El Salvador ha dado un giro significativo en su política de distribución de insumos agrícolas a pequeños productores, abandonando la tradicional entrega directa de paquetes y optando por la implementación de un bono.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
San Salvador, El Salvador
El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) de El Salvador ha dado un giro significativo en su política de distribución de insumos agrícolas a pequeños productores, abandonando la tradicional entrega directa de paquetes agrícolas y optando por la implementación de un bono agrícola. Esta decisión, anunciada recientemente, ha generado tanto expectativas como preocupaciones dentro del sector agrícola del país.
La medida, según el viceministro de Agricultura, Óscar Domínguez, responde a una necesidad de modernización y flexibilidad en el sistema de apoyo a los agricultores. El antiguo modelo de entrega de paquetes agrícolas, si bien brindaba insumos esenciales, limitaba la diversificación de cultivos al favorecer principalmente la siembra de maíz y frijol. Con la introducción del bono agrícola, valorado en $75 por beneficiario, se busca empoderar a los agricultores para que elijan los insumos más adecuados a sus necesidades y a las condiciones locales.
Este cambio, sin embargo, ha generado debate entre los distintos actores del sector agrícola. La Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina) El Salvador ha expresado su preocupación por la posible reducción de áreas cultivadas en el próximo ciclo agrícola. Óscar Recinos, miembro de esta organización, señaló que la incertidumbre climática y los fluctuantes precios de los insumos podrían desincentivar la producción agrícola, lo que subraya la necesidad de establecer un diálogo continuo entre el MAG y los agricultores para abordar las crisis que enfrenta el sector.
Las advertencias de las organizaciones campesinas encuentran eco en la situación actual del país centroamericano. La Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (CAMPO) y la Mesa Agropecuaria Rural e Indígena han alertado sobre una disminución en la siembra de granos básicos debido a los efectos continuos de El Niño y la transición hacia el fenómeno La Niña. Este panorama desafiante plantea interrogantes sobre la capacidad del nuevo sistema de bonos agrícolas para enfrentar las fluctuaciones del mercado y los riesgos climáticos.
Además de los desafíos inherentes a la implementación del bono agrícola, la situación política y administrativa del MAG ha suscitado preocupaciones adicionales. La constante rotación de ministros y la falta de continuidad en las políticas agrícolas han generado incertidumbre entre los actores del sector. Adalberto Blanco, de Mesa de la Soberanía Alimentaria, ha señalado que esta falta de estabilidad puede obstaculizar los esfuerzos para garantizar la seguridad alimentaria y reducir la dependencia de las importaciones.
La preocupación por la falta de dirección política en el sector agrícola se ve reflejada en los datos sobre la situación alimentaria en el país. Según el Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias 2023, más de la mitad de la población salvadoreña experimenta algún grado de estrés alimentario, mientras que una parte significativa se encuentra en situación de crisis o emergencia alimentaria. Estas cifras subrayan la urgencia de implementar políticas efectivas y sostenibles para abordar los desafíos agrícolas y nutricionales en el país.
En este contexto, resulta imperativo que el MAG y otras instituciones pertinentes adopten un enfoque integral y colaborativo para fortalecer el sector agrícola y garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo. Esto incluye la promoción de prácticas agrícolas sostenibles, la inversión en investigación y desarrollo, y el establecimiento de mecanismos de apoyo efectivos para los pequeños productores. Asimismo, se requiere una mayor estabilidad política y liderazgo en el ministerio para impulsar una agenda coherente y orientada al bienestar de los agricultores y la población en general.
En conclusión, si bien la introducción del bono agrícola representa un intento de modernización y flexibilización en el sistema de apoyo agrícola, su éxito dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para abordar los desafíos estructurales y climáticos que enfrenta el sector. Solo a través de un enfoque colaborativo y proactivo se podrán superar los obstáculos y construir un futuro más seguro y próspero para la agricultura en El Salvador.
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