Hace unos días la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) nos volvió a sorprender con la advertencia de retirarse de los espacios de unidad dentro de la Coalición Nacional, ante la negativa de los integrantes de dicha plataforma para debatir sobre los cambios propuestos por ellos respecto a la toma de decisiones, sobretodo decisiones que han considerado de "especial trascendencia para la vida del país".
El comportamiento político de la ACJD después que se produjeran distintos esfuerzos para la reanudación del diálogo, ha expuesto a la sociedad de manera clara que la lucha política no solo se trata de las narrativas de la democracia, la justicia y los derechos humanos, partiendo de esto. ¿Cuál es la demanda de fondo de la ACJD respecto al mecanismo de toma de decisiones dentro de la Coalición Nacional? La respuesta no es tan sencilla debido a que los temas que ellos consideran prioritarios para el país, lo adjudican como prioridad a la Coalición Nacional y pretenden que sean decididos solo bajo el método del consenso, planteando ligeramente dos alternativas ante la falta del mismo, tal como la votación calificada de los tres cuartos del plenario, para dar un ejemplo.
Para dicho bloque los temas prioritarios son: un Plan de Gobierno, la constitución de la Alianza Electoral, el mecanismo de selección de candidatos, posicionamientos públicos y comunicados, reformas electorales consensuadas en el bloque pro reformas, la elección del secretario ejecutivo, y más formas de protestas y estrategias de movilización interna y presión. ¿Es indispensable el consenso para decidir sobre cada uno de éstos puntos? Para ello es necesario tomar en cuenta las siguientes consideraciones:
El método del consenso
El método de toma de decisiones de la Coalición Nacional menciona que existe un Comité Nacional integrado, hasta ahora, por 8 representaciones: 4 de partidos políticos (PLC, FDN, YATAMA, PRD) y 4 representaciones de las organizaciones de sociedad civil (ACJD, UNAB, el Movimiento Campesino y el Sector Juvenil y Estudiantil). Cada representación se conforma por tres representantes (todos con derecho a voz) pero solo una persona por organización tiene derecho a voto.
Para tomar una decisión se realizará bajo un consenso, en el que se daría una primera sesión de diálogo y negociación para llegar a un acuerdo, pero, de no llegar a una decisión concreta, se tendrán hasta dos sesiones más para alcanzar el consenso. De no alcanzar el consenso, se procedería a votar de manera calificada y decidir con la aprobación de las tres cuartas partes de los miembros del Comité de la Coalición.
Esto nos deja ver que la ACJD no está en contra del mecanismo en sí, sino que existen una serie de puntos o temas sobre los cuales no está dispuesta a votar, dado que la votación a diferencia del consenso se impone, y la ACJD se ve en desventaja dentro de la correlación de fuerzas internas.
Para muestra un botón
La ACJD ha tenido dificultades en aglutinar y organizar nuevos espacios para la pluralidad y la articulación con otros actores. Ejemplo de ello es que, al menos una vez, se vio confrontada con la UNAB. En relación a ello, la ACJD prefirió una salida “estratégica” con tal de no someter sus decisiones a la autoridad de la UNAB, un espacio del que fue fundadora, pero que al final resultó inviable al ver que el resto de miembros solicitaron tener influencia en el espacio de la Alianza, dado que ésta era la interlocutora en el diálogo con el Gobierno.
Luego vino el conflicto con el Movimiento Campesino, en el que los liderazgos de esta organización se quejaron y compartieron que dentro de la ACJD sus aportes no eran escuchados o reconocidos y por ende no eran incluidos dentro de las agendas de trabajos e intereses de la organización. El Movimiento Campesino abandonó la ACJD a comienzos de 2020.
Si hacemos números y sumamos razones, la Alianza parece no confiar en los cuatro partidos políticos que integran la Coalición para llegar a consensos, y no faltaba más; los partidos políticos gozan de un gran desprestigio lo que ha tendido una nube gris sobre la desconfianza con el Movimiento Campesino y con la UNAB por las diferencias que han tenido en el pasado reciente.
Para resolver este impasse, la Alianza ha propuesto que los puntos considerados prioritarios para ellos sean resueltos incorporando un artículo transitorio que establezca que estos serán abordados únicamente bajo el método de consenso. Para ello Carlos Tunnermann, coordinador de la ACJD, en declaraciones al diario La Prensa el día 25 de junio, dijo: "El consenso no implica veto, ya que consenso no significa unanimidad. Consenso se refiere que las cosas se discuten, se vuelven a discutir, y finalmente se llega a un acuerdo en que cada parte que tenga criterios diferentes ceda un poco de su posición para que todos puedan convivir con una solución que todos puedan aceptar y que no sea considerada negativa para ninguno de ellos. El consenso no implica ni veto ni unanimidad". Es decir, para don Tünnermann no existe el disenso, pero la realidad supera esto, y al establecerse ese disenso, bajo esa lógica, deberíamos pasar eternamente dialogando hasta alcanzarlo. Lo mejor sería implementar un mecanismo que aborde los disensos que permita salir de esos impasses.
Alternativamente la ACJD apoya una tercera propuesta, sin hacer evidente sus intenciones. Juan Sebastián Chamorro, Director Ejecutivo de la ACDJ, en un vídeo que circuló en sus redes la semana pasada, dijo que se tomarían la semana para dialogar (negociar) con los miembros de la Coalición sus demandas, y que se re-integrarían este 28 de julio, en el momento en el que se discute la incorporación de los movimientos juveniles y estudiantiles al Comité Nacional de la Coalición, con una representación autónoma, derecho a voz y voto.
Esto abriría una ventana para maniobrar la desventaja en la votación, a través de las representaciones de sus aliados, actuando estos de manera autónoma con voz y voto, pues, naturalmente, ¿por qué votarían distinto a la Alianza, si pertenecen a ese espacio y comparten no solo agendas sino recursos para mover dichos temas y actividades?
Sin embargo, esto también abrió una "caja de pandora" con el doble voto y los partidos se aventaron a demandar también, a razón de que los jóvenes de partidos son artífices de abril 2018 y estos deban tener una silla por partido con derecho a voz y voto, como lo planteaba el sector juvenil de la ACDJ. A su vez, los jóvenes de la UNAB hicieron una tercera propuesta en la que se creaban sillas para una representación de jóvenes de la UNAB, una representación de jóvenes de la ACJD, una para los jóvenes de partidos políticos, una para los jóvenes del Movimiento Campesino y una para los jóvenes indígenas y afrodescendientes.
En resumen, si se aplica la propuesta de los jóvenes de la UNAB se resumiría en: 2 votos para el Movimiento Campesino (el propio y el de su juventudes), 2 votos para la UNAB, 2 votos para la ACJD y YATAMA, por afinidad con los jóvenes indígenas y afrodescendientes, tendría un segundo voto que sumaría a la causa de los partidos, sin descartar que el Movimiento Campesino podría votar con los partidos y pondría a disposición su voto propio y su voto joven, entonces los partidos podrían sumar al final 8 votos. Como se puede ver, no fue buena idea abrir la ventana para la portátil. Ahora la desconfianza reina en toda la Coalición.
No sorprende que en la ACJD haya aflorado esa desconfianza, pues los puntos de intereses que han expuesto para modificar la toma de decisiones deja claro que de lo que se trata esto es de una agenda que tiene como fin hablar de democracia, bienestar y progreso, con justicia, pero no hablar por ejemplo de la reforma o descartar el modelo de diálogo y consenso que resultó dañino para este país, y que se tradujo en riquezas para uno de los miembros más fuertes dentro de la Alianza, como lo es el COSEP. ¿Por cuánto tiempo vamos a sostener ese modelo si no podemos salir de él? ¿qué va a pasar si el modelo de Estado corporativo no se sostiene y volvemos a tener una nueva crisis con nuevos actores esta vez con los que asumimos serían los desplazados del poder?
También se trata de las candidaturas que representarán esos intereses en un posible nuevo gobierno, y de los nuevos pesos y contrapesos que se irán construyendo con los procesos políticos venideros.
Lo que podemos hacer
No se sabe a ciencia cierta la forma en la que puede terminar esta historia de desconfianza, antagonismos, secretos y mensajes velados, pero la ciudadanía debe demandar transparencia y diálogo, en donde las comunidades del país sean actores activos en la construcción de esas agendas y en esos procesos políticos de definición para las elecciones, ya que dentro de la Coalición hay organizaciones que se proponen a actuar en nombre de todo un país.
Ahora solo queda esperar que los nuevos aspirantes al poder, a la par de las organizaciones, construyan agendas más claras y viables para un país en el que se tendrá que bregar mucho para salir del fango al que llegamos por la cooptación, la indiferencia y la codicia de muchos.
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