En esta primera entrega de la cuarta pieza del especial "Conciencia 90" sobre memoria histórica, COYUNTURA perfila a los personajes más destacados de los comicios y la transición del poder en 1990. Hombres y mujeres que merecen ser recordados una vez más, sea para bien o para mal, pero en relación con aquella gesta histórica para Nicaragua y Centroamérica.
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
Managua, Nicaragua
Los diversos hitos que marcaron la histórica instauración de la democracia y las elecciones como sistema de renovación de los Poderes Estatales en Nicaragua y Centroamérica, así como los pilares mismos de la transformación nicaragüense de 1990, no se establecieron por sí solos. Cientos de hombres y mujeres trabajaron arduamente durante varios meses, e incluso años, en organismos como el Consejo Supremo Electoral (CSE), la Asamblea Nacional, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y muchas otras entidades estatales, de la sociedad civil o la cooperación bilateral, con el fin de promover y proteger un proceso de votación verdaderamente cívico y transparente, y una transición estatal que asegurara la voluntad popular de un cambio profundo y ordenado. "(Pasamos) pasajes muy tristes... ...y los que lo vivieron no lo están recordando", escribió en algún momento la expresidenta de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro, quien fue la primera mandataria del Poder Ejecutivo electa por el voto popular.
La transición democrática puso fin a más de una década de régimen sandinista y un conflicto civil armado que surgió a raíz del derrocamiento de la dinastía somocista. Este proceso, marcado por tensiones políticas y sociales, fue moldeado por la valentía y la determinación de una serie de líderes y lideresas que, con su visión y compromiso, y la ayuda de al menos 6,000 personas involucradas directamente, lograron llevar al país centroamericano hacia un nuevo horizonte de libertad y pacificación.
En esta entrega (la primera de tres, que en su conjunto son una cuarta pieza periodística) exploraremos el trabajo y legado de los primeros seis personajes -de un total de 20 seleccionados para el especial de memoria histórica "Conciencia 90"-, quienes fueron "indispensables", según fuentes consultadas por la Redacción de COYUNTURA, para esta transformación cívica, cultural, política y estatal. Sus acciones dejaron una huella indeleble en Nicaragua.
Mariano Fiallos Oyanguren
Magistrado presidente del Consejo Supremo Electoral (1984-1990)
Mariano Fiallos Oyanguren se distinguió por su imparcialidad y profesionalismo en un momento crucial para Nicaragua y la región centroamericana. Fue designado por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) para dirigir las votaciones de 1984 y, en 1985, fue nombrado magistrado presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE) para un periodo de seis años. A pesar de su afiliación al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y su anterior participación en la Asamblea Nacional, Fiallos demostró una notable independencia en su función como presidente del CSE. Y aunque la decisión de la cúpula sandinista de adelantar las elecciones presidenciales a febrero de 1990 sorprendió a muchos, incluido a Fiallos, dicho funcionario asumió el desafío con responsabilidad y compromiso, adaptando los planes organizativos para garantizar el desarrollo de los comicios, con diversas misiones internacionales de observación instaladas en el país.
Su liderazgo durante el proceso electoral de 1990 fue ampliamente elogiado por observadores, políticos, jerarcas estatales y líderes centroamericanos, quienes destacaron su papel en la promoción de una elección libre y justa, en medio de un contexto político, social y de seguridad desafiante. Por otro lado, a pesar de las presiones de sus propios compañeros sandinistas, Fiallos se mantuvo firme en su compromiso con la imparcialidad y la integridad del proceso electoral. Su labor contribuyó significativamente a la legitimidad de las elecciones, fortaleciendo además la etapa de transición.
Fiallos, también respetado y reconocido por su trayectoria como rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León), será recordado como el hombre que certificó la derrota electoral de Daniel Ortega ante la expresidenta Violeta Barrios, anteponiendo su ética profesional a su militancia partidaria. Falleció la madrugada del miércoles 25 de junio del año 2014, a la edad de 81 años, tres días antes de su cumpleaños, dejando un legado de profesionalismo y honorabilidad en su carrera como servidor público. "Gente como Mariano es la que Nicaragua necesitaría al frente de todas las instituciones públicas", escribió el exministro de la Presidencia, Antonio Lacayo, en su libro "La difícil transición nicaragüense", sobre el proceso que vivió el país entre 1990 y 1996.
Alfredo César Aguirre
Creador de la estrategia interna de la Unión Nacional Opositora (UNO) y de su programa electoral, el cual logró el triunfo de Violeta Barrios
Alfredo César Aguirre emergió como una figura relevante en el escenario político de Nicaragua durante la transición democrática de 1990, desafiando expectativas, y desempeñando un papel significativo desde su exilio en Miami, con una "casi implacable" gestión ante la comunidad internacional, especialmente como enlace directo del Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), y del entonces presidente venezolano Carlos Andrés Pérez. Además de demostrar astucia política y capacidad para forjar diálogo, alianzas y estrategias -que permitieron darle un vuelco a la historia nacional-, Alfredo César se destacó por su habilidad para unir a diferentes fuerzas políticas en un momento crucial para el país centroamericano. Y años después lo volvió hacer, cuando se enfrentó a lo que él mismo llamó el "cogobierno de Chamorro y los sandinistas".
Aguirre logró congregar a un total de 14 partidos de todas tendencias e ideologías políticas, desde conservadores y liberales, hasta socialdemócratas, comunistas y socialcristianos, toditos bajo la bandera de la coalición Unión Nacional Opositora (UNO). Según documentación y fuentes consultadas por el equipo de COYUNTURA, su rol también fue fundamental para el entonces convencimiento de la viuda y directora del diario La Prensa, Violeta Barrios, para que asumiera la candidatura presidencial de dicho bloque. Junto con Antonio Lacayo, yerno de Barrios, Alfredo César además diseñó una estrategia que al final derrotó a la maquinaria sandinista. En las urnas.
Alfredo César Aguirre, cuyos padres fueron Alfredo César Chamorro y Rosita Aguirre Martínez, fue, y nunca dejó de ser, un personaje controversial. Desde entonces (1990-1995) le mal llaman "siete puñales", por su manera de maniobrar los conflictos y navegar en "ríos revueltos". Fue presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN) desde 1979 hasta 1982; también estuvo asociado a la Resistencia Nicaragüense (Contra Revolución). A pesar de que eso pudo haberle generado una etiqueta aún más despectiva, su integración en el Partido Social Demócrata (PSD) y su compromiso con una visión "política progresista" lo diferenciaron dentro de un panorama político marcado por divisiones, ataques y polarización.
En 1993 fue electo presidente de la Asamblea Nacional, bajo el mandato presidencial de Barrios de Chamorro, y, 20 años después, es decir en el 2013, se le adjudicó la presidencia del Partido Conservador (PC), para retornar al parlamento tras las elecciones generales del 06 de noviembre de 2016. En febrero del año 2021, Alfredo César, tras renunciar a su escaño en la Asamblea Nacional, lanzó la plataforma Unión Republicana (UNIR), encabezada por la casilla del PC, de cara a los comicios de noviembre de ese año. Sin embargo, seis meses después del lanzamiento de UNIR, el CSE decidió ilegalizar al PC. Desde entonces Alfredo solo escribe artículos de opinión en La Prensa.
Óscar Rafael de Jesús Arias Sánchez
Presidente de la República de Costa Rica (1986-1990 y 2006-2010); premio Nobel de la Paz (1987); y financiador de la firma encuestadora Borges y Asociados, la única que predijo la victoria de Violeta Barrios
Óscar Arias adquirió relevancia internacional al ser galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1987, por su papel indispensable en el proceso de pacificación de la entonces dolida Centroamérica. Este reconocimiento destacó su compromiso con impulsar la democracia y la paz en la región, subrayando a su vez la significativa influencia que tuvo sobre el primer proceso electoral que se logró con los Acuerdos de Esquipulas II. Arias desempeñó una función atrevida pero determinante en la nominación de Violeta Barrios como candidata presidencial de la UNO en las elecciones generales del 25 de febrero de 1990. Su intervención se basó en los resultados de una encuesta de carácter confidencial realizada por la firma costarricense Víctor Borge y Asociados, enviada a Nicaragua, y patrocinada por el entonces presidente costarricense, para evaluar las posibilidades de la oposición frente al FSLN.
Convencido de que Barrios de Chamorro era la mejor opción para ganar las elecciones, Arias influenció a líderes clave de la UNO, como Virgilio Godoy, Enrique Bolaños y Alfredo César, para que la designaran como candidata de la coalición opositora al sandinismo, en manos de Daniel Ortega y Sergio Ramírez. Arias, consciente de la importancia de las elecciones nicaragüenses -que determinarían el rumbo de la paz, no solo en Nicaragua, sino también en Centroamérica-, estaba decidido en hacer posible la derrota electoral del sandinismo, con la idoneidad necesaria. A pesar de que algunos sectores consideraban que Arias favorecía al FSLN, él resaltó su compromiso con la democracia y la paz en la región. Por esa razón, mantuvo en secreto sus acciones a favor de Chamorro, como parte de su estrategia de mediación, demostrando habilidad política y capacidad para trabajar en beneficio de las libertades y el Estado de Derecho, en base a las necesidades de la ciudadanía.
Los sondeos de Víctor Borge y Asociados fueron los únicos que predijeron un fuerte apoyo a la candidatura de Violeta Barrios entre las y los ciudadanos nicaragüenses, por la estrategia que diseñaron al momento de la consulta, ya que tomaron en cuenta el temor de la población común y el débil estado de la libertad de opinión y de expresión, tras casi diez años de totalitarismo sandinista, y organizaron la encuesta con absoluta discreción y con varias medidas de seguridad, para entender así las intenciones del electorado. Pero: "la candidatura de doña Violeta Barrios de Chamorro fue una imposición mía. Absoluta", dijo Óscar Rafael de Jesús Arias Sánchez.
Elliot Lee Richardson
Representante especial del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) exclusivamente para el proceso electoral nicaragüense
Desde su designación en agosto de 1989, para encabezar la Misión de Observación de la Organización de las Naciones Unidas para la Verificación de las Elecciones en Nicaragua (ONUVEN), a solicitud de las autoridades sandinistas -encabezadas por Ortega y Ramírez-, Elliot Lee Richardson se convirtió en una figura clave durante el proceso electoral nicaragüense en 1990. Su presencia y liderazgo fueron constantes en cada una de las etapas, desde la inscripción de las y los electores hasta el seguimiento de los resultados electorales y el conteo mismo. Su papel fue fundamental en la supervisión y garantía de transparencia en las elecciones, que marcaron un hito en cuanto al modelo de observación electoral en el mundo, ya que por primera vez se ejecutaba una estructura de vigilancia con varias nacionalidades, y una Comisión Internacional del más Alto Nivel para un proceso electoral en la historia del mundo.
Richardson era un diplomático experimentado y respetado, con antecedentes de servicio en diversas funciones y períodos gubernamentales en EE.UU., incluido el cargo de fiscal general del Estado. A pesar de que el régimen sandinista se resistió amargamente al nombramiento de Richardson durante varias semanas debido a sus lazos republicanos, dijeron funcionarios de la ONU, en octubre de 1989 por primera vez Richardson logró visitar Nicaragua para conocer de cerca el desarrollo del proceso.
Para llevar a cabo su labor, ONUVEN se instaló en diferentes regiones de Nicaragua, cubriendo así todo el territorio nacional. En una primera fase, que comenzó en agosto de 1989, llegaron 18 funcionarios de la Secretaría General de la ONU, quienes se ubicaron en cada una de las nueve regiones electorales del país centroamericano. Luego, el número de observadores de ONUVEN fue aumentando paulatinamente, hasta llegar a más de 250, el propio día de las votaciones. La presencia de Richardson en Nicaragua fue clave para generar confianza entre los nicaragüenses y la comunidad internacional, al asegurar en parte la debida legitimidad del proceso electoral, al que contribuyó con su experiencia y prestigio como diplomático. Richardson además trabajó en estrecha colaboración con otras organizaciones internacionales, como la OEA y el Centro Carter, para coordinar esfuerzos y garantizar una observación amplia, imparcial y efectiva antes, durante y después del proceso de elección nicaragüense.
Murió nueve años después de aquella fecha histórica, el 31 de diciembre de 1999, a los 79 años de edad.
Violeta Barrios de Chamorro
Presidenta de Nicaragua (1990-1997)
"Doña Violeta", como cariñosamente le llamaban, fue el rostro del proceso de transición, pacificación, reconciliación e institucionalización de Nicaragua, desde poco antes de 1990. La dama, originaria de Rivas, fue una figura crucial en la historia del país centroamericano y de la región -incluso del continente americano-, al convertirse en la primera mujer presidenta de las Américas; ícono de la transición democrática. Como candidata de la UNO, logró una victoria sorprendente sobre el FSLN, que había gobernado con mano dura durante más de una década. Su triunfo marcó un hito inesperado en la historia política de Nicaragua y un símbolo de esperanza y cambio para la ciudadanía y las instituciones estatales, en el inicio de un proceso de paz local, nacional y regional.
Violeta Barrios se convirtió en una figura nacional e internacional de gran prestigio, y, aunque era conservadora por afinidad familiar, nunca perteneció a ningún partido político nicaragüense. Como viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal -director del ahora extinto periódico La Prensa, asesinado el 10 de enero de 1978 por sicarios a sueldo en un crimen nunca esclarecido-, Violeta Barrios concitaba una enorme popularidad. Por esa razón, en 1979 fue miembro de la JGRN, una especie de "presidencia colectiva" tras el triunfo del levantamiento armado antisomocista. Sin embargo, las diferencias con las políticas que implementaron los sandinistas la llevaron a dimitir a su cargo, junto a Alfonso Robelo, el 19 abril de 1980. Desde entonces y hasta septiembre de 1989, doña Violeta se mantuvo en un plano menos público, pero siempre con una postura contraria al sandinismo, incluso desde la dirección del entonces rotativo, heredado de su esposo.
A pesar de su reticencia inicial y su deseo de mantenerse en casa, Violeta Barrios de Chamorro aceptó presentarse como candidata de la UNO para competir por la Presidencia de Nicaragua, motivada "por su amor a la Patria y a todos los nicaragüenses". Una vez que tomó la decisión, se sometió a un proceso de primarias con cuatro líderes de la entonces naciente UNO. En ese proceso, Barrios compitió con el liberal independiente Virgilio Godoy Reyes, el liberal constitucionalista Enrique Bolaños Geyer -conocido por su liderazgo empresarial-, y el socialcristiano Agustín Jarquín Anaya. El papel de los ya mencionados Alfredo César Chamorro Aguirre y Antonio Lacayo fue fundamental para lograr el consenso y mantener al bloque unido.
La proclamación del binomio Barrios-Godoy se hizo con mucha algarabía el sábado 02 de septiembre de 1989 y el programa de Gobierno de la UNO fue presentado el 24 de agosto de ese mismo año, marcando el inicio de una esperanza palpable para las y los nicaragüenses, quienes asistieron masivamente a las urnas durante la jornada del histórico domingo 25 de febrero de 1990, en la que la fórmula Barrios-Godoy obtuvo el 54.3 % de los votos válidos. El Gobierno de Violeta Barrios, desde su toma de posesión el 25 de abril de 1990, no solo simbolizó un cambio de rumbo hacia la reconciliación y la paz; doña Violeta, con su decisión de suspender indefinidamente el Servicio Militar Patriótico, mostró desde un principio su compromiso con la construcción de un futuro más justo, humano y libre, especialmente para la juventud. Su mandato, que perduró hasta el 10 de enero de 1997, dejó un legado imborrable en las páginas de la historia del país y de Centroamérica, y en el corazón de varias generaciones de la ciudadanía.
"Me metí -en política- por amor a la Patria, amor a los nicaragüenses, a todos, sin ese personalismo", manifestó Violeta Barrios de Chamorro cuando anunció su decisión. Actualmente se encuentra en Costa Rica, bajo cuidados familiares y médicos.
Sergio Ramírez Mercado
Miembro de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (1979-1984); vicepresidente del régimen sandinista (1984-1989); candidato a vicepresidente por el FSLN durante los comicios de 1990; y escritor
Con control, poder, influencia y una sólida hermandad con Daniel Ortega Saavedra. Ese era el Sergio Ramírez Mercado de aquella época. Desde la caída del somocismo, esta destacada figura de la literatura nicaragüense, oriundo de Masatepe, Carazo, desempeñó varios papeles fundamentales en el agitado panorama político, militar y social del país centroamericano, desde que asumió como opositor del régimen de Anastasio Somoza Debayle y encabezó el llamado "grupo de los doce" en 1977, hasta ser miembro de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, desde julio de 1979 hasta 1984, cuando fue designado vicepresidente de Nicaragua, junto a Daniel Ortega en la Presidencia, tras imponerse en las votaciones.
A partir de 1985, Ramírez consolidó su influencia en la dirección de la entonces Jefatura Nacional, en el Consejo Nacional de Educación y en la Editorial Nueva Nicaragua (ENN), fundada por él mismo en 1981. Durante su período como vicepresidente tuvo una gran cantidad de atribuciones: estuvo a cargo de la coordinación y gestión del Gobierno, supervisando al equipo de ministros, ejerciendo un rol significativo en la toma de decisiones y en el manejo de los asuntos internos y externos del país. Se dice que en la historia de Nicaragua nunca hubo un vicepresidente con tanto poder como Ramírez. Su relación con Ortega, en ese contexto, no pudo ser mejor.
La dupla Ortega-Ramírez era tan sólida que fueron designados por la dirección nacional del FSLN como candidatos a la reelección para los comicios del 25 de febrero de 1990, sin competencia evidente. Ramírez fue una pieza fundamental en la estrategia electoral del partido rojinegro. Sin embargo, la inesperada, profunda y dramática derrota electoral del sandinismo que él dirigía marcó un punto de inflexión en su carrera política y en su relación personal e institucional con Ortega y los suyos. A mediados de la década de los años 90, Sergio Ramírez fundó, con otros disidentes, el Movimiento de Renovador Sandinista (MRS). Él estrenó la casilla del MRS -ahora UNAMOS, pero sin personalidad jurídica y en el exilio- con sus propias intenciones presidenciales, en los comicios de 1996, cuando no alcanzó ni los 8,000 votos válidos.
"Sergio Ramírez era el monarca que reina pero no gobierna", dijo Virgilio Godoy sobre el ahora escritor y opositor de tiempo completo. Está exiliado. Tiene la nacionalidad española y la colombiana. Escribe de vez en cuando para El País y para medios relacionados con la "escuela periodística" de la familia Chamorro.
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