Crisis de legitimidad en la CELAC: Argentina, Paraguay y Nicaragua cuestionan la validez de la Declaración de Tegucigalpa
- Jairo Videa
- hace 4 días
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El impacto de esta controversia no se limita a la declaratoria y a sus ocho puntos, sin relevancia directa para la ciudadanía. La disputa sobre su validez pone en evidencia las tensiones internas dentro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un organismo cuya misión es promover la integración y el desarrollo de América Latina y el Caribe. A pesar de ser un foro que representa a una parte significativa de la región, la falta de consenso y la existencia de profundas diferencias entre los países miembros han minado la capacidad de la entidad bilateral para actuar de manera unificada y coherente frente a los desafíos globales.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Tegucigalpa, Honduras

La IX Cumbre de jefas y jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en Honduras, culminó este miércoles 09 de abril de 2025 envuelta en una fuerte controversia diplomática. La presentación de la llamada Declaración de Tegucigalpa, emitida pese a la oposición explícita de al menos tres países miembros —Argentina, Paraguay y Nicaragua—, ha desatado una tormenta política que pone en entredicho la legitimidad y el futuro del bloque regional, incluso un día después del evento diplomático más importante de Centroamérica en muchos, muchos años.
El conflicto se centra en la presunta violación del principio de consenso pleno, un mecanismo rector establecido en el documento fundacional de la CELAC y considerado su piedra angular. El gobierno argentino, a través de un duro comunicado de su Cancillería, denunció abiertamente que la presidencia pro témpore hondureña impuso unilateralmente un documento que no contaba con la aprobación unánime de los 33 países miembros. "La denominada Declaración de Tegucigalpa carece de validez y no puede ser considerada un documento oficial de la CELAC", advirtió hoy Buenos Aires.
La tensión escaló durante el mismo desarrollo de la cumbre, cuando la presidenta hondureña Xiomara Castro, al frente del foro regional hasta ese momento, intentó validar el documento señalando que existía "suficiente consenso". La respuesta inmediata y contundente de las delegaciones de Paraguay, Argentina y Nicaragua, dejó en evidencia la fractura del bloque.
"Perdón, soy de la delegación de Paraguay y no hay consenso", dijo Nimia da Silva, directora de Política Multilateral de la Cancillería paraguaya. Un segundo después, Eduardo Bustamante, vicecanciller argentino, replicó: "nos sumamos a lo dicho por Paraguay. Están violando los estatutos de la CELAC". La delegación nicaragüense, encabezada por el sandinista ministro de Relaciones Exteriores, Valdrack Jaentschke, también objetó la declaración, al considerar que el texto omitía temas cruciales discutidos previamente entre los Estados miembros.
"No hubo ni hay consenso", señaló la noche de este jueves 10 de abril de 2025, en el oficialista Canal 13, el canciller del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
"Consenso suficiente"
El gobierno de Honduras justificó la publicación de la declaración argumentando que fue aprobada por 30 de los 33 países miembros. Sin embargo, para Argentina y otros gobiernos inconformes, esta figura de "consenso suficiente" no existe formalmente en los procedimientos internos de la CELAC. "Se trata de una expresión ambigua e imprecisa que contradice los principios fundacionales del organismo", indicó la Cancillería argentina.
En este sentido, el gobierno de Javier Milei acusó a la Presidencia hondureña de "imponer de manera ilegítima" una declaración que no reflejaba la unanimidad requerida. A su vez, subrayó su compromiso con una integración regional basada en el respeto a los derechos humanos, la democracia y "normas claras".
La administración de Milei también aprovechó la coyuntura para expresar su preocupación por la presencia e influencia de regímenes "autoritarios y no democráticos" en el foro. Aunque no mencionó nombres, su referencia parece aludir a países como Cuba, Venezuela o incluso Nicaragua, administraciones con las que Argentina mantiene relaciones diplomáticas tensas bajo la actual gestión.
Desde Managua, el Ministerio de Relaciones Exteriores también manifestó su rechazo frontal a la Declaración de Tegucigalpa, alineándose con las críticas de Argentina y Paraguay, pero también señalándoles de querer "impedir" el registro de "luchas simbólicas de la humanidad", apoyadas por la Copresidencia de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. El canciller Valdrack Ludwing Jaentschke Whitaker afirmó que la declaración no recogía temas fundamentales discutidos por la mayoría de las delegaciones, como las consecuencias del nuevo paquete arancelario de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), la criminalización de las personas migrantes, el trato a las y los deportados, el bloqueo económico contra Cuba y la solidaridad con Venezuela, Palestina y Haití.
Para Jaentschke, el documento aprobado fue resultado de un "sabotaje evidente y visible" a los esfuerzos por proyectar una voz regional coherente y robusta. "No estamos aquí para aceptar un documento solo por decir que lo aceptamos", declaró, ya en Managua.
En particular, Nicaragua denunció que el texto omitía las demandas históricas de los países caribeños por reparaciones ante el legado del colonialismo y la esclavitud, así como la necesidad de rechazar las políticas "coercitivas y unilaterales" de EE.UU., en alusión a los nuevos aranceles impuestos por la administración de Donald Trump. Estos gravámenes afectan directamente a decenas de países, incluidos varios miembros de la CELAC. En el caso específico de Nicaragua, se impuso una tarifa adicional del 18 %, como represalia a lo que Washington describe como "prácticas desleales" en comercio exterior.
La IX Cumbre de la CELAC fue promovida como un espacio de integración y unidad regional, pero terminó exhibiendo grietas estructurales que podrían comprometer su credibilidad, más todavía. Si bien asistieron mandatarios de peso como Gustavo Petro (Colombia), Claudia Sheinbaum (México), Luis Arce (Bolivia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Yamandú Orsi (Uruguay) y Bernardo Arévalo (Guatemala), la ausencia del presidente argentino, el salvadoreño Nayib Bukele, el costarricense Rodrigo Chaves, y la "destacada" visita de Miguel Díaz-Canel (Cuba), y las tensiones en sala marcaron un contraste con los discursos de unidad.
Para analistas como el politólogo Lester Ramírez, el episodio afecta directamente la legitimidad del foro. "La CELAC pierde peso político cuando se aprueban documentos sin consenso real. También se erosiona la confianza entre los miembros y se fractura el diálogo multilateral", advirtió.
La controversia en Tegucigalpa no solo deja en el aire la validez jurídica de la Declaración de Tegucigalpa, sino que también reaviva el debate sobre la utilidad práctica de un organismo que, desde su fundación en 2010, ha luchado por posicionarse como un contrapeso regional a la Organización de los Estados Americanos (OEA), excluyendo a EE.UU. y Canadá.
La transferencia de la presidencia pro témpore de Honduras a Colombia podría ofrecer una oportunidad para recomponer puentes, aunque el clima post-cumbre indica que las divisiones internas están lejos de resolverse. "Son reflejo de un bloque no puede ponerse de acuerdo en cosas mínimas, por la defensa de unos a ideales nefastos, y por la terquedad de otros al negarse a las libertades y los cambios que ellas conllevan.
Mientras tanto, el documento sigue siendo motivo de disputa. Para Honduras y los países que lo avalaron, es un paso adelante en la consolidación de una agenda regional soberana. Para Argentina, Paraguay y Nicaragua, representa una afrenta a los principios de funcionamiento que, según sostienen, deberían regir a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños como espacio multilateral.
En definitiva, la IX Cumbre no dejó una declaración de unidad, sino una advertencia: sin un marco de gobernanza comúnmente respetado, los proyectos de integración pueden convertirse en escenarios de confrontación más que de convergencia. El sandinismo es especialista en esos escenarios, aunque el Partido Libertad y Refundación (LIBRE) solo quería lucirse, y destacar el futuro y "la visión" que dicen querer encabezar.
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