La decisión, comunicada por el dictador Miguel Díaz-Canel al papa Francisco, coincide con un cambio significativo en la política estadounidense hacia la isla.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Globales y relaciones internacionales
La Habana, Cuba

En un giro político de relevancia internacional, el régimen cubano ha informado este martes 14 de enero de 2025 sobre la liberación de 553 prisioneros, una medida adoptada tras la intermediación del Vaticano. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, la decisión responde a una solicitud del papa Francisco en el marco del Jubileo Ordinario de este año, declarado recientemente por el Pontífice desde Roma.
El mandatario Miguel Díaz-Canel envió una carta al papa Francisco a inicios de enero, notificándole sobre la medida y destacando que esta se había tomado tras un "análisis cuidadoso" de las disposiciones legales vigentes en la isla. Sin embargo, las autoridades no han detallado si entre las y los liberados figuran presos políticos, un tema sensible que ha generado constantes tensiones entre la dictadura cubano y organizaciones de derechos humanos, que documentan la existencia de al menos 1,153 prisioneros de conciencia.
La noticia llega pocas horas después de que la administración del presidente Joseph Biden anunciara la retirada de Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo. Esta decisión revierte una política implementada en los últimos días del mandato de Donald Trump en 2021, cuando se justificó la inclusión de la isla en la lista debido a su apoyo al régimen de Nicolás Maduro y su negativa a extraditar a líderes guerrilleros colombianos.
Además, Biden suspendió una disposición de la Ley Helms-Burton que permite a cubano-estadounidenses reclamar bienes confiscados por la administración de la isla. Según un alto cargo del gobierno estadounidense, esta acción busca facilitar la transición democrática en Cuba y respaldar el diálogo promovido por el Vaticano sobre derechos humanos. "Es un paso en el interés nacional de Estados Unidos y una oportunidad para avanzar en la liberación de prisioneros en Cuba", afirmó el funcionario, quien habló bajo condición de anonimato.
A pesar de los avances, el futuro de estas medidas podría ser efímero. El próximo 20 de enero, Trump asumirá nuevamente la presidencia de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), lo que podría significar un retroceso en los esfuerzos por relajar las tensiones con Cuba. Marco Rubio, propuesto como secretario de Estado en la nueva administración, ha sido un firme defensor de las sanciones contra La Habana, lo que anticipa un posible endurecimiento de la política hacia la isla.
Por su parte, críticos como el senador republicano Ted Cruz han calificado la decisión de Biden como "inaceptable" y han prometido revertirla. "El terrorismo promovido por el régimen cubano no ha cesado. Colaboraré con el presidente Trump para limitar el daño causado por esta medida", declaró Cruz.
La medida adoptada por Washington ha sido respaldada por varios aliados, como la Unión Europea, España, Canadá y Colombia, que han destacado el papel de Cuba en procesos como las negociaciones de paz en Colombia. En contraste, grupos opositores en la isla consideran que estas acciones podrían fortalecer al gobierno cubano sin garantizar avances concretos en materia de derechos humanos.
La inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo ha sido una herramienta política clave en las relaciones bilaterales. Durante el mandato de Barack Obama, Cuba fue retirada de la lista como parte de un esfuerzo por normalizar las relaciones entre ambos países. No obstante, Trump revertió esta política en su última semana de gobierno.
En este nuevo capítulo, la colaboración entre el Vaticano, EE.UU. y Cuba podría abrir una vía diplomática para abordar otros desafíos pendientes. Sin embargo, la incertidumbre política en Washington y la falta de transparencia en La Habana plantean interrogantes sobre la sostenibilidad de estos avances. El régimen castrista sigue con su expansión y su modelo represor.
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