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Centroamérica sin dobleces ante el evidente fraude electoral de Nicolás Maduro en Venezuela. Cuatro vs. dos

La crisis en Venezuela ha encendido una chispa que reverbera en Centroamérica, dividiendo a la región entre quienes condenan y quienes respaldan el régimen de Nicolás Maduro. Mientras Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Panamá desconocen los resultados, reafirmando su compromiso con la democracia, Honduras y Nicaragua se alinean con el chavismo, profundizando las grietas políticas en un continente ya tensionado. "Es importante hablar de esto, porque es un reflejo, en muchos sentidos, de la división que genera la manipulación de la democracia y de los estándares básicos de un Estado o proceso legítimo", señaló un analista.


Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio

Tegucigalpa, Honduras
Ilustración de Coyuntura
Ilustración de Coyuntura

El reciente fraude electoral en Venezuela ha generado un terremoto político en el continente, que ha resonado con fuerza en toda Centroamérica. Los gobiernos de esta región han adoptado posturas firmes y decididas, en complicidad o en contra, reflejando la importancia de los eventos y las posibles repercusiones que los acontecimientos en el país caribeño tienen para la ciudadanía en otros lugares del mundo. La situación en Venezuela es vista como un detonador que puede desencadenar en otra hemorragia migratoria a lo largo y ancho de América Latina, y Centroamérica es parte de la ruta de desplazamiento, lamentablemente. Pero va más allá de eso. Es sobre ideologías, sobre procesos internos, "maldiciones" propias y complicidad meramente política.


Por esto, la Redacción de COYUNTURA analiza la respuesta centroamericana y regional sobre la crisis poselectoral en Venezuela, para entender caso por caso la verdad que se defiende. ¿Serán esas posturas el verdadero sentir de la ciudadanía local?


Tras los comicios del domingo 28 de julio de 2024 en Venezuela, las reacciones de los países centroamericanos no se hicieron esperar. Nadie se guardó nada. Esta vez los apoyos y las condenas no tuvieron matices. Desde Guatemala, con el categórico escarmiento del presidente Bernardo Arévalo a la represión contra las manifestaciones poselectorales y su desconocimiento a Nicolás Maduro como presidente reelecto para un tercer mandato consecutivo, hasta Panamá, con su nuevo presidente, José Raúl Mulino, quien en nombre del Estado reconoció a Edmundo González Urrutia como presidente electo después de que lo hiciera Costa Rica, siendo estos dos países de los primeros en la región en reconocer al exdiplomático como mandatario venezolano, marcando una postura clara y coordinada contra el régimen de Maduro, y en pro de los resultados expuestos por la oposición de la administración chavista, que contradicen las cifras del oficialista Consejo Nacional Electoral (CNE), ente que no ha publicado al cierre de este texto las actas de votación y el desglose de los comicios de hace casi un mes.


Por otro lado, el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, conocido por su estilo polémico y sin matices, también se unió a la condena contra Maduro, calificándolo de "asesino y dictador", al igual que su homólogo argentino Javier Milei. Mientras tanto, las presidencias de Honduras y Nicaragua, encabezadas por Xiomara Castro y Daniel Ortega, respectivamente, fueron rápidas en reconocer la "victoria inobjetable" de Maduro. Ambas administraciones enviaron delegaciones de simpatizantes a Venezuela para apoyar y custodiar las intenciones del régimen chavista, mostrando su lealtad y respaldo a lo que la comunidad internacional ya califica cómo un "fraude grotesco". Esta división en las posturas centroamericanas marca la tendencia entre los que condenan el fraude y los que lo apoyan. Un cuatro vs. dos.


Guatemala


Desde su asunción al cargo en enero de 2024, el presidente Bernardo Arévalo ha adoptado una postura clara en defensa de la democracia y los derechos humanos, tanto a nivel nacional como internacional. En el caso de Venezuela, el mandatario centroamericano exige transparencia y ha condenado las arbitrariedades del proceso y la situación poselectoral. Arévalo ya desconoció los resultados del Consejo Nacional Electoral y denunció la represión desatada por el régimen, que hasta la fecha ha dejado un saldo de al menos 20 muertos y más de 2,000 personas detenidas.


"El Gobierno de Guatemala no reconoce a Nicolás Maduro como presidente electo de Venezuela porque los resultados presentados por el CNE no reúnen los criterios mínimos de transparencia que exige una democracia moderna", expresó Arévalo en un comunicado. A su vez, agregó: "Nuestro Gobierno condena rotundamente la represión y violencia desatadas por el Estado de Venezuela contra su propio pueblo, violencia que hasta la fecha ha dejado más de una decena de fallecidos". En su declaración también hizo especial señalamiento en que ningún gobierno puede considerarse legítimo si se sostiene mediante la violencia.


Pocas horas después de que el CNE dio a conocer el primer informe el 28 de julio, el mandatario guatemalteco se manifestó públicamente, alegando que "recibió muchas dudas" y que los informes de las misiones de observación electoral eran "imprescindibles".


El presidente guatemalteco Bernardo Arévalo en una imagen de agosto de 2023 | Fotografía de Coyuntura por Jairo Videa
El presidente guatemalteco Bernardo Arévalo en una imagen de agosto de 2023 | Fotografía de Coyuntura por Jairo Videa

En ese sentido, el autodenominado socialdemócrata alineó con otros líderes regionales para desconocer los resultados oficiales emitidos por el órgano electoral chavista. Esta postura se enmarca dentro de una estrategia más amplia de la administración guatemalteco, que busca fortalecer los lazos con las democracias occidentales y distanciarse de los regímenes autoritarios. En la Organización de los Estados Americanos (OEA), Guatemala ha defendido consciente y consistentemente resoluciones que condenen las violaciones de derechos humanos en Venezuela y en otros países, como Nicaragua y Cuba, posicionándose como un defensor de los principios democráticos en la región.


Panamá


Bajo la recién iniciada presidencia de José Raúl Mulino, Panamá también ha tomado una postura firme en contra del régimen de Maduro. Mulino, quien asumió el poder con críticas pero con respaldo ciudadano, ha señalado la importancia de la democracia y la transparencia electoral como pilares fundamentales de su administración. Al igual que Arévalo, Mulino desconoció los resultados del CNE y expresó su reconocimiento a Edmundo González Urrutia como el legítimo presidente de Venezuela.


La política exterior panameña ha estado marcada por un claro compromiso con los valores democráticos y los derechos humanos, pero también ha presentado tropiezos significativos, tal es el caso de la relación con la administración sandinista de Nicaragua. En la OEA, Panamá es un actor activo en la promoción de iniciativas que buscan restaurar la democracia en Venezuela y sancionar a los responsables de violaciones de derechos humanos. La postura de Mulino refleja entonces, según analistas consultados por este medio, una continuidad en esta línea de acción, subrayando la necesidad de una respuesta regional coordinada ante la crisis venezolana. "Es por mucho la postura centroamericana más firme, junto a Costa Rica", señaló una fuente diplomática.


Costa Rica


Costa Rica fue uno de los primeros países de la región en reconocer a González Urrutia como presidente electo de Venezuela. El Estado costarricense, conocido por su tradición democrática y su fuerte énfasis en los derechos humanos y la institucionalidad, ha mantenido una postura coherente y crítica hacia el régimen de Maduro desde hace semanas. Desde el inicio de la crisis venezolana, Costa Rica, en manos del controversial presidente Rodrigo Chaves, ha abogado por una solución pacífica y democrática, condenando las prácticas autoritarias y represivas del régimen venezolano. Como muestra de ese compromiso, la administración de Chaves se ha reunido constantemente con actores internacionales y venezolanos para discutir la situación y estrategias. Incluso, Chaves ofreció asilo político a Edmundo González y a la líderesa opositora María Corina Machado, con quienes mantiene "comunicación constante".


En la OEA, Costa Rica juega un papel fundamental en la defensa de los principios democráticos y la promoción de los derechos humanos. Su gobierno ha apoyado diversas resoluciones que buscan sancionar a los responsables de violaciones en Venezuela y ha promovido iniciativas para impulsar una respuesta ciudadana y política regional. La postura de Costa Rica destaca por su coherencia y su compromiso con los valores democráticos, convirtiéndose en un referente regional en la defensa de los derechos humanos.


"Hoy, nosotros, en este Gobierno, y la enorme mayoría del pueblo de Costa Rica, decimos, no al fraude (en Venezuela), no a la opresión, y no a esconderse detrás de instituciones capturadas", dijo el presidente Chaves durante una videoconferencia con Machado y Urrutia, organizada por la Cancillería costarricense.


Este viernes 23 de agosto de 2024, los presidentes de Panamá, José Raúl Mulino, y Costa Rica, Rodrigo Chaves, reafirmaron la necesidad de que Venezuela "respete la voluntad popular" y acordaron fortalecer sus relaciones diplomáticas, comerciales y en seguridad. Durante su reunión en el Palacio de las Garzas, Costa Rica apoyó los esfuerzos de Panamá para controlar la migración ilegal desde Colombia y ambos países se comprometieron a dinamizar sus controles aduaneros y a trabajar en la delimitación de su frontera común. Además, expresaron su apoyo al Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical (CMAR) y a la participación de Panamá en la cadena de suministro de semiconductores, con Costa Rica interesada en conectarse a la plataforma logística panameña a través de un tren en construcción.


El presidente costarricense Rodrigo Chaves (a la izquierda) junto a su homologo panameño José Raúl Mulino, el viernes 23 de agosto de 2024 | Fotografía de EFE por Bienvenido Velasco
El presidente costarricense Rodrigo Chaves (a la izquierda) junto a su homologo panameño José Raúl Mulino, el viernes 23 de agosto de 2024 | Fotografía de EFE por Bienvenido Velasco

El Salvador


En el caso de El Salvador, bajo la presidencia de Nayib Bukele, se ha adoptado una postura muy crítica hacia la dictadura de Nicolás Maduro. Bukele, conocido por su estilo directo y muy a menudo polémico, no dudó en calificar a Maduro, a inicios de agosto, de "asesino" y "dictador", alineándose con líderes como el argentino Javier Milei en su condena al régimen chavista. Esta declaración marcó una clara ruptura con las políticas de administraciones salvadoreñas anteriores, que fueron más cautelosas o condescendientes en sus pronunciamientos sobre Venezuela, o sus aliados en la región y el continente.


Bukele ha buscado posicionar a El Salvador como un defensor de la democracia y los derechos humanos en la región, aunque con un particular sentido y concepto de las libertades y el buen actuar estatal. En la OEA, su administración ha apoyado resoluciones que condenan las prácticas autoritarias en Venezuela y ha pedido medidas más severas contra el régimen de Maduro, llegando incluso a romper las relaciones diplomáticas hasta que existan "elecciones de verdad". La postura de Bukele es la más fuerte de Centroamérica por mucho, y refleja su intención de proyectar una imagen de liderazgo regional y de alinearse con las democracias occidentales en la condena a los regímenes autoritarios.


El presidente de El Salvador dijo que en Venezuela hubo "fraude" en las elecciones presidenciales del domingo 28 de julio de 2024. "Lo que vimos no tiene otro nombre. Una 'elección' donde el resultado oficial no tiene relación con la realidad. Algo evidente para cualquiera", sostuvo Bukele en su cuenta de X.


Honduras


La relación entre Honduras y Venezuela se ha vuelto un tema de intenso debate y preocupación en el escenario político hondureño. Apenas dos minutos después de que Elvis Amoroso, rector del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, confirmara la controvertida reelección de Nicolás Maduro, la presidenta hondureña Xiomara Castro no tardó en expresar su felicitación a través de un mensaje en redes sociales. En su publicación, Castro calificó la victoria del líder chavista como "inobjetable", convirtiéndose así en la primera mandataria en reconocer los resultados, incluso antes que el mandatario nicaragüense Daniel Ortega, un aliado conocido y concurrente de Maduro. Este gesto no solo marcó una alineación explícita de la administración de Castro con el régimen venezolano, sino que también reflejó el apoyo incondicional del oficialismo hondureño al chavismo. Poco después, la precandidata oficialista a la presidencia, Rixi Moncada, se unió al coro de felicitaciones, describiendo la victoria de Maduro como "contundente" y un símbolo de resistencia frente a la "infame derecha". La diputada Scherly Arriaga también celebró lo que consideró una "victoria" para Venezuela y la continuidad del "proceso revolucionario y bolivariano".


Mientras tanto, en Venezuela, el exmandatario hondureño y asesor presidencial, Manuel Zelaya, su hija Hortencia, y su cuñado Carlos, encabezaron una delegación hondureña que asistió como observadores a los comicios. Hortencia Zelaya compartió en sus redes sociales una fotografía junto a su padre, elogiando el sistema electoral venezolano, una postura que contrasta con las múltiples denuncias de fraude y manipulación electoral que han surgido tanto dentro como fuera de Venezuela. La Organización de los Estados Americanos, por ejemplo, calificó el proceso como una "aberrante manipulación" que traiciona la voluntad popular.


El apoyo del Gobierno hondureño a los resultados de los comicios venezolanos no es un hecho aislado, sino que se enmarca en un alineamiento geopolítico más amplio con regímenes conocidos por sus prácticas autoritarias y falta de transparencia institucional. Además de Honduras, solo países como Nicaragua, Rusia, China, Cuba, Irán y Siria han reconocido los resultados de las elecciones venezolanas, todos ellos con historiales de represión y control del poder a través de medios poco democráticos.


Esta postura de la administración de Castro ha sido duramente criticada por la oposición hondureña. Tomás Zambrano, diputado del Poder Legislativo, condenó el proceso electoral en Venezuela como un "fraude" y criticó la participación de la delegación hondureña en los comicios. Jorge Cálix, precandidato presidencial del Partido Liberal, también expresó su preocupación por la represión en Venezuela y condenó el respaldo del gobierno hondureño a lo que considera un régimen opresivo.


Las críticas no se limitaron a los comicios. La reciente visita del ministro de Defensa de Honduras, José Manuel Zelaya, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Roosevelt Hernández, a Venezuela para reunirse con su homólogo venezolano, Vladimir Padrino, generó una ola de condenas dentro de Honduras. Jorge Cálix calificó el encuentro como un gesto que indica una posible ideologización de las Fuerzas Armadas hondureñas y un alineamiento con un régimen represor. Zelaya, al ser consultado sobre los motivos del viaje, negó que se haya firmado algún acuerdo de cooperación y explicó que la visita se dio en el marco de los Juegos Olímpicos de Cadetes, un evento al que Honduras asistió como observador. Sin embargo, el contexto y el momento de la visita, justo cuando Venezuela enfrenta fuertes críticas internacionales por la falta de transparencia en sus elecciones, no pasó desapercibido para la opinión pública hondureña.


José Manuel Zelaya, jerarca de la Secretaría de Defensa Nacional de Honduras, junto a Vladimir Padrino, secretario de Defensa de Venezuela, el 20 de agosto de 2024 | Fotografía cortesía
José Manuel Zelaya, jerarca de la Secretaría de Defensa Nacional de Honduras, junto a Vladimir Padrino, secretario de Defensa de Venezuela, el 20 de agosto de 2024 | Fotografía cortesía

En un momento en que el mundo condena el fraude electoral y la represión en Venezuela, la decisión del gobierno hondureño de estrechar lazos con Caracas coloca a Honduras en una posición comprometida en el ámbito internacional. Además, la postura oficialista ha generado tensiones internas y ha polarizado aún más el panorama político hondureño, especialmente en un contexto preelectoral donde las alianzas y las posiciones respecto a temas internacionales pueden influir decisivamente en el futuro político del país centroamericano.


Nicaragua


El dictador nicaragüense Daniel Ortega intensificó sus ataques contra Costa Rica tras la declaración de este país calificando de fraudulenta la reciente reelección de Nicolás Maduro en Venezuela. Durante un acto conmemorativo en Managua por el 45 aniversario de la Fuerza Aérea del Ejército de Nicaragua, la noche del 30 de julio de 2024, Ortega, uno de los más firmes aliados del chavismo en América Latina, no solo defendió con vehemencia a Maduro, sino que también reavivó viejas disputas territoriales con Costa Rica, exacerbando la tensión diplomática entre ambos países.


Con un 51.2 % de los votos, Maduro fue proclamado presidente reelecto, pero la oposición venezolana, encabezada por Edmundo González Urrutia y respaldada por figuras como María Corina Machado, denunció un fraude electoral masivo. Alegaron que González fue el verdadero ganador, basando su afirmación en amplias irregularidades en el proceso. Costa Rica fue uno de los primeros países en rechazar públicamente los resultados. El presidente Rodrigo Chaves condenó la proclamación de Maduro, calificándola de fraudulenta y exigiendo una revisión completa de los resultados bajo supervisión internacional. Además, el canciller costarricense, Arnoldo André Tinoco, ofreció asilo político a los líderes opositores María Corina Machado y Edmundo González, citando órdenes de captura emitidas en su contra. Este gesto solidario hacia la oposición venezolana y el rechazo al régimen de Maduro provocaron una reacción furiosa de Ortega.


En su discurso durante el acto militar en Managua, Ortega lanzó una serie de acusaciones contra Costa Rica. "¿Desde cuándo los gobernantes ticos son el Consejo Electoral de América Latina? Nadie les ha dado ese poder", afirmó Ortega, cuestionando la legitimidad de los pronunciamientos costarricenses y de otros países sobre las elecciones venezolanas. Aprovechó también para reavivar viejas disputas territoriales, acusando a Costa Rica de haber robado Guanacaste y de intentar apropiarse del río San Juan, acusaciones que Ortega ha utilizado repetidamente como herramienta para avivar el nacionalismo en Nicaragua. En ese sentido, André Tinoco desestimó las acusaciones de Ortega, calificándolas como quejas sin fundamento. Durante una audiencia ante la Comisión de Relaciones Internacionales de Costa Rica, André subrayó que la cuestión de Guanacaste se resolvió hace 200 años y que cualquier disputa sobre el río San Juan ha sido tratada a través de canales diplomáticos adecuados. Además, reiteró el compromiso de Costa Rica con la democracia y la transparencia electoral, declarando que el gobierno no reconocerá los resultados de las elecciones venezolanas hasta que sean validados por un organismo internacional neutral.


A pesar de la presión internacional, Ortega continuó su defensa del régimen chavista. El jueves 22 de agosto de 2024, Ortega felicitó públicamente a Maduro tras la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela que confirmó su victoria en las elecciones del 28 de julio, un resultado ampliamente señalado como fraudulento. Durante otro acto en Managua, Ortega describió la sentencia como un "día histórico" para Venezuela y una "victoria del pueblo de Bolívar, de Chávez, y de Nicolás Maduro". En su discurso, Ortega recordó a Hugo Chávez, calificándolo de "comandante eterno" y asegurando que las victorias de los pueblos latinoamericanos son "verdaderas".


La defensa de Ortega hacia Maduro y su retórica incendiaria contra Costa Rica reflejan su intento de desviar la atención de los problemas internos de Nicaragua y consolidar su base de apoyo mediante la exacerbación de conflictos regionales. La postura de la administración nicaragüense también subraya las profundas divisiones ideológicas en América Latina, donde países como Costa Rica, junto con otros que han cuestionado los resultados electorales en Venezuela, buscan mecanismos más transparentes y justos, mientras que regímenes autoritarios como el de Ortega siguen defendiendo a sus aliados estratégicos.


En Centroamérica, solo Nicaragua, bajo el régimen sandinista de Ortega y su esposa Rosario Murillo, y el gobierno de Xiomara Castro en Honduras han expresado su apoyo a la controvertida reelección de Nicolás Maduro. Ortega ha utilizado la controversia en Venezuela no solo para reforzar su relación con el chavismo, sino también como una distracción de las crecientes presiones internas y externas en Nicaragua, donde su propia institucionalidad enfrenta acusaciones de violaciones a los derechos humanos y falta de transparencia en procesos electorales, junto al cierre masivo de oenegés civiles.


El mundo


La presión internacional sobre el mandatario venezolano Nicolás Maduro y su régimen chavista ha aumentado considerablemente tras la ratificación de su victoria en las elecciones del 28 de julio por parte del TSJ. Hoy, viernes 23 de agosto, once países americanos, incluyendo Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), Argentina y Chile, emitieron un comunicado conjunto rechazando la "supuesta verificación" de los resultados realizada por el TSJ. La Unión Europea también se pronunció, a través de su alto representante para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, señalando que no reconocerá a Maduro como presidente hasta que se publiquen y puedan ser verificadas las actas electorales.


El TSJ, controlado por magistrados afines al chavismo, confirmó los resultados oficiales que dan a Maduro una victoria con el 52 % de los votos, desestimando las demandas de la comunidad internacional para que se presenten las actas electorales completas. La oposición, que ha publicado copias de más del 80 % de las actas en internet, afirma que su candidato, Edmundo González Urrutia, fue el verdadero ganador. Este rechazo a los resultados oficiales también se ha visto reflejado en un comunicado del Departamento de Estado de EE.UU., que cuestiona la credibilidad del TSJ debido a la evidencia de que González habría recibido la mayoría de los votos.


El dictador chavista de Venezuela, Nicolás Maduro, en Caracas el sábado 17 de agosto | Fotografía de Cristian Hernández
El dictador chavista de Venezuela, Nicolás Maduro, en Caracas el sábado 17 de agosto | Fotografía de Cristian Hernández

La Organización de los Estados Americanos se unió a la ola de repudios regionales este viernes, criticando la proclamación apresurada de Maduro y la falta de transparencia en el proceso electoral. La OEA ha solicitado la intervención del Tribunal Penal Internacional ante las violaciones de derechos humanos en Venezuela. En Europa, Borrell y el Gobierno español han insistido en que el reconocimiento de los resultados está condicionado a la publicación íntegra y verificable de las actas electorales. Sin una evidencia clara y accesible, la comunidad internacional continúa demandando transparencia y no reconoce los resultados de las elecciones venezolanas. Mientras tanto, dos de seis, Nicaragua y Honduras, siguen llamando "presidente" a Nicolás Maduro, cómo sí nada estuviera pasando en el país suramericano.


"Es crucial examinar estas posturas, ya que reflejan la profunda división que la manipulación de la democracia puede generar en la región. La discrepancia entre países que abogan por un proceso electoral transparente y aquellos que se alinean con regímenes cuestionados destaca cómo la legitimidad de un Estado se ve afectada por el respeto a los principios democráticos. Esta disparidad no solo marca una brecha política, sino que también revela la fragilidad de los estándares básicos que sostienen el funcionamiento democrático en Centroamérica y su impacto en la estabilidad regional", señaló un analista hondureño al equipo de este medio, bajo la condición de anonimato por su seguridad. "En este contexto, los apoyos y rechazos a los procesos electorales no son meros desacuerdos políticos; son indicadores críticos de cómo se perciben y defienden los valores fundamentales de la democracia. La inclinación hacia la transparencia y la legitimidad de las elecciones versus la tolerancia a la manipulación refleja la tensión entre el ideal democrático y la realidad política en juego. La forma en que se posicionan los actores internacionales ante estos procesos puede tener repercusiones significativas en la confianza pública y en la estabilidad política, evidenciando así el peso de la integridad institucional en la percepción global de un país", agregó la fuente.


 

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