniel Ortega y el Ejército de Nicaragua, aunque reconocieron oficialmente la muerte de Humberto Ortega, no le otorgaron las honras militares que, por su posición histórica, podrían haberse esperado. La ausencia de un reconocimiento público, sumada a la falta de compañeros de armas y antiguos líderes de la Revolución Ciudadana de 1979, como Bayardo Arce, Henry Ruiz y Jaime Wheelock, resaltó las tensiones que rodeaban al fallecido. Humberto había sido una figura polémica, especialmente en los últimos meses de su vida, cuando sus declaraciones públicas en medios internacionales, como su entrevista a Infobae, pusieron en duda la continuidad de su hermano Daniel en el poder y cuestionaron abiertamente la capacidad de Rosario Murillo para sucederlo.
Humberto dijo que, tras la muerte de Daniel, el poder sandinista quedaría descabezado y sin futuro. "No tiene sucesores", señaló en mayo de 2024, luego de explicar que sus encuentros físicos se habían restablecido y que tenían "comunicación más natural y fluida". "Lo importante es que estamos conversando, aunque no coincidamos en todo. Porque antes no conversábamos. Ahora estamos conversando, cada uno con su punto de vista y sin tensión alguna", explicó.
Poco más de cuatro meses después de estas declaraciones, Humberto está muerto, y su hermano más aferrado al poder que nunca.
"Para antes de la rebelión (de 2018), el régimen subestimó el profundo malestar del pueblo por las formas cada vez más autoritarias del régimen y de sus aliados anteriormente antisandinistas y corruptos... ...el pecado más grande del Ejército, injusto, que daña su imagen y profesionalismo, fue la tolerancia con civiles armados, en particular con paramilitares, que sus aparatos de seguridad e inteligencia tenían registrados, que sabían dónde estaban, sabían dónde se movían y que, incluso, toleraron que se armasen", comentó Humberto a Infobae, en lo que fue su última alocución formal y libre.
La ceremonia privada, que contó con la presencia de los hijos de Humberto y su última pareja, Angélica Chavarría, fue vigilada de cerca por efectivos de la Policía Nacional. Los hijos del difunto, incluidos aquellos que residen en Costa Rica y Cuba, recibieron las condolencias de Daniel Ortega en un ambiente descrito por testigos como "tenso y frío". La entrada y salida del dictador, solo y sin Rosario Murillo, fue rápida y discreta, reforzando la narrativa de una distancia emocional y política entre los hermanos en sus últimos años.
La tensión entre Humberto Ortega y el régimen de su hermano no era un secreto. En la entrevista antes mencionada, que causó gran revuelo a nivel nacional e internacional, Humberto sugirió que el vacío de poder que seguiría a la eventual desaparición de Daniel Ortega obligaría al país a convocar elecciones libres, comentarios que irritaron, según medios de comunicación independiente, a Rosario Murillo.
Fuentes cercanas al régimen sugieren que esas declaraciones fueron el catalizador para el arresto domiciliario de Humberto, impuesto el 19 de mayo, día que Infobae publicó las declaraciones del exjefe del Ejército de Nicaragua. Lo que comenzó como un confinamiento en su residencia se transformó en un aislamiento en el Hospital Militar, donde pasó sus últimos meses en condiciones que han sido comparadas con un arresto hospitalario.
A pesar de que Daniel Ortega -o Murillo, según las malas lenguas- intentó evitar que la ciudadanía y el Estado tuvieran posturas y hasta sentimientos al respecto de la partida terrenal de Humberto, quien se autoproclamó "preso político" del régimen sandinista de su hermano, la noticia generó un impacto notable en medios de comunicación locales, regionales e internacionales, y en las redes sociales digitales. Artículos de opinión, el recuento de la vida de Humberto y la relación con Daniel y Rosario, y análisis sobre el silencio ensordecedor del Ejército de Nicaragua ante la muerte inducida de uno de sus fundadores.
Murillo, según exfuncionarios del régimen, nunca vio con buenos ojos a Humberto Ortega. A pesar de la relación tensa entre ellos, la vocera de la administración sandinista expresó públicamente condolencias tras su muerte, destacando los aportes del general retirado a la Revolución Ciudadana de 1979, pero no a la formación técnica y estratégica del Ejército. Sin embargo, la frialdad de las declaraciones, sumada a la falta de honores militares, reflejó la ruptura final entre Humberto y el aparato de poder que ayudó a construir.
La muerte de Humberto Ortega parece haber afectado profundamente a su hermano, quien, según una fuente cercana al entorno presidencial consultada por COYUNTURA bajo anonimato por seguridad, ha mostrado signos de "cansancio" y "depresión" desde el funeral. Daniel Ortega, de 79 años, ha permanecido recluido en su habitación en El Carmen, su residencia y centro de operaciones, sin realizar apariciones públicas significativas en los últimos meses. Los rumores sugieren que Ortega no ha vuelto a su rutina general, que incluye caminar en su patio, lo que ha generado especulaciones sobre su estado de salud mental.
El vínculo entre los hermanos Ortega fue complejo. A pesar de las diferencias ideológicas y personales, mantuvieron una línea de comunicación constante. Este hecho, según algunos exfuncionarios, sugiere que el aislamiento de Humberto en sus últimos días pudo haber causado un impacto profundo en el dictador, que se enfrenta no solo a la pérdida de un hermano, sino también a la realidad de un régimen en transición.
Con la muerte de Humberto, se cierra un capítulo importante de la historia militar y política de Nicaragua. Su legado como fundador del Ejército Sandinista es innegable, pero las circunstancias de su muerte reflejan las divisiones internas que existen dentro del régimen Ortega-Murillo. A medida que Nicaragua se enfrenta a una posible transición de poder, las palabras de Humberto sobre la necesidad de elecciones libres resuenan con fuerza, mientras la sombra de su hermano Daniel, cada vez más aislado, sigue marcando el futuro del país.
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